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Convencionales aprueban aumentar sus asignaciones

DURAS CRÍTICAS. Cada integrante dispondrá de $4 millones para personal de apoyo, viáticos y otros gastos. El pleno debe ratificar la propuesta el jueves.
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Redacción

El pleno de la Convención Constitucional aprobó en general la propuesta de la Comisión de Presupuestos de dicha entidad de aumentar las asignaciones para cada convencional, fijándolas en poco más de $4 millones.

La moción define un total de 77 UTM mensuales para cada integrante de la Convención, que se desglosan en 40 UTM ($2.088.520) para el pago de personal de apoyo, 27 UTM ($1.409.751) para viáticos y 10 UTM ($522.130) para gastos operacionales. Se contempla un aporte adicional de 5 UTM para representantes de pueblos originarios y de zonas extremas.

El uso de estos recursos será supervisado por el Comité Externo de Asignaciones.

El texto aprobado señala que el objetivo es "permitir el cumplimiento de la función constituyente" y que los convencionales deberán aplicar los principios de "responsabilidad, probidad, transparencia y proporcionalidad".

En ausencia de un reglamento de asignaciones, los gastos para el funcionamiento de la Convención Constitucional se rigen por el presupuesto otorgado al Ministerio Secretaría General de la Presidencia (Segpres) para la puesta en marcha del organismo. En dicho esquema, cada integrante tenía asignado un monto cercano a $1,5 millones como máximo.

La aprobación se logró por 111 votos a favor, 37 en contra y 6 abstenciones, y el debate estuvo marcado por el rechazo de Chile Vamos al aumento.

"Me pregunto cuántas personas en Chile tienen la facultad de decidir las asignaciones que van a recibir y cuántas de esas pueden decidir, además, que ese aumento sea hecho con cargo a fondos públicos", dijo durante la discusión el constituyente Eduardo Cretton (UDI).

"Cabe preguntarse si no es suficiente la dieta de más de $2,5 millones para hacer nuestro trabajo. La propuesta aprobada por la comisión es imprudente e insolente para la gente", agregó la constituyente Rocío Cantuarias (ind. en cupo Evópoli).

Desde la centroizquierda, en tanto, acusaron un doble estándar desde el oficialismo. "Hay un sector que pagó en promedio 148 millones para estar sentado aquí (...) El total de gasto en campaña de la derecha equivale al monto total que tiene la convención para funcionar. Esa es la proporción, esa es la hipocresía", manifestó Alondra Carrillo (ind.). "Para los independientes como yo, las asignaciones en relaciones a asesorías son muy relevantes porque no tenemos los centros de estudios detrás", argumentó César Uribe (Lista del Pueblo).

Los convencionales tendrán hasta el mediodía de hoy para presentar indicaciones, las que serán discutidas y votadas este jueves.

Carlos Peña

La moral de vuelta

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Esta semana se votó en la comisión respectiva el proyecto que despenaliza el aborto realizado en las primeras catorce semanas. Una diputada de la Democracia Cristiana -Joanna Pérez- rechazó el proyecto.

De inmediato surgieron las reacciones.

Mientras Paula Narvaéz, la candidata socialista, se sirvió de esa votación para recordar que, en su opinión, había sectores de la Decé que bloqueaban y obstaculizaban los cambios, Yasna Provoste prometió hacer esfuerzos porque el proyecto se aprobara y solicitó no hacer de este asunto "un tema electoral".

De todas esas declaraciones la más sorprendente es la de la senadora Provoste porque ¿acaso la política no existe justamente para deliberar y decidir acerca de la vida en común? Y si eso es así ¿la suerte del embrión o del feto -nuestro pasado- no es un asunto que debe entregarse a la deliberación colectiva?

Es fácil comprender que para un partido como la decé -de raíz cristiana y predominantemente católica- el debate sobre el aborto sea un asunto incómodo puesto que obliga a escoger entre los principios que se proclaman y los votos que se solicitan; pero quien se dedica a la política de manera profesional, como ocurre con Provoste, no puede pretender alejar de si las incomodidades más si ellas dicen relación con cuestiones fundamentales de la vida en común. Yasna Provoste ha dicho que este no es un asunto del derecho a la vida, sino de derechos reproductivos y sexuales de las mujeres. Y hay buenas razones para pensar eso; pero si ella está persuadida de esa opinión ¿no será mejor entonces que haga el esfuerzo de convencer a los integrantes de su partido que esa es la opinión correcta considerando todos los intereses en juego?

Paula Narváez no lo ha hecho mejor. Porque el problema del aborto -su licitud o no- no es una cuestión de cambios, no se trata de estar a favor o en contra de los cambios. Como es obvio hay cambios buenos y otros malos y el debate consiste en averiguar si cambiar desde el aborto con causales a el aborto entregado al discernimiento de la mujer es o no correcto. Luego el problema de la Decé, suponiendo que sea un problema, no es que se oponga a los cambios: es que algunos de sus integrantes se oponen al aborto, lo que es distinto. Y se esperaría entonces que una candidata progresista vaya más allá, o venga más acá, de resumir el progresismo diciendo que es partidario de los cambios. Es demasiado obvio que los cambios en si mismos no son ni valiosos ni disvaliosos, que sean una u otra cosa depende del contenido que posean, de cuál sea la situación actual que se quiere cambiar y de qué se trate aquello que se pretende la sustituya.

Así entonces no se trata de poner el dilema del aborto al margen del debate electoral como solicitó la senadora Provoste. Por el contrario, hay que incorporarlo al debate, puesto que el tema del aborto está en el centro de lo que la ciudadanía debe deliberar (en el entendido claro que deliberar no es lo mismo que decidir, la deliberación es el proceso de evaluar razones, algo que antecede a la decisión). Tampoco se trata de subsumir o esconder el dilema del aborto como si se tratara de un cambio que hay que impulsar porque, como se acaba de decir, los cambios no poseen valor intrínseco: hay que explicar en qué sentido valen y porqué.

El candidato Maldonado ha guardado silencio en este debate inhibido, seguramente, por estimar que se trata de un tema de mujeres. Y si piensa eso está muy equivocado. El tema del aborto y las cuestiones que involucra -el ámbito de autonomía que nos reconocemos, los límites de la injerencia del estado, las fuentes de la dignidad- atingen a lo más íntimo de la política que desde antiguo (y aunque suela olvidarse en estos tiempos ligeros y apresurados, donde el cálculo electoral parece exonerar de cualquier esfuerzo reflexivo) equivale a dar alguna respuesta a la pregunta que según dijo Platón era la más importante de todas ¿cómo es que debemos vivir?