Camilo Mori en el recuerdo I
Camilo Mori era un ser singular y pese a haber pertenecido a la Generación del 13, que Neruda bautizó como "Heroica Capitanía de Pintores" ya que estuvo marcada por un destino trágico, Camilo salió adelante, abandonando su Valparaíso natal para proseguir su trayectoria en Santiago. Lo conocí en Ovalle el año 1951 cuando visitó Coquimbo y La Serena y pasó a ver lo que yo estaba pintando. De esa visita surgió su respaldo para mi primera exposición en Santiago y mi ingreso a la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile.
Muy distinto a otros artistas chilenos de personalidad sombría, era poseedor de una personalidad optimista, viajó en varias oportunidades a Europa, compartiendo con miembros de L' Ecole de París, lugar de convergencia de los artistas finiseculares y primera mitad del siglo XX.
Su trayectoria como pintor fue inquieta, adhiriendo a cada tendencia vanguardista de la época quizás dos estilos o escuelas que lo marcaron fue la llamada Pintura Metafísica de De Chirico y el Surrealismo Francés, muy atemperado por su magia personal a la cual me he referido.
Su primera estadía en Antofagasta fue en los años 30, alojo en el Hotel Mauri y exhibió en el foyer de un cine que estaba en calle Prat entre San Martin y Latorre. De su paso conocemos una acuarela del Hotel levantado sobre pilotes de madera.
El año 1964, desde la Universidad del Norte, lo invitamos a exhibir en Antofagasta. Como aún no existía la legendaria Sala Ercilla, exhibió una síntesis de su trayectoria en la Sala de la Ilustre Municipalidad de Antofagasta, de calle Latorre. De esa retrospectiva, una de sus mas valiosas obras se alberga en la Pinacoteca de la Universidad Católica del Norte. Su estadía fue complementada con un viaje a San Pedro de Atacama, donde conoció al Padre Gustavo Le Paige y su naciente Museo Arqueológico. La travesía del desierto le provocó asombro y a su vuelta a Santiago pintó una obra elongada donde captó el horizonte y el silencio planetario.
Su estadía significó su reencuentro con su amigo Andrés Sabella, sus conversaciones, de las que fui testigo, dan para otra LINTERNA, al igual que su encuentro con Chela Lira, la pintora de la Generación Porteña a la cual perteneció Camilo, en su juventud.
¡El recuerdo de Camilo Mori nos envuelve en un aura de belleza y bondad!.
Waldo Valenzuela Maturana.