De la espera a la esperanza
"Vivimos en una sociedad polarizada. El ambiente es cortante, se percibe incertidumbre, temor y hasta miedo". Óscar Blanco Martínez, Obispo de Calama
¿Cómo pasar de la simple espera a la esperanza en tiempos de crisis? Es una pregunta que surge desde nuestro contexto nacional y mundial que estamos viviendo. ¿Cómo confiar en Dios, en la vida, en la humanidad, cuando hay tantos motivos para el desencanto y la frustración? Lo que escuchamos a diario, son discursos apocalípticos, promesas de que todo será mejor, que se terminará con la pobreza extrema, exclusión social, que se dará solución a las migraciones forzadas, a la violencia sistemática, a la pandemia del narcotráfico, que se terminará con la corrupción en los ámbitos donde se toman decisiones, etc. Vivimos en una sociedad polarizada. El ambiente es cortante, se percibe incertidumbre, temor y hasta miedo. Se nos hace creer que lo que nos espera, es algo catastrófico, por donde se mire.
Siempre he pensado en la importancia que tiene el contexto socio-político en nuestra forma de proclamar el evangelio. Siempre recuerdo la sensación que sentía al proclamar el evangelio de adviento, en una clínica para enfermos terminales y ahora último en las tomas del sector poniente de nuestra ciudad. No es lo mismo escuchar este mensaje apocalíptico de Jesús, en una clase social acomodada, donde ya están los pasajes para las próximas vacaciones en Europa, o en una sociedad que tiene como objetivo único de la vida, la satisfacción ciega de las apetencias y se encierra cada uno en sus propios disfrutes, allí muere la esperanza.
Todos cambia cuando el mismo evangelio es leído desde el sufrimiento de un hospital, desde una familia donde no tienen ni para pan, desde la migración lejos de casa y la miseria que se hace insoportable. Donde el momento presente es vivido sólo como sufrimiento destructor, es fácil sentir exactamente lo contrario. "Esperamos en Dios que esto pase pronto", "gracias a Dios esto no durará para siempre". Aquí la situación de la persona es mantener en su corazón la esperanza de algo mejor. Es la actitud de la madre que está esperando un hijo, de alguien que desea y espera que las cosas cambien para bien, que las actitudes de las personas sean diferentes y que trabaja para que en Chile y el mundo haya justicia y paz. Todo esto está alimentado por la esperanza.
Lo que el tiempo de adviento, de preparación para la Navidad, quiere inculcarnos es la actitud de la esperanza, como medio para alcanzar lo que aguardamos. Es la actitud de alguien que se prepara para recibir con alegría lo que está por llegar. En nuestro caso es la venida del Dios hecho hombre, que se hace niño en el pesebre de Belén y que da comienzo a la historia de redención, que inaugura una nueva manera de la presencia de Dios en la historia de la humanidad, haciéndose uno de nosotros. ¡Que no nos maten la esperanza!