Crisis migratoria, comercio ilegal y riesgos en asentamientos, los temas pendientes del 2020
Este año, desde el verano, la migración, especialmente de venezolanos, aumentó considerablemente su visibilidad en las regiones de Tarapacá y Antofagasta. A medida que pasaron los meses se habló de una crisis migratoria, con todo el drama humano que esta conlleva para cientos o miles de personas. Si bien las medidas de las autoridades fueron de reacción, el punto más álgido de este proceso se vivió en Iquique, donde una protesta terminó con la quema de enseres de migrantes venezolanos.
La caravana de migrantes se hizo visible desde el Río Loa, límite de la Región de Antofagasta, hasta Tocopilla. La situación generó el aprovechamiento de personas que trasladaron a migrantes al Terminal de Buses de Antofagasta, por dinero, en lo que se denomina coyotes. El tráfico ilegal de personas fue fiscalizado por las policías.
En Antofagasta, ciudad de paso de los migrantes con destino a Santiago, el dilema se hizo intenso en los meses de invierno, principalmente julio, agosto y septiembre, cuando el Terminal de Buses de Antofagasta, en su estacionamiento, se atiborró de migrantes. La espera de los venezolanos en la ciudad se debió a la toma del PCR, con el propósito de continuar viaje. Actualmente Antofagasta cuesta con un albergue transitorio para migrantes, que no da abasto para la demanda de personas que arriba a diario a la ciudad. El número actual de pasos no habilitados a nivel país se acerca a los 300, un nivel que ya reportaba Carabineros en 2017, con 304 rutas ilegales, y que habían llegado a empinarse hasta en 385 entre los años 2013 y 2016.