Cuando se pierden las confianzas
El alcalde Velásquez tiene muy poco margen para recomponer lo roto tras la filtración de los mensajes con sus asesores. Se vienen protestas, movilizaciones y un sinfín de consecuencias que será difícil sobrellevar. Un chaparrón del que si sale, lo hará muy lastimado.
Intentos desesperados son los que realiza el alcalde de Antofagasta por minimizar las consecuencias tras la filtración de los mensajes que mantuvo por largo tiempo con sus asesores más directos en los que utilizaban no sólo un lenguaje inapropiado, sino que también clasista, racista y muy despreciativo con concejales, trabajadores y actores sociales. Las disculpas no han sido suficientes porque no se sabe si realmente sus palabras, y las de sus cercanos, eran exabruptos o realmente la opinión formada sobre esas personas.
La dimensión de estos hechos aún no son desconocidas. De hecho, gran parte del cuerpo de concejales pidió una sesión extraordinaria para remover al administrador municipal, su brazo derecho, pero eso sería solo parte de las consecuencias. Hay otras más profundas que será difícil de enfrentar e incluso pueden terminar en algo inesperado para la autoridad comunal.
Primero porque es difícil volver a mirar a los ojos a alguien a quien te referiste en forma denostativa y discriminatoria. El aludido no entenderá si quien tiene en frente, su jefe en la escala municipal, piensa lo que escribió o celebró a quien lo hizo y le será muy difícil entrar en el clima de confianza que debe existir para el desarrollo de las actividades diarias.
Es complicado volver a creer en alguien que tiene un concepto tan bajo de tu persona y por más que se esfuerce no será lo mismo.
Son varios los que atravesarán por esa complejidad. Ni hablar de cómo serán las sesiones de concejo, donde la duda estará instalada por siempre y en los momentos complicados aparecerán los fantasmas revelados en el chat y harán mucho más difícil la generación de acuerdos duraderos.
Ofrecer disculpas es el punto de partida, pero es un camino mucho más largo. La confianza cuesta en construirse pero se derrumba fácilmente y volver a levantarla demanda mucho esfuerzo y en muchas ocasiones nunca se logra.
Claro que es el peor momento en la gestión de Jonathan Velásquez. Sus asesores cuestionados y su imagen por el suelo, lejos de un partido o coalición que pueda cerrar fila ante su figura y expuesto al escrutinio público.
Las relaciones están rotas, vienen protestas, movilizaciones y un sinfín de consecuencias que será difícil sobrellevar. Un chaparrón del que si sale lo hará muy lastimado y con tareas inmediatas por subsanar.
De la arrogancia, soberbia y despotismo deberá pasar a la humildad y la búsqueda de acuerdo si quiere mantenerse en el ejercicio del poder.