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El endémico déficit de buenos proyectos

El gobernador regional volvió a plantear la escasez de proyectos de calidad como una característica a nivel regional. Cuesta entender que en una región tan pujante, con centros universitarios e institutos de formación técnica de excelencia no se prepare a profesionales capaces de formular proyectos y cumplir con los estándares.
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El gobernador regional Ricardo Díaz, en reciente entrevista con nuestro medio al cumplir un año en el cargo, dentro de su balance volvió a plantear el problema de la calidad de proyectos que solicitan financiamiento y las posteriores rendiciones de cuenta. Calidad en el sentido que aún llegan iniciativas desde los municipios, organizaciones civiles y otras instituciones autorizadas que no cuentan con la información necesaria para su aprobación y ello retrasa la entrega de recursos y dificulta la labor del gobierno regional en materia de inversión.

Y cómo se planteaba líneas atrás no es algo nuevo. Se viene planteando hace más de una década y todavía no se encuentra la vuelta de tuerca para remediar algo que en sí debiera ser sencillo.

Cuesta entender que en una región tan pujante, con centros universitarios e institutos de formación técnica de excelencia no se prepare a profesionales capaces de formular proyectos y cumplir con los estándares definidos. Suena más a improvisación y despreocupación por realizar el trabajo como corresponde.

Todos los municipios tienen sus secretarías de planificación, algunas de mayor o menor tamaño, pero las tienen. Por ende, al menos el encargado de cada una de ellas debiera dominar la formulación de proyectos al FNDR. Conocer los distintos pasos, proporcionar antecedentes acabados respecto a su importancia y al impacto social, junto con detallar las especificaciones de diseño. En síntesis, cumplir con todo los especificado.

El no hacerlo es señal de falta de compromisos para desempeñar una labor tan importante para el desarrollo de las comunas.

Contar con profesionales capacitados en estas funciones debiera ser una prioridad para los alcaldes y alcaldesas. Mucho más importante que responder a apoyos políticos, porque cuando eso ocurre se pierde la esencia de la misión municipal que es responder a sus habitantes resolviendo las falencias que les plantean transformándolas en proyectos y preocuparse de su ejecución hasta su entrega.

Seguir hablando de lo mismo se torna inconducente y autocomplaciente. Lo que no puede ocurrir es que el dinero vuelva a las finanzas centrales en vez que se resuelvan las carencias que presentan nuestras comunas que son varias y que todos conocemos.

Esto va más allá de la plazoleta y de la pavimentación, como también lo dijo el gobernador Díaz, es momento de una inversión de obras de gran impacto regional.

Los girasoles

"Seamos generosos y no busquemos el corrosivo hegemonismo; sino, el pensar libremente dentro de las diversidades".
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Saludar debe ser la primera palabra que se nos ocurre pensar cuando comenzamos a tratar a las personas. Aunque convendría precisar que, así como van los tiempos, el saludo ya no está referido a los "buenos días" o a las "buenas noches". Aun así, saludemos a los cerros y a las nubes todas las mañanas. O al mediodía. Saludemos porque la razón emotiva, como decía el arquitecto Raúl Pellegrín, está de parte de las personas libres y generosas. "Seamos unos girasoles: preparemos el nuevo intento con alegría (...) No perdamos el norte". A lo que, agregaría, "no perdamos el sentido común que llegue a desajustar nuestros cuerpos". Porque, aunque tengamos desalientos, quejas y desconfianzas, a pesar de las limitaciones propias de nuestra naturaleza humana, debiéramos permitirnos templar la reflexión desde cualquiera de nuestros lugares de existencia.

Hay tanto qué hacer para explorar los errores que llevamos, que la carga de esperanza debiera estar muy temprano cuando salimos rumbo al laburo, a los quehaceres, al estudio o al trámite cotidiano. Por la misma situación, debiéramos considerar que las necesidades y deseos de los seres humanos son más importantes que una ley porque tenemos que ser libres para ir moldeando relaciones y reflexiones. A veces, parece, que lo que más importa es la norma, el orden o la fuerza; el sesgo y la nula autodeterminación.

En tiempos en que la incertidumbre va con nosotros, y donde vemos cuán importante es el camino de lo desconocido como aprendizaje y como forma de relacionarnos, tenemos que repensar todo con una comprensión de la realidad observando lo orgánico de ese girasol que nutre la vida con sus raíces. Y aunque sea, una metáfora, somos girasoles porque somos partículas, amores, luchas, genomas, mentes, fracasos y descubrimientos. El secreto a voces es que no tenemos todavía resuelto el "qué estamos haciendo ahora mismo" ya que, en muchas ocasiones, somos verdaderas máquinas, que suelen amanecerse para realizar una tarea o bien, damos todo para cumplir limitando, paradójicamente, nuestra propia capacidad.Pero ¿qué es lo que limita nuestro potencial? ¿qué envuelve al girasol acosándolo en un mundo que no está construido con su nombre? En el vasto caminar de la existencia lo que nos limita son los ambientes, sobre cómo pasamos el tiempo o las burocracias que evalúan cómo se llevan las instrucciones casi al pie de la letra desde un word o desde un excel. Por eso se dice que es más importante la responsabilidad personal que el pensamiento. Más daño va por la obediencia, entonces, que por el recelo.

En este soplo de las palabras que, a veces, sacuden y perturban, agradan o producen indiferencias, solo vamos por la fe en nosotros mismos, más allá del virus que nos ha forzado a decisiones drásticas; a la búsqueda del asombro, lo que nos permitiría cambiar todo con una necesidad incontenible. Cuando nos reunimos y juntamos como seres humanos, conectando las diversas semillas de este girasol humano, todo puede cambiar. Lo único que se necesita para encontrarnos es empezar a actuar con una lógica distinta, siempre en grado de inquietud para que nada sea como antes, aunque esto también es una esperanza de lenta elaboración. Quizás la vida copa nuestras pasiones y sentimientos aherrojada en esa luz del saludo que debe recoger lo que nos acompaña como personas. Somos historia de partículas, de amores y ternuras, de genomas de intentos y errores, de fracasos y revoluciones que nos abren las manos para luchar por una sociedad más humana. Es lo que siempre solía hacer el arquitecto Pellegrín invitando desde la ética y la espiritualidad a "no perder el norte": Seamos generosos y no busquemos el corrosivo hegemonismo; sino, el pensar libremente dentro de las diversidades.