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El PS queda con segunda mayoría y las mujeres son dos tercios en el equipo

COMPOSICIÓN. Independientes mantienen la mayor presencia en el gabinete.
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Luego del primer cambio de gabinete de Gabriel Boric, las fuerzas políticas al interior de su equipo de secretarios de Estado quedaron lideradas por los independientes (8), Convergencia Social (4), el Partido Socialista (3), el Partido Comunista (2) y Revolución Democrática (2).

El reordenamiento de piezas dejó al socialismo con mayor presencia, tal como había pedido el bloque antes y después del plebiscito del domingo, casi equiparando los cuatro ministros del partido de Boric, Convergencia Social.

El Partido Por la Democracia (PPD), el Partido Radical, el Partido Liberal, la Federación Regionalista Verde Social (FRVS) y Comunes tienen un ministro cada uno.

Nuevo comité político

En cuanto a género, las mujeres aumentaron su presencia de 14 -alrededor del 58% contra 10 hombres- a 16 ministras, quedando con el 67% de la representación y dejando en minoría a los ocho hombres que permanecen en el equipo.

La nueva distribución también se sentirá fuerte en el Comité Político del Mandatario, quien incorporó a su círculo cercano a la ministra del Trabajo, Jeannete Jara (PC), dejando a este grupo con cinco mujeres y dos hombres, incluido él.

Jara se suma a Ana Lya Uriarte (Segpres); Carolina Tohá (Interior), Camila Vallejo (Segegob), Antonia Orellana (Mujer y Equidad de Género) y Mario Marcel (Hacienda).

Originalmente, con Nicolás Cataldo como subsecretario del Interior, Manuel Monsalve habría asumido en Segpres, pero esto fue truncado tras el nombramiento y desnombramiento del militante comunista en la cartera.

Según trascendió en el Socialismo Democrático, Guillermo Teillier, timonel comunista, reclamó por la bajada de Cataldo y finalmente Boric aceptó que la ministra Jara, de la misma tienda, se incporpore al nuevo Comité Político.

Boric a ministros: "No sirven visitas de medio día a regiones para inaugurar una obra"

CAMBIO DE GABINETE. Hubo loas y duras críticas para las llegadas de Tohá y Uriarte.
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Redacción

Con la demora de más de una hora en su inicio, la ceremonia de cambio de gabinete fue duramente criticada por los partidos de oposición.

Como mínimo la tildaron de "improvisada", por las idas y venidas tras el fallido nombramiento de Nicolás Cataldo en la subsecretaría del Interior.

El excandidato José Antonio Kast se preguntó en Twitter: "¿Qué independencia tendrá la Contraloría si la nueva Ministra del Interior, Carolina Tohá, está enjuiciada por más de 300 millones de pesos cuando fue alcaldesa? Un gobierno que abusó del Estado para intervenir electoralmente el Plebiscito, ahora nombra a una Ministra cuestionada".

La exministra de la Mujer de Sebastián Piñera, Isabel Plá, dijo que el oficialismo estuvo "años criticando, torpedeando decisiones, acusando improvisación. Qué doloroso debe ser tocar la guitarra hoy".

Desde exNueva Mayoría aplaudieron los nombramientos de Ana Lya Uriarte y Tohá; por el contrario, el diputado Andrés Celis (RN) criticó que "volvimos a lo que tanto criticó el Frente Amplio que no quería para Chile, la Nueva Mayoría en los puestos claves".

Tras los nombramientos, el Presidente Gabriel Boric se dirigió a sus ministros. "Este gabinete hace suyo el mandato del cambio, de transformación, por el cual llegamos a La Moneda y en eso ni un paso atrás", aseguró con firmeza.

"No se puede gobernar con superficialidad, por eso no bastan las palabras. Para acercar la visión que tiene nuestro Gobierno al pueblo de Chile, tenemos que mostrarlo en obras, en hechos", agregó y a su equipo de ministros le pidió "humildad, para escuchar y entender; convicción, para defender firmemente el proceso de cambio que es el sentido profundo por el cual estamos acá, no de administración del tiempo; y decisión, para enfrentar todas las tareas que tenemos como Gobierno".

"nueva coordinación"

A los nuevos miembros del gabinete les encargó "una nueva coordinación del Gobierno" y que "en conjunto fortalezcamos la coalición que nos respalda".

En cuanto a la agenda, Boric pidió a quienes llegan y quienes se quedan que asuman de manera más intensa las urgencias ciudadanas "y también bien vale mencionarlo desde el Palacio de La Moneda, con presencia en las regiones. Para ello, se requiere una disposición real de liderar procesos y cambios. No sirven visitas de medio día para inaugurar una obra en una localidad lejana. Hay que quedarse, escuchar, compartir con el pueblo que espera respuestas".

Graves incidentes: incendian bus RED

Mientras ocurría el cambio de gabinete en el interior de La Moneda, por fuera pasaban cientos de estudiantes secundarios que marcharon por la Alameda hasta que comenzaron los disturbios y enfrentamientos con Carabineros. Eran más de mil los manifestantes, de entre los cuales salieron encapuchados a apedrear automóviles particulares y lanzar artefactos incendiarios. Un grupo de ellos quemó un bus RED del Transantiago, hecho por el que la delegación presidencial presentará una querella. Se informó que hubo al menos siete detenidos.

Carlos Peña

¿Qué queda del Frente Amplio?

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En política hay dos maneras de existir: o se tiene control de una parte del estado o se tiene influencia ideológica en él. Y ocurre que en estos días el Frente Amplio se ha debilitado en esos dos sentidos.

Desde luego, y en lo que atinge a la posesión del estado, a la presencia en el aparato del estado o, si se prefiere, a su control, no cabe duda de que el Frente Amplio y sus afines han retrocedido de una manera abrupta (y a juzgar por las escenas de este martes, el incidente ha tenido para ellos un leve patetismo). La entrada de Carolina Tohá y de Ana Lya Uriarte al control del aparato estatal (no otra cosa son el Ministerio del Interior y la Secretaría de la Presidencia) es la entrada de aquella porción de la izquierda sobre cuya derogación simbólica y discursiva el Frente Amplio, y el presidente Boric, construyeron su poder. La entrada al gabinete de ambas es una muestra flagrante de que ese discurso derogatorio duró poco y -afortunadamente- no resultó más que un alarde.

Pero si el Frente Amplio ha retrocedido en el control directo del estado, o de la parte fundamental del estado (esa donde toda su dimensión simbólica se concentra), algo similar ha ocurrido con sus ideas, con la manera que tienen, o tenían, de concebir al Chile contemporáneo.

Los cambios sociales de las tres últimas décadas -expansión del consumo, individuación, aparición de grupos medios hasta anteayer proletarios- son más profundos de lo que aparentaban. La imagen de la sociedad chilena que promovió el Frente Amplio, según la cual ella está compuesta por una élite cicatera y neoliberal que domina a un pueblo abusado, necesitado de redención, no se condice con la realidad. Es probable que buena parte de los fenómenos que asomaron con violencia hace tres años, en octubre del diecinueve, tengan causas más complejas que el simple reclamo por la reivindicación social o de clase. Esa imagen que proclamó el Frente Amplio -que confundió la queja moral con el diagnóstico sociológico y político- banalizó el debate y lo polarizó más allá de lo que la política demanda. Hoy, luego del triunfo del Rechazo, será imprescindible elaborar políticas públicas, en materia de pensiones y de salud, alejadas de ese simplismo. Y el desafío del gobierno será evitar que la exageración del exministro Jackson -si no cambia la constitución el programa es inviable, dijo- se convierta en una profecía autocumplida.

A esos dos rasgos que presenta hoy el Frente Amplio -debilitamiento de su presencia en el estado y pérdida de influencia efectiva de sus ideas- se suman otros dos que vale la pena subrayar.

Uno es la cuestión generacional. Tohá y Uriarte pertenecen a lo que podría llamarse "la generación perdida" de la transición, esa generación que los cuadros más viejos de la centroizquierda mantuvieron siempre en segunda o tercera fila, la generación que hace diez años debió haber sido el relevo en la élite dominante de la izquierda. El reciente cambio de gabinete es la oportunidad para que esa generación, hasta ayer perdida, junto a la análoga de la derecha, retome el protagonismo y conduzca de una vez por todas la política en Chile.

Otra es el leve patetismo que tuvo el cambio de gabinete. Ese rasgo mostró que los equipos gubernamentales no eran propiamente una asociación instrumental, fría y racional, sino un conjunto de personas unidas más por la amistad y el entusiasmo que por las ideas o la racionalidad. Ese era el secreto de su atractivo, sin duda; pero también ha sido la razón de su fracaso. Si hay un ámbito en el estado moderno que requiere la más fría racionalidad instrumental en su manejo, ese es el estado.

Con esto no acabó, desde luego, el Frente Amplio; pero es de esperar se haya curado de ese síndrome que a su edad ya no les viene: la creencia de que han descubierto por primera vez cosas y aspectos de la realidad que quienes les antecedieron no habría sido capaces de ver.