El infructuoso diálogo político
La clase política aún no logra un acuerdo para definir el modo de redactar una nueva Constitución, justo cuando se creyó que ya habían aprendido la lección. Se ha conversado y se han dado miles de vueltas y lo último que se sabe es que ante la imposibilidad de acordar una fórmula, todo se deje en manos de un nuevo plebiscito.
Casi tres meses han tenido los partidos políticos para ponerse de acuerdo en la fórmula de cómo se redactará la nueva Constitución, tras el triunfo del Rechazo en el plebiscito de salida. Allí el mensaje fue claro y no tiene que ver con colores partidistas o ideologías, sino con las aspiraciones que se pueden resumir en tener las condiciones para poder desarrollarse como personas y cómo familia.
No se abanderizan ni por uno ni por otro lado. Solo esperan que exista la suficiente altura de mira para que se entreguen las bases para el Chile del futuro, más allá de ideas trasnochadas provenientes de los distintos sectores.
Ahora, cómo se llega a ello no debiera ser la dificultad. Por ningún motivo, eso debió zanjarse prontamente con aproximaciones y diálogos entre los intervinientes, quienes tienen ideas opuestas de las que deben despojarse en pos de consensuar lo mejor para el país.
Resulta increíble que a estas alturas la traba esté en el número de los constituyentes, de si serán cien por ciento electos, de la participación de expertos y de que si estos últimos tienen o no derecho a voto.
Se ha conversado y se han dado miles de vueltas y lo último que se sabe es que ante la imposibilidad de acordar una fórmula, todo se deje en manos de un nuevo plebiscito. Última iniciativa que tiene muchos adeptos que defienden el poder popular para decidir. Salomónico.
Lo que no cuaja es que no es posible que todo sea sometido a un referéndum. La dirigencia política y los parlamentarios tienen la suficiente capacidad para definir mecanismos que sean del gusto de la ciudadanía y bien lo saben. Lamentablemente responden a sus ideologías, a sus convicciones y no a lo que quiere el electorado, aunque lo tienen muy claro.
No es de extrañar que seamos partícipes de un nuevo plebiscito para definir si los asambleístas deben ser electos y la participación de expertos.
Si convenimos que tras el fiasco de la CC la perspectiva puede ser distinta, la única y gran diferencia es que el espacio para los independientes no será tan abierto y que sí habría una cabida para los especialistas, aquellos constitucionalistas y estudiosos que tienen mucho que aportar al proceso y que no han sido incluidos, al igual que juristas y magistrados.
Como entran en este nuevo escenario, con la decisión y respaldo ciudadano en las urnas y en los porcentajes que definan los anhelados acuerdos.