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Al debe en inglés
El ranking EPI, que se realiza todos los años y mide el desempeño global en cuanto a dominio del inglés en más de 100 países, arrojó como resultado que, si bien el manejo del idioma en general es pobre en nuestro país, en el norte es donde se concentran los peores desempeños.
De hecho, en el último reporte realizado a fines de 2023, la Región de Antofagasta logró solo 481 puntos, ubicándose en el duodécimo lugar entre las 15 regiones que fueron medidas. La más baja fue la Región de Atacama con 374 puntos.
¿Cómo es posible revertir esta situación? Uno de los métodos más eficientes es la inmersión lingüística, es decir, lograr que más estudiantes participen en programas de aprendizaje de inglés y otros idiomas durante estadías -incluso de corta duración- en diferentes países del extranjero.
De esta forma, se propicia una experiencia integral en un ambiente internacional, que permite que tanto jóvenes estudiantes como personas de todas las edades, se sumerjan completamente en otro país, cultura y sobre todo, idioma.
Esta es una oportunidad de mejorar los niveles de inglés u otro idioma clave en una zona llena de jóvenes talentos que pueden expandir sus fronteras si se lo proponen.
José Luis Scerri Country Manager de EF Education First Chile
Atribuciones legales
En relación con la idea de "sacar a los militares a la calle" y la crítica que se hace al respecto en el sentido de que ellos no están ni equipados ni entrenados para cumplir la función de garantizar el orden público y la seguridad pública interior -aparte de que los aleja de la función militar que les es propia-, cabría comentar que por muy equipados y entrenados que estén de nada servirán si, al igual que los carabineros, sólo pueden usar sus armas letales en casos de legítima defensa cuando esté en riesgo la vida de personas.
Con tal restricción quedan sin capacidades ofensivas, disuasivas o represivas, no constituyendo una amenaza real y reducidos a la calidad de meros observadores de quienes estén cometiendo o se apresten a cometer actos delincuenciales, vandálicos, subversivos o terroristas.
Tal despliegue sólo serviría para el desprestigio y el escarnio de los miembros de las Fuerzas Armadas, pues la ciudadanía percibiría que ellos son incompetentes para resguardar el orden y para proteger eficazmente la infraestructura crítica; en circunstancias de que tal resguardo es la obligación esencial de los gobernantes, para lo cual deben dotar a los militares y policías no sólo del debido equipamiento, sino que de las atribuciones legales para ejercer sus funciones sin temor a ser condenados por "abuso de la fuerza" o por "delitos de derechos humanos", pues al no contar con ellas se inhiben de actuar.
Adolfo Paúl Latorre
Vestimenta diplomática
Lo ocurrido en el exterior, que no abordaré, sirve para recordar esta práctica usual, y no siempre conocida de nuestra profesión, vista desde la experiencia, y como profesor en la Academia Diplomática, entre otros temas, del Derecho y Práctica Diplomática. Parecen de menor importancia, sin normas escritas pero, apoyada en usos protocolares, que van más allá de su aparente banalidad.
Cada país tiene su propio ceremonial, algunos tradicionales, con raíces culturales o históricas. Desde los antiguos uniformes diplomáticos, bordados en oro, espadín, sombrero emplumado y otras usanzas, todo ha evolucionado. Algunos, utilizan en ceremonias o invitaciones, frac y condecoraciones; la única vestimenta que las permite, si no, en la solapa o vestido, se usa el botón de la más alta condecoración que fuere otorgada por el invitante, no las medallas. En algunos, todavía se usa chaqué y uniforme de gala para militares. Normalmente son monarquías. Han sido reemplazados por trajes y vestidos formales. Así, no hay distinciones en los diplomáticos, e impide competencias y tenidas inapropiadas.
No se usan por gusto o buen vestir, superan a las personas, pues importa el cargo y a quién representa. Demuestran el respeto del representante a un país hacia las autoridades del estado receptor o invitante, como recíproca consideración y valoración. Inspira confianza y ambos se sienten considerados. Cómo se sentiría un anfitrión si un invitado llega, por comodidad, en traje de baño, o en pijama. Sería un desprecio o una burla evidente.
Parecen prácticas en desuso pero, nadie queda ofendido ni menospreciado, y facilitan las funciones diplomáticas, sin desviarlas de sus objetivos.
Samuel Fernández Illanes Exembajador y académico Universidad Central