Según la Organización Mundial de la Salud, cada año nacen aproximadamente 130 millones de bebés en todo el mundo. Cada uno de estos nacimientos representa una nueva vida, pero también marca el comienzo de un viaje en el que la madre desempeña un papel vital. Es por ello que el Día de la Madre es más que una fecha en el calendario; es un tributo merecido a una de las fuerzas más poderosas y fundamentales en nuestras vidas: la maternidad.

La maternidad es una experiencia universal que trasciende fronteras culturales, socioeconómicas y geográficas. Además, la maternidad conlleva una carga emocional y física significativa. Desde el momento en que una mujer descubre que está embarazada, su vida cambia para siempre. La maternidad implica sacrificio, dedicación y un amor inquebrantable que no conoce límites. Es un viaje de alegrías indescriptibles, pero también de desafíos y momentos difíciles.

El Día de la Madre nos brinda la oportunidad de honrar y agradecer a todas las madres por su incansable amor, su sacrificio y su dedicación. Es un momento para reconocer la importancia de su labor en la formación de las generaciones futuras y en la construcción de un mundo más amoroso y compasivo.

Sin embargo, también es importante recordar que la maternidad no se limita a la biología. Hay muchas formas de ser madre: madres adoptivas, madres de crianza, madres solteras, madres que trabajan fuera del hogar y aquellas que trabajan dentro de él. Todas estas mujeres merecen ser celebradas en este día, ya que cada una de ellas desempeña un papel único y valioso en la vida de sus hijos y en la sociedad.

En última instancia, el Día de la Madre es un recordatorio de que el amor de una madre es uno de los regalos más preciosos que podemos recibir. Es un amor que nos acompaña a lo largo de toda nuestra vida, guiándonos, apoyándonos y dándonos fuerzas en los momentos más difíciles. Hoy y todos los días, celebremos y honremos a las madres en todas sus formas, reconociendo su papel invaluable.

Es el título de una de las obras fundamentales de Foucault orientado a la arqueología del conocimiento donde establece la relación compleja e histórica que se origina entre las palabras y las cosas en los distintos periodos de evolución de nuestro ser social.

Marx también refiriéndose al mismo tema hablaba de la capacidad constructora de realidad que poseen las palabras, pero ninguno de estos dos grandes pensadores de nuestra cultura se atrevió a suponer que solo de palabras se pudiera construir una sociedad o lo que es mas complejo como seria una sociedad donde solo se intercambiaran palabras lejos de las cosas.

Nuestra región, y nuestra ciudad muy particularmente, está pasando por un periodo en donde las palabras fluyen y construyen discursos que suenan potentes en su capacidad de crear ficción, pero no vemos las cosas a las cuales deberían hacer alusión, se produce en esta etapa una gran separación entre las palabras y las cosas.

Estrategias de desarrollo, creación de valor, reducción de costos, tecnologías limpias, estrategia del litio, del hidrogeno verde, y tantas otras articulaciones gramaticales que seria muy largo de enumerar. ¿La pregunta es a que hacen referencia? ¿A qué cosas quieren denotar?

Los ciudadanos en esta región probablemente quieran empezar a ver las cosas que se ocultan tras esas bonitas palabras, cuantos colegios nuevos, hospitales, calles, profesores, médicos hay tras esas palabras. Esta última década con y sin hermosas rimas en torno a "nuevo ciclo del Cobre" ¿qué cosas quedan en la región?

Entrando ya a este largo periodo de elecciones quizá deberíamos empezar a exigir que tras cada palabra hubiera cosas concretas y ojo esto no significa cosas materiales, no hablamos solo de peras y manzanas, significan más seguridad, abordando el tema de las ISAPRES, significan menor incertidumbre en el tema previsional, significan plazas para niños y viejos, perdón la tercera edad, significa calles seguras por donde transitar, significa de una vez por todas eliminar la multiplicidad de fuentes contaminantes y todo aquello que los candidatos, en su inmensa creatividad , puedan pesquisar como necesidad. Esta vez los recursos económicos podrían estar a nuestro favor, nuevas fuentes de ingreso económico se han agregado, y por tanto la perenne excusa de escasez de fondos para abordar los problemas ya es menor.

Así volviendo a vincular las palabras con las cosas, volviendo a llenar de contenido los discursos quizá podamos emprender el camino para recuperar el alma de esta ciudad, seriamente afectada, por la inmovilidad que provocan los discursos vacíos y reiterativos. Por las palabras de lo virtual que es solo palabra y que se ha transformado en la meta de los liderazgos, conseguir likes, palabras sobre palabras.

La Región de Antofagasta, reconocida como el epicentro de la industria minera en Chile, ha sido durante décadas un símbolo de prosperidad económica y desarrollo. Sin embargo, en los últimos tiempos, ha surgido una preocupación creciente sobre la desconexión entre su aparente poder económico y su capacidad para abordar los crecientes desafíos sociales y de desarrollo que enfrenta. Esta paradoja plantea interrogantes sobre la naturaleza cambiante del poder y su relación con la capacidad de movilizar soluciones efectivas en beneficio de la región y sus habitantes.

Históricamente, la próspera economía minera de Antofagasta y su influencia política sólida fueron recursos suficientes para asegurar el desarrollo de infraestructuras vitales y la implementación de políticas públicas efectivas. Sin embargo, en la actualidad, nos encontramos frente a una nueva realidad donde los problemas que aquejan a la región, como la crisis desbordante de la vivienda, la inseguridad, la migración irregular y los déficits de calidad en la educación y la salud, son cada vez más complejos y multifacéticos.

Una de las principales razones por las cuales las capacidades económicas y políticas del pasado resultan en la actualidad insuficientes para abordar estos nuevos desafíos radica en la creciente interconexión de los problemas y la necesidad de enfoques más integrales y colaborativos para resolverlos. La simple acumulación de recursos ya no es suficiente cuando se enfrentan problemas sistémicos que requieren soluciones holísticas y coordinadas.

Es necesario adoptar un enfoque integral que reconozca la complejidad de los desafíos y fomente la colaboración entre todos los actores relevantes. Es fundamental invertir en el desarrollo de capacidades en áreas clave como la planificación urbana, la gestión de crisis, la promoción de la participación ciudadana y la innovación social. Además, se requiere un cambio de paradigma en la forma en que se conciben y diseñan las políticas públicas, priorizando enfoques basados en evidencia, participativos y orientados al largo plazo.

En resumen, la paradoja del poder en Antofagasta refleja una realidad más amplia en la cual las capacidades económicas y políticas del pasado ya no son suficientes para atender los desafíos del presente. Para superar esta paradoja y desbloquear el potencial de la región, es necesario adoptar un enfoque más integral y colaborativo que reconozca la complejidad de los problemas y fomente la participación de todos los actores relevantes. Solo así podremos construir un futuro más próspero y justo para todos los habitantes de Antofagasta y asegurar un desarrollo sostenible a largo plazo.