Antofagastinidad
César Trabucco , Sociólogo
Entre infinitos trazados simbólicos, Antofagasta emerge, y lo hace de maneras muy complejas. Con líneas que, a simple vista, no se visualizan pero que actúan con la fuerza de lo simbólico incorporado en el inconsciente colectivo, ese que nos sostiene en el tiempo y espacio que socialmente creamos e individualmente incorporamos por. ser sujetos sociales que habitamos un espacio compartido.
Como ejercicio para visualizar la fuerza con que opera lo señalado pregúntense cuánto les costó acostumbrarse a la idea de que calle Sucre ahora tiene sentido de mar a cerro y no de cerro a mar como fue durante larguísimos años.
Así, la última gran remodelación del centro urbano de la ciudad, que paradojalmente moriría algunos años más tarde transformándose en una gran feria al aire libre, se hizo pensando en el trazado simbólico de la Plaza Colón y su recordado "Tontodromo", calle Prat y Matta hasta la denominada entonces Plaza del Mercado, hoy de la "revolución". Esta idea orientó su implementación.
Ese trazado no indicado por alguna norma, ley o reglamento pesaba en nuestras costumbres más que cualquier cosa. Luego de algunas vueltas por la Plaza Colón, los horarios determinaban cuántas. No era lo mismo un martes al mediodía que un domingo en la vespertina, luego se subía por Prat hasta Matta y de allí hasta Matta con Maipú y de vuelta hasta la Plaza Colón.
Hoy eso es parte del pasado, en el presente material ya no están el Teatro Latorre, el Consulado Mexicano, el Cine Nacional, Imperio, Rex y todos aquellos que aún habita en nuestro imaginario y acompañan nuestra infancia, adolescencia y vejez. Lo hacen desde un lugar donde solo los antofagastinos accedemos, según pasan los años, a las profundidades de la memoria.
Nosotros los mismos que cada cierto tiempo reflexionamos respecto de nuestra identidad y luchamos contra el desarraigo histórico que nos amenaza y pretende considerarnos solo un lugar de paso, un lugar donde ganar el sueldo para llevarlo a otras latitudes. Nosotros que habitamos ese lugar complejo mezcla de recuerdo y realidad que llamamos antofagastinidad.
Nosotros que hasta acá hemos sido un poco negligentes al permitir que cada vez más este espacio llamado Antofagasta sucumba a la voracidad del mercado y sea este sin otra consideración alguna naturaleza quien defina qué y cómo se hace en nuestra ciudad como si este fuera un espacio baldío donde instalar sus peregrinas ambiciones.
Esos días están llegando a su fin, cansados ya de tanta incapacidad de reacción, los antofagastinos deberíamos tomar el control de la ciudad y volver a ser los que la definan y marquen su rumbo diciendo adiós a la improvisación y egolatría que tanto daño nos ha hecho. Este espacio donde habitan nuestros sueños y todos y cada uno de nuestros días lo merecen.