"Hay algo de la feminidad que se está articulando en la cocina"
La filósofa argentina Tamara Tenenbaum ganó el Premio Paidós con el ensayo "Un millón de cuartos propios", sobre Virginia Woolf, y estrenará la segunda temporada de la serie "El fin del amor".
En el judaísmo, cada año se lee y reinterpreta la Torá, al igual como los católicos hacen con la Biblia, donde el talento de quienes ofician las ceremonias, rabinos o sacerdotes, está en dar una lectura nueva y actual a textos escritos hace miles de años. La filósofa argentina Tamara Tenenbaum a lo largo de su obra retoma esta idea, mediante el ensayo que la hizo conocida en Chile, "El fin del amor", sobre las relaciones en este siglo, junto a la serie homónima, donde afirma que "para reconectar con la escritura tenía que hacer un viaje de vuelta, ir a buscar algo nuevo a un lugar viejo".
El miércoles 16 se estrena la segunda temporada, con Lali Espósito en el papel de Tamara Tenenbaum: "Quedó muy linda, va a estar buena", afirma la también guionista y académica de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Sobre si hay una tercera temporada, señala "yo creo que termina acá": de esta forma, a través de la duda y la reflexión, avanza también el ensayo "Un millón de cuartos propios", con el que Tenenbaum ganó el Premio Paidós y volvió a las librerías chilenas, tras la novela "La última actriz", publicada el año pasado.
El texto parte a raíz del encargo de una traducción de "Un cuarto propio", de Virginia Woolf, publicado en 1929, sobre las mujeres que pretenden ser escritoras y la necesidad de tener dinero que les permita un lugar a solas. Tenenbaum es filósofa y ha ejercido también el periodismo, entonces la tarea de cambiar de idioma, al inglés británico de hace casi cien años, le llevó un tiempo. En este espacio abierto por el trabajo, llegó a ideas como "escribiremos mejores ensayos si entendemos que escribir se trata más de confundir que de conducir".
-En un mundo de tantas certezas ¿qué te han dicho por buscar siempre la duda?
-Creo que hay algo de ese estilo que quizás tenía (el libro) "El fin del amor" y también tiene este otro ensayo, que es esa cuestión de la falta de certezas o las verdades provisorias, que a mucha gente le puede resultar exasperante y a otra, al contrario, le resulta refrescante. Como dices, en un contexto donde todo el mundo quiere tener razón y dar una sentencia, es una búsqueda de otra cosa a mucha gente creo que le resulta honesto, refrescante, más lindo de leer.
-Los buenos libros dejan con ganas de escribir.
-Sí, y de pensar y conversar ¿no? Aunque no te interese escribir un libro, sí que te interese jugar el juego de las ideas y la conversación.
-¿Cómo fue reversionar a Woolf, que es un clásico de clásicos en el siglo XX?
-Es un libro que, si bien todo el mundo conoce el título y la tesis central, es de esos textos que han sido más comentados que leídos, entonces creo que a mucha gente le interesa eso, acercarse por primera vez ese material o volver a acercarse: muchas veces uno se acerca un texto y la primera vez que lo lees no te habla. La segunda vez, sí. También pienso que mi libro "Un millón de cuartos propios" puede servir de compañía para quien sienta que el libro de Virginia puede ser un poco pantanoso, sea por la época o el estilo (de la escritora británica, a quien la autora argentina también trata por el nombre en su ensayo, argumentando un motivo estético). Para mí no lo es, para mí es un libro fácil de leer, pero si por alguna razón lo sientes un poco tortuoso, pienso que mi libro te puede hacer un poco de compañía.
-En el libro dices que cuando eras más chica lo intentaste leer y no resultó.
-Es un libro que uno puede agarrar muchas veces hasta que te habla, como todos los libros buenos ¿no? Siento que la primera vez que tomé ese libro... Cuando uno es chico se queda mucho rato mirando todos los nombres de autores que menciona y (piensa) yo no conozco a ninguno. Ahora soy más grande, he leído más cosas y algunos autores me suenan, pero además ya sé que puedo acercarme un libro y si los autores no me suenan puedo seguir leyendo. Me parece que también uno le va perdiendo el miedo a eso, y está bien. Los clásicos siempre son adentrarse en una incomprensión, es algo que se aprende con los años. (...) Siempre uno está un poco jugando desde afuera, hay que jugar igual.
-Desde fuera de la literatura, o en paralelo, hablas del trabajo y la cocina, cómo esta relación va cambiando históricamente, que pasa de ser una carga a algo deseado, algo que relaja. ¿Qué vendría ahora en ese plano?
-Estamos en un momento donde hay de todo. Por un lado hay un gusto por cocinar, esta idea de que en un mundo muy automatizado hacer una tarea manual, que requiere soltar el teléfono, puede ser muy sano. Y por otro lado también estamos en un momento de mucha sobreinformación con la comida, donde todo el tiempo pensamos si estamos comiendo suficientes hidratos, proteínas, calorías, no sé qué. Entonces también es una fuente de angustia y de ansiedad, por eso me interesaba escribir un capítulo entero sobre el modo en que Virginia Woolf habla de la comida, pero sobre todo usarlo como disparador para analizar a otras escritoras hablando de comida, para convertirlo en un tema que habla mucho más de nuestra sociedad actual de lo que puede parecer, no es un asunto pequeño. Habla mucho de nuestra relación con la intimidad, con el trabajo, con la economía, con el cuerpo, con un montón de cosas.
-Y la comida también está muy presente en TikTok, con el fenómeno de las "tradwife", que en español sería como retorno del modelo de esposa tradicional, además del reality de la esposa del príncipe Harry, Meghan Markle, donde muestra sus recetas.
-Exacto, hay algo de la feminidad que se está articulando mucho también en torno a la cocina, de una cocina cada vez más enrevesada, con ideas como hacer una torta desde cero, de hacer todo desde cero, es muy diferente a la relación que había con la comida en la época de Nora Ephron ("Se acabó el pastel"), por eso yo la cito: Ephron decía: "No entiendo por qué alguien habría de cocinar una masa de tarta, la puedes comprar hecha". Entonces me parece que es interesante tomar la cocina como un lugar donde se están ensayando nuevas versiones de la feminidad y qué pasa con eso. Me gustaba cómo Virginia tomó el tema (desde la perspectiva de la economía de las mujeres) y me gustaba también la idea de retomar trabajos de Nora Ephron o Simone de Beauvoir ("El segundo sexo"), sobre el tema para hablar de que tampoco es blanco y negro, sino que es una zona donde hay mucho gris, no es que cocinar es de oprimida tampoco. Me parece que hay algo bastante interesante ahí.
Tenenbaum se hizo conocida en nuestro país con el ensayo "El fin del amor".
"Un millón
de cuartos propios"
Tamara Tenenbaum
Paidós
256 páginas
$21.000