El caso de una joven que interrumpió su embarazo recientemente en Calama, requiere de una mirada desde distintos ángulos, libre de prejuicios, porque el simple hecho de haberse dado a conocer a través de un medio de difusión nos habla que no es el único caso, y que como ella son miles las mujeres en Chile que lo practican.
Sé que no es fácil para una mujer llegar al extremo de tomar esta decisión. Acá intervienen convicciones personales complejas y, más aún, a riesgo de perder su propia vida al llevarlo a efecto en condiciones de clandestinidad perpetuando de este modo condiciones de riesgo, y cuando es el Estado el que regula su criminalidad.
La criminalización absoluta que existe en Chile para estos actos desde hace 25 años, nos impiden correr el velo de la verdad, oculta la magnitud del problema e impide el diseño de políticas públicas que lo aborden con seriedad.
Por eso los organismos internacionales han solicitado a Chile en reiteradas ocasiones actualizar nuestra legislación y es por ello que el Gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet Jeria ha manifestado su voluntad de encontrar respuestas entregando nuevas opciones, y no obligaciones, para que las mujeres no sean criminalizadas al momento de interrumpir sus embarazos en tres determinadas causales: cuando sean violadas, cuando corra peligro la vida de la mujer o cuando el nacimiento sea inviable desde el punto de vista médico.
Para llegar a este estado de convicciones, por medio del avance en el Parlamento del proyecto de ley que lo despenaliza y junto a ello ofrecer acompañamiento a las mujeres, hemos escuchado a 68 organizaciones, a expertos y expertas en la materia. Así también, una amplia mayoría de la población (70% de encuestados y encuestadas) está de acuerdo con regularizar las tres causales mencionadas, según CEP y Adimark, ambas de julio de 2014, y Cadem de enero de 2015.
Por lo pronto hago un llamado a tratar estos temas sin juicios extemporáneos, para no alentar como sociedad un triple juzgamiento en contra de las mujeres, porque nosotras más que instrumentos de procreación, somos sujetas de derechos, y porque son siglos los utilizados por una cultura patriarcal para impedir que tomáramos nuestras propias decisiones. Y porque debemos alcanzar una sociedad democrática basada en conceptos actualizados de justicia y equidad.
Marianne San Francisco Cerezo,
Directora Regional Sernam