Control de la población canina
El reciente ataque de una jauría a cuatro mujeres volvió a poner en el tapete el tema de la proliferación de perros en Calama. Los perros una vez en la calle se reúnen en jauría y basta que un macho alfa agresivo los lidere para que los ataques a aves y animales de corral sean reiterados.
Cuánta responsabilidad tiene el humano en los ataques de jaurías a personas. La respuesta es toda. Sí, porque no se puede responsabilizar a los animales del maltrato sufrido de quien en algún momento dijo ser su amo y que lo abandonó a su suerte en la calle, en un basural clandestino o en la carretera.
En esos lugares debió subsistir apoyado en su instinto, tratando de alimentarse de lo que pudieren botar las personas. Muchas veces aprovechando descuidos para arremeter y robar alimentos y huir rápidamente. A eso fueron obligados las que ayer eran tiernas mascotas.
Los perros una vez en la calle se reúnen en jauría y basta que un macho alfa agresivo los lidere y los ataques a aves y animales de corral serán reiterados. Igualmente expuestas están las personas.
Esto fue lo que vivieron las cuatro vecinas del sector poniente que de milagro lograron salvarse del feroz ataque canino.
Dos de ellas quedaron con heridas graves y debieron ser intervenidas de urgencia en el hospital, donde actuaron con sumo sigilo para evitar las infecciones.
Los médicos, enfermeras y auxiliares quedaron sorprendidos por la agresividad del ataque y por la suerte que tuvieron las víctimas.
Tras ello la reacción inmediata es buscar a la jauría y eliminarla. Eso es lo más probable que ocurra y con ello las autoridades creerán que el tema está resuelto.
Lamentablemente el problema es mucho más de fondo. En Calama, como en otras ciudades, no hay políticas claras de control canino. Ha habido esfuerzos del municipio, pero que no encuentran terreno fértil porque la realidad los sobrepasa.
Desde ese sector se apunta a los parlamentarios porque no existen las leyes adecuadas en tenencia de mascotas y control canino que eviten la proliferación de perros. En ellos se encuentran las herramientas para que esta peligrosa realidad cambie.
Lo malo es que son años que se espera una reacción de los políticos y no pasa nada. ¡No se oye, padre!