No he tenido la oportunidad de presenciar esta obra de teatro, pero sí, acceso a la versión escrita. Albert Camus, francés, premio nobel. Siempre me ha impactado la obra de Albert, refleja un mundo bastante difuso, pero objetivo en demasía, su universo existencial, siempre en cuestionamiento interno. Ateo, considerado por su entorno, como existencialista, rechazó toda ideología dominante de su época, aún el existencialismo.
Creía, pero no creía, pensaba que todo terminaba con la muerte, y después, nada es. El no existir fue su tormento, esperando el momento de morir, fue su temor, tenía 44 años. Se fue conduciendo un accidente.
La obra de Agius, me impactó, desviste el alma de Camus, el último acto, estremece. "…ya he hablado mucho en mi vida. Ahora espero escuchar otra voz… ¿Qué voz? Le pregunta la mujer…Una voz que nunca he escuchado y que quiero escuchar, una voz que me libere de la angustia y que me conforte… ¡Ya no puedo más! "(extracto obra de teatro de Luis Agius: Todos somos Albert Camus) Este diálogo me hace temblar cada vez que lo recuerdo, no puedo evitar pensar en un mandamiento, casi ignorado por muchos. "Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde…" (Ex.23) Siento el estado emocional y la existencia de Albert, su eterno miedo, ausente de Dios.
Luego de una aspiración profunda, respiro con esperanza. Esperando que, pese a su ateísmo, antes de la partida haya escuchado la voz que negaba. El final de la obra es desgarrador. La mujer lo consuela, aduciendo que todos sentimos la misma angustia. A la luz de hijo de Dios, resulta muy triste mirar la ausencia de Dios en gran parte de una humanidad cada vez más incrédula.
Dios habla a todos, escuchemos su voz, el mandamiento de escucharlo, no nos cansemos de buscar su voz y oírla. Al final la mujer se levanta y exclama: ¡Todos somos Albert Camus!, y cae el negro telón. Los que creemos decimos, sin soberbia ni sorna: ¡Todos no somos Albert Camus! tú también puedes no serlo.
Sergio Lagos Luciano,
pastor evangélico