"Esta enfermedad no me la va a ganar"
ANTOFAGASTINIDAD. Carlos Rojas Pizarro, ejecutivo minero.
No han sido días fáciles para Carlos Rojas Pizarro, pero su temple y los afectos lo mantienen con un ánimo sencillamente notable, definitivamente ejemplar.
El gerente de Asuntos Externos y Relaciones Comunitarias de Sierra Gorda SCM, nació un 12 de diciembre de 1955, en la histórica Oficina Salitrera de María Elena: lo que lo ratifica como un nortino de tomo y lomo.
Hoy está en Estados Unidos por una delicada intervención médica, pero la buena noticia es que todo va mejor de lo previsto y espera regresar pronto al país.
Estas son algunas de sus impresiones de la vida.
¿Cuál es el recuerdo de tus padres y cuál fue su mejor enseñanza?
-Gracias a Dios, todavía tengo a mis padres vivos, así que los recuerdos que tengo de ellos, son las vivencias que compartimos cada domingo en los almuerzos familiares y la mejor enseñanza que recibí de mis viejitos fue nunca perder la humildad, independiente de los logros que uno vaya alcanzando en la vida.
¿Qué cosa del pasado traerías al presente?
-Mi infancia en María Elena, a pesar de que viví solamente los primeros ocho años de mi vida en esa tierra de salitre y sol. Esas inolvidables pichangas de fútbol, al alero del polvo y la camanchaca.
¿Qué significa la minería para ti?
-La minería es mi vida, a la cual le he entregado más de 40 años de continuo trabajo, enfocado en la exploración minera y formador de profesionales, de los cuales hoy muchos de ellos son conocidos ejecutivos del rubro.
Estuviste en los orígenes de Escondida. ¿Qué historia recuerdas de aquella épica?
-Efectivamente estuve en los orígenes de Escondida, trabajé en la consolidación de las primeras concesiones mineras, en levantamientos geodésicos, apoyo en el programa de sondajes y trabajos diversos. Trabajé fuertemente como asesor del primer gerente que tuvo el proyecto Patrick J. Burns, con quien nos une una gran amistad hasta el día de hoy.
Historias hay muchas que recordar, pero una de las que se me viene a la mente, fue la primera gran nevada que tuvimos y en Antofagasta se hablaba de una veintena de mineros aislados en la cordillera, por supuesto que se referían a nosotros, en circunstancias que estábamos felices de la vida, bien apertrechados e improvisando trineos y toboganes para tirarnos en los cerros Zaldívar, Colorado Grande y Colorado Chico.
¿Cómo va tu pelea con la enfermedad?
-Avanzando con mi recuperación, la cual no ha estado exenta de complicaciones, pero bien. Esta enfermedad no me la va a ganar, gracias al apoyo y oraciones de mi familia, amigos y del cariño de mucha gente que ni siquiera conozco y también porque no decirlo por mi temple minero.
En tiempos tan convulsos ¿qué consejo le darías a personas que no conoces?
-Que sean resilientes, tolerantes, respetuosos, que sepan escuchar primero antes de actuar, que dialoguen y que sus formas de demostrar sus disconformidades no afecten los derechos del resto de las personas.