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y piensa que no está respirando bien, lo que en rigor es más angustia que realidad. Siempre el temor estuvo muy presente.
-También el temor de contagiar a un ser querido.
-Sí. En el ministerio de Desarrollo Social hubo varios contagiados, otros que se fueron a cuarentena de la oficina que tenemos en La Moneda. Y, en la familia, sí, pero la que más podía ser era mi señora, pero Paulina no resultó positiva nunca. Y ella estaba encerrada en su pieza del departamento, en un dormitorio.
-¿Tiene idea de cómo se contagió?
-En los días que me contagié todavía era ministro de Vivienda, andaba mucho en actividades en terreno, distribuyendo las cajas, todas con la distancia física necesaria, con mascarillas, lavado de manos y todo lo que significa. Pudo haber sido cuando llegué a la nueva oficina, que hubiera sido alguien del equipo que estaba contagiado…
-Tomando todos los resguardos igual se contagió…
-Por ejemplo, hoy anduve en la calle en Independencia, cerca del Cementerio General distribuyendo las ayudas a gente en situación de calle, y la gente necesita ayuda e igual se te acerca, y tienes que conversar. Es todo al aire libre, todos con mascarillas, a dos o tres metros de distancia, pero igual siempre hay posibilidades… Se supone que ahora estoy inmune, se supone, porque todo está por descubrirse. Así que me sigo cuidando igual. Es odioso el contagio, es complejo, por muchas precauciones que uno tome. Yo las tomé y me contagié igual.
-¿Cuál es su rutina ahora cuando llega a la casa?
-Me saco los zapatos, los dejo en un balconcito que tenemos. La mascarilla altiro a una bolsa de lavado y de inmediato la rutina de lavado de manos y cara y ya como es tarde cambiarse o derechamente ponerse el pijama. O un buzo o algo más cómodo. Hay un montón de rutinas, como los pedidos que uno alcanza a hacer, también le echamos desinfectante. Le ponemos harto esfuerzo a eso.
La pobreza -¿Y qué siente cuando ve a la ciudad moviéndose? Usted estuvo enfermo, debe tener un significado especial ahora.
-Hay que hacer un esfuerzo gigante por disminuir la circulación en las calles. Pero hay que ser consciente de que está la angustia y la urgente necesidad de las familias muchas veces de tener que salir a lo urgente. Así y todo, la principal obligación es no salir si es que no es estrictamente necesario. Para eso está la red de protección social, y esta cantidad importante de ayuda que siempre va a ser insuficiente, pero que es importante, de transferencia de recursos para que la gente no tenga la obligación ni la necesidad de moverse o de circular. Pero la sensación es de preocupación porque la mayor circulación hace que haya una mayor posibilidad de contagio. Hay que mirar el otro lado de la moneda: mucha gente que lo está pasando mal. Las ayudan atienden las necesidades más urgentes, pero hay angustia en las familias.
-Es una ecuación difícil de resolver para ustedes que tienen que implementar políticas públicas. Por un lado la crisis sanitaria y por el otro la necesidad de las personas.
-Hoy lo más urgente es la salud, es la prioridad uno. En segundo orden está el satisfacer las necesidades. Es por eso que desde este ministerio y los demás esta red de protección social lo que busca es evitar que las familias salgan a la calle y circulen lo menos posible. Es difícil esta ecuación, nadie estaba preparado para esto, para este nivel de contagio. A todos nos llegó de golpe, ha sido fuerte y ha habido un aprendizaje permanente para ser más eficientes en la atención en Salud, en desarrollo social, en los municipios… todo ha sido nuevo. Hace ocho meses hablábamos de cómo distribuir mejor la riqueza y reducir las desigualdades, y hoy de cómo evitamos que más gente vuelva a los niveles de pobreza que ya había dejado, que había logrado superar. Ha sido bastante vertiginoso todo.
-Pasó de Vivienda a Desarrollo Social de un día para otro. ¿Descubrió cosas nuevas con este cambio?
-Son primos hermanos, pero la experiencia en el ministerio de Vivienda es de mucho valor. Porque muchos de los temas que aquí se ven están de la mano. Allá obviamente está más enfocado en la vivienda, en la ciudad, los espacios públicos, en recuperar.... Pero también hay mucha carencia en las familias que viven en campamentos. Cuando me toca visitar regiones, uno se da cuenta de que hay diferentes carencias en vivienda, graficadas básicamente en las familias que no tienen acceso a ella porque viven en campamentos o porque viven en hacinamiento crítico. Y eso ha sido de mucho valor para entender el de Desarrollo Social, que es más amplio, porque éste coordina todas las políticas sociales del gobierno, de los diferentes ministerios.
-El exministro Mañalich dijo que no tenía conciencia del nivel de hacinamiento en que vivían algunos chilenos… ¿usted sí?
-El hacinamiento forma parte del día a día en el ministerio de Vivienda. En el norte del país, por ejemplo, los altos costos de un arriendo o el mayor valor de las viviendas, hace que las personas tomen la decisión de ir a un campamento. O, literalmente vivir en los campamentos invisibles, que son el allegamiento o el hacinamiento crítico, que están más que presentes. Cuando estaba en Vivienda iniciamos una labor de tratar de ayudar y acción preventiva con las familias que viven en campamentos porque sabíamos que las situaciones de contagio iban a ser mayores porque las condiciones de aislamiento son más precarias.
-¿Hay diferencias entre Santiago y las regiones?
-Las necesidades se replican en regiones. Pero el factor climático es determinante. Las personas en situación de calle, por ejemplo, lo pasan en invierno mucho peor en las zonas del centro al sur. El número de campamentos es mucho mayor en centro norte que centro sur, y ahí hay costos de vida más alto, por tanto, se producen diferencias de este tipo.
La calle
-Ya es un hecho de la causa que va a aumentar la pobreza. ¿Ya hay más gente en situación de calle?
-Como dije, el debate anterior era cómo distribuir mejor la riqueza y disminuir la desigualdad, y hoy la duda es cómo evitamos que más gente llegue a niveles de pobreza que habían superado. Y cómo hacemos para que las personas recuperen sus trabajos. Esa es la realidad del país hoy día, lamentablemente. Tenemos un país con más carencias y más pobre que el que teníamos uno o dos años atrás. Tenemos que hacernos cargo de eso. Eso se percibe en la calle. Hoy debo haber conversado con unas 50 personas (tuvo una actividad con personas en situación de calle en Independencia). La gente lo está pasando muy mal, no tienen ingresos, están haciendo lo que pueden para solventar sus gastos urgentes. No habían necesitado en muchos casos la ayuda del Estado y hoy sí la necesitan y la piden a gritos y con urgencia. El número de familias en allegamiento ha aumentado. Familias que han tenido que tomar la decisión por urgencia y necesidad de tener que habitar en un campamento o una toma, con todo lo que eso significa. Lamentablemente somos un país más pobre, y esa realidad es la que se está enfrentando desde el gobierno con la mayor celeridad posible. Vamos a necesitar un buen tiempo para recuperarnos. Por eso este Marco de Entendimiento tiene sentido, porque permite ayudar a la gente más necesitada.
-¿Le duele cuando se dice que a este gobierno le falta calle?
-Yo ando todo el día en la calle. Yo sé que no es suficiente, a lo mejor hay que hacer más esfuerzos. Pero tenemos la mayor preocupación y sensibilidad por las personas que lo están pasando mal. Y por lo tanto eso está más que presente. A veces son frases, críticas, unas bien y otras mal intencionadas, pero sí hay una preocupación de nosotros en el Gobierno, como autoridades, de estar lo más atentos posible a las necesidades del día a día de gente que lo está pasando muy muy mal. Mi lugar es la calle.
-¿Y hay cómo mantener este flujo de ayuda si la crisis sanitaria se extiende?
-Este Marco nos ayuda porque se fijan reglas presupuestarias, 12 mil millones de dólares, con dos focos fundamentales: la protección social y la recuperación del empleo. La primera es la más urgente. Por ejemplo, el IFE lo que busca es ayudar a las familias que más lo necesitan, más el apoyo a las personas que emiten boletas de honorarios, el apoyo a través de la Ley de Protección del Empleo, subsidios de cesantía, van en esa línea. Para pasar de la mejor manera posible un invierno que está siendo muy cuesta arriba.
-Y que está recién partiendo…
-Eso lo hace más cuesta arriba. Aumentar el número de familias, el monto por familia y los meses que se va a entregar, que va a ser hasta agosto las cuotas de apoyo a la familia.
-¿Y si la crisis pasa a la primavera?
-Nosotros vamos a estar más que activos para seguir apoyando si las condiciones sanitarias así lo señalan. Por de pronto el IFE tiene aprobadas dos cuotas una en septiembre y otra en octubre.
-En octubre-noviembre estaríamos bien parados, entonces…
-Sí, o sea, digamos que atendiendo las ayudas más urgentes, porque siempre las ayudas del Estado van a ser insuficientes.
-La caja de alimentos ya se les está acabando a los primeros que la recibieron.
-Por eso el proceso es doble. Protección social es lo urgente, y condiciones sanitarias que permitan disminuir los contagios para poder iniciar un proceso de recuperación del empleo. A todas luces hoy somos un país más pobre, somos un país más carente y necesitado. Y tenemos que ponernos de pie rápidamente para superar este proceso. Pero esa es nuestra realidad.
-Bloomberg concluyó que Chile trató de enfrentar la pandemia como país rico, para darse cuenta de que su gente era pobre. ¿Le hace sentido eso?
-Siempre son titulares rimbombantes, el contagio, el aislamiento, la cuarentena, las condiciones sanitarias han generado un proceso de aprendizaje fuerte y lógicamente hay que llegar al máximo número de familias posibles. En el camino se cometen errores, es lógico, y hay que corregirlo, para que podamos rectificar. Y en eso estamos abiertos como gobierno, ese es el sentido. Afortunadamente estábamos en condiciones macroeconómicas y financieras y presupuestarias que nos permiten endeudarnos para poder enfrentar de mejor manera la pandemia, pero hay mucho de aprendizaje en esto. Y lo hemos ido asumiendo y corrigiendo.
-¿Cómo vamos a ser los chilenos luego de la pandemia?
-Hay varias cosas. Primero tenemos que asumir que somos un país más carente y más empobrecido y por lo tanto tenemos entre todos que tratar de ponernos de pie y recuperar el empleo, para poder ir mejorando paulatinamente la calidad de vida de las personas. Segundo, no hay que olvidar los malos momentos e intentar seguir siendo un país más solidario, donde nos importe el resto y donde se valore el rol que juega el Estado en momentos complejos como estos. Y también desde el punto de vista del desarrollo de las personas, entender que nadie es dueño de la verdad y que más allá de las legítimas diferencias se puede llegar a consensos que nos permitan ir en ayuda de las familias. Y cosas puntuales, el teletrabajo, el ser más eficiente, el reunirse más digitalmente, también son temas que van a estar más que presentes que nos permitan ser más eficientes como país. Pero lo más importante, a valorar más la vida. Porque es tan feble y frágil, que están pandemias y contagios que nadie las conoce, nadie las percibía y llegaron de golpe.
-También cambiará nuestra forma de interactuar? ¿Se acaban los saludos de beso?
-Absolutamente. Eso es sin retorno, la manera de trabajar, de relacionarse, de cuidarse, la higiene, yo creo que es sin retorno. Son evoluciones que las sociedades van teniendo. Ocurre cada cierto tiempo. Desde los niños más pequeños hasta las personas más adultas, hay toda una generación que va a quedar marcada por este proceso.
-Europa soltó un poquito y aumentaron los contagios.
-Hay que aprender de los avances de los otros países. Tenemos que sacar lecciones de lo que está ocurriendo ahora. No puede ser de golpe ni pretender que vamos a seguir haciendo las cosas igual que lo hacíamos antes. Hay que ser precavidos y en eso el rol de la autoridad es clave.
el ministro monckeberg ha estado mucho en la calle, asistiendo a las personas más vulnerables que son el foco de su nuevo ministerio.
"Yo ando todo el día en la calle. Yo sé que no es suficiente, a lo mejor hay que hacer más esfuerzos. Pero tenemos la mayor preocupación y sensibilidad por las personas que lo están pasando mal".
cedida