Escuchar más a nuestros artistas
Los creadores de todo tipo nos hacen la vida más bella, sin duda, y eso hay que agradecerlo, su talento y constancia, lidian con las dificultades propias y contextuales La muerte del maestro Ennio Morricone debe recordarnos la finitud de la existencia y el poder de las personas de crear belleza y momentos inolvidables que sobrepasan el presente.
No sólo los próceres como políticos, militares, educadores o científicos cambian los ejes de lo que llamamos cultura; los artistas también caen en esa dimensión y vaya que tienen poder en tal ámbito.
El pasado lunes se conoció de la muerte del maestro italiano Ennio Morricone, creador de innumerables piezas musicales, inmortalizadas en celebrados filmes de amplia gama.
Trabajó con directores destacadísimos y notables como Sergio Leone, Giuseppe Tornatore y Quentin Tarantino, entre otros. De su inmensa creatividad salieron melodías que son parte del inconsciente colectivo de Occidente: desde los "spaghetti western", pasando por ficciones y relatos históricos.
El trabajo de Morricone es profundo y bello, al punto que hace difícil escapar de la tentación de adjetivar recurrentemente el texto como forma simple de enfatizar su legado. A sus obvias condiciones naturales sumó un profesionalismo que lo mantuvo activo hasta el final.
El maestro, que estuvo en varias ocasiones en Chile, era producto de una generación que vivió momentos extremos, como el impacto de la I Guerra mundial, el padecimiento de la Segunda, la pobreza el hambre, la división política, entre otros factores, pero que jamás dejaron de poner al ser humano en el centro.
Tal respeto y amor por la persona está recurrentemente presente en la labor del artista, que se alimenta del contexto social, al tiempo que es capaz de intervenir lo con sus obras que son singulares interpretaciones y ofertas para el futuro.
El arte y el artista se conducen entre lo que distinguen y les afecta, y así crean para entonces disponer de una oferta, casi como un sacrificio, que muchas veces nos conmueve, emociona, interpela, pero que nunca puede ser inocuo, porque siempre porta un mensaje.
Los artistas nos hacen la vida más bella, sin duda, y eso hay que agradecerlo, su talento y constancia, lidian con las dificultades propias y contextuales, pero allí están, a pesar de todo, siguiendo sus sueños.
Hay muchos creadores de distintas disciplinas entre nosotros. Aprendamos a escucharlos más.