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Cuidado de la salud mental

Mantengamos la esperanza de que este momento difícil será superado con la colaboración de todos. No hay salidas individuales, sino de todos, del colectivo. El aporte hecho por Creo Antofagasta, la Municipalidad, el gobierno y las casas de estudios locales, como la UA, la UCN, la UST y la UPV, entre otros organismos, para enfrentar este desafío es de un enorme valor.
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Los efectos de la pandemia son de distinto tipo e involucran lo directamente sanitario, lo económico y está quedando en evidencia que la salud mental también ha sido fuertemente impactada en distintos segmentos de la población.

Por distintos estudios preliminares, consultas y datos recogidos desde distintas fuentes, ha quedado en evidencia el aumento del estrés, el insomnio, la depresión y lamentablemente las ideas suicidas. Consecuencialmente se ha visto un incremento en el consumo de medicamentos relajantes y otras drogas legales e ilegales.

No se trata de un efecto del virus que causa el COVID-19, sino una derivada de las restricciones impuestas para contener la pandemia: la obligación de quedarse en casa, el encierro, lo que para muchos es un aislamiento complejo, la distancia social y en general, la falta de contacto físico, son dificultades difíciles de sobrellevar y para las cuales nadie estaba preparado.

El asunto fue abordado ayer en el conversatorio "Salud mental en tiempos de pandemia" que contó con la participación de los sicólogos Victoria Leiva, Paula Contreras, Miguel Ángel Ramos y Milenko del Valle y Matías Irarrázabal, jefe del Departamento de Salud Mental del Ministerio de Salud.

Debe ponerse otro antecedente: el país ya enfrentaba altos problemas de salud mental y consumo de estupefacientes, mucho antes de la pandemia, lo que da cuenta de que hay algo que estamos haciendo mal y debemos corregir.

Lo gratificante es que ante este enorme desafío, distintos estamentos públicos y privados asumieron la tarea de ayudar en la contención de la población local en este ámbito, algo que muestra una gran sensibilidad social y preocupación por el otro. Para estos efectos, incluso se habilitó el teléfono gratuito: 800 914 080, habilitado para quienes necesiten ayuda.

El tejido social existe y puede fortalecerse con acciones como estas. Será la forma en que saldremos adelante de la mejor manera, recordando nuestra humanidad y que con un trabajo conjunto superaremos este escollo.

El Dieciocho de ayer y hoy

"En 1915 en Chuquicamata la minera y Calama celebraban la Independencia. El 17 de septiembre se escuchó la salva de 21 cañonazos".
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En un martes 18 de septiembre 1810 se abrió la sesión del cabildo, con 400 vecinos, en el edificio del Real Tribunal del Consulado de Santiago, entre las 9 - 15 hrs. Dirigido por el Gobernador del Reino de Chile, don Mateo de Toro Zambrano, que renunciaba diciendo "Aquí está el bastón, disponed de él y del mando" Solicitó se dieran los pasos convenientes a seguir para el país y el rey, la creación de una Junta de gobierno. Aceptada por aclamación bajo la consigna ¡Junta queremos! Se formó una Junta Provisional con 9 miembros. Una vez concluida la sesión las campanas de la Iglesia repicaron y se celebraron fiestas y bailes en las calles.

Han pasado más de 210 años que Chile es una nación independiente, con varias celebraciones, gobiernos, constituciones, plebiscitos. Recordemos el primero de tres colores blanco, azul y el rojo; preguntando si deseaban formar una nación totalmente separada de España. De las celebraciones en 1822 la escritora inglesa María Graham vio desde su ventana que 2000 hombres armados con lanzas de caña larga y punta de hierro marchaban con uniforme de campaña y capa roja. . La gente se vestía con zapatos y trajes nuevos, bailaban la zamacueca, bebían chacolí con naranja, competían subiendo al palo encebado y carrera de gatos.

En 1915 en Chuquicamata la minera y Calama celebraban la Independencia. El 17 de septiembre se escuchó la salva de 21 cañonazos. Se inauguraron las ramadas con entretenciones de tirar el cable, carreras de carretillas, carreras de mulas y premios. En la tarde se realizó el banquete popular repartiendo 8 cajones de cerveza, dos cuarterolas de vino y 500 empanadas. A las 18 horas, comida en el rancho, siguiendo la iluminación de todas las minas, terminando con el recorrido de carros alegóricos y el desfile cívico. Años más tarde las celebraciones consistían en varios días. Todas las casas se embanderaban, despertábamos con los 21 cañonazos y el sonido de la banda de músico por las calles. Luego, se inauguraban las ramadas de pocas ramas con conjuntos criollos y canciones chilenas, cuecas, chicha, vino, cazuelas, empanadas. Se realizaban con los escolares las veladas donde se recitábamos "al pie de la Bandera" los desfiles donde todos lucíamos ropas nuevas, y cantábamos a toda voz la Canción Nacional, allí asistía todo el pueblo, nos sacábamos la tradicional foto de cajón y tomábamos helados.

En la tarde participábamos en las competencias de cuecas y juegos tradicionales. En la noche todos mirábamos los fuegos artificiales los que cerraban las fiestas. Hoy en cuarentena solo recuerdos; pero aún puedo pedir que me ayuden a gritar un Viva Chiley decir que linda es mi tierra chilena.

Nancy Monterrey

Escritora chuquicamatina

La cruel evidencia

"Mientras la educación sea una carencia y el capital reine por sobre el trabajo, no alcanzaremos el desarrollo". Pamela Ramírez, Directora ejecutiva Corporación Proa
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La deficiente distribución económica, los bajos ingresos y el emprendimiento informal como forma de subsistencia. Toda esa vulnerabilidad de la que no dan lectura las estadísticas y que se traduce en hacinamiento, acceso desigual a la salud y educación, transporte ineficiente, ciudades artificialmente fragmentadas y seres humanos etiquetados en segmentos sociales. En fin, todo aquello que nos va dividiendo como sociedad y que solo logra hacernos vivir atemorizados del otro, de ese que no es como yo, que posee más o menos y que por ello es mi amenaza.

Hemos perdido la eficiencia en pos de la ideología, no logramos aceptar que la economía es transversal a incrédulos, desencantados y partidistas. Cada uno de nosotros es parte de este engranaje, una sociedad de la que no podemos escapar y por la que tenemos que esforzarnos en mejorar, optimizando sus recursos con eficiencia de manera de brindar un mejor piso para todos. Mientras más nos distanciemos en estereotipados y anacrónicos paradigmas, más nos alejamos de poder construir una sociedad más justa para todos. Divide y reinarás.

No ha existido voluntad política de construir país, si basta con ver cualquier programa de debate en el que quien vocifera más fuerte y logra exponer su voz por sobre el otro, aparece como el farol que pudiese salvarnos. Como si bastasen las palabras para construir futuro, como si no hubiesen transcurrido 30 años desde el retorno a la democracia con parlamentarios apernados eternos que jubilaran en sus sillones cual realeza. Y no nos engañemos, aquí tenemos ejemplos de todos los bandos.

Llevamos décadas siendo el miserable botín de uno u otro, y cuando hemos tenido luces de cordura nos han arrebatado la opción. Hoy, muchos aún tienen la osadía de vestirse de "la alegría ya viene", y alzan la voz como constituyentes sin un atisbo de vergüenza.

La cruel evidencia nos señala que mientras la educación sea una carencia y el capital reine por sobre el trabajo, no alcanzaremos el desarrollo. Un horizonte limitado para tantos compatriotas y que se traduce en votos manejables y mano de obra barata. Pan y circo. Si basta con ver los humildes comandos pagos, que resguardan las palomas de cualquier tendencia política.

Abogo por todos aquellos que no han sucumbido a la tentación de la seudo realeza política, que creen en el diálogo, que anhelan un mejor futuro para todos nuestros niños y jóvenes, que exigen un mejor presente para nuestros adultos mayores. Todos los que no queremos más miseria ni temores, los que queremos vivir en paz, en un país sin abusos, sin la indolente delincuencia de cuello y corbata.

Abogo por los que queremos trabajar con ganas, dando lo mejor de nosotros para aportar a Chile desde nuestras diversas miradas, dejando de lado nuestros dolores, apostando a la dignidad humana, al valor del trabajo y el esfuerzo. Mirémonos a los ojos y comprometámonos a levantar entre todos un sustento mínimo que nos brinde paz y nos impulse al desarrollo.

La cruel evidencia señala que mientras el mundo político, que nos representa y al que todos sustentamos económicamente, no actué con altura de miras y tenga el alma y las agallas para consensuar un proyecto un país a largo plazo, constitución más o constitución menos, la realidad cambiará muy poco.