Uno de los pilares en el tratamiento del cáncer es la quimioterapia, que consiste en la administración de medicamentos que tienen la capacidad de reducir o eliminar las células malignas del organismo. Pero factores como el tipo de cáncer, la etapa en que se encuentra y condiciones generales de salud del paciente que la necesita hacen que, en base a esas drogas, deba elaborarse para cada uno de ellos una quimioterapia particular, la que es indicada por su oncólogo tratante.
Lo anterior hace que la preparación de una quimioterapia sea una tarea delicada. En el corazón de ese proceso se encuentran dos conceptos claves: calidad y seguridad.
"El paciente debe recibir exactamente lo que se le prescribió, preparado en condiciones ambientales adecuadas. Las drogas oncológicas pertenecen a una familia de medicamentos en que pequeñas variaciones en las dosis van a determinar que tengan un efecto terapéutico o tóxico. Una leve diferencia puede hacer que el paciente tolere la quimioterapia o no la pueda seguir usando, y que ésta tenga o no el efecto deseado", explica Paola Salinas, Subgerente de Servicios Farmacéuticos de FALP.
Lo anterior, más la naturaleza propia de los medicamentos oncológicos -actúan tanto sobre células tumorales como sanas, lo que puede revestir un riesgo para el operador que las manipula si inhala sus aerosoles, por ejemplo-, generó la necesidad de que se reglamentaran las condiciones en que deben producirse las quimioterapias.
"El marco regulatorio en Chile dice que los centros de salud donde se realice este tipo de manipulación deben contar con salas blancas o unidades centralizadas de preparación de medicamentos citotóxicos, que son ambientes asépticos y que impiden la filtración de sustancias peligrosas hacia el exterior. Hoy la práctica estándar es hacer esta tarea mediante producción manual y utilizando cabinas de bioseguridad: el operador introduce únicamente las manos en la cabina para manipular los medicamentos, mientras una cortina de aire genera una barrera de protección. Y cuando llega una prescripción médica de quimioterapia, es responsable de seleccionar los materiales, fraccionar el volumen que corresponde a la dosis del paciente, ponerlo en un contenedor, asegurarse de que el suero en que se diluye la droga sea el correcto y etiquetar", explica.
Sin embargo, dice, con el objetivo de aumentar los niveles de calidad y de seguridad -tanto para el paciente como para los operadores-, hace algunos años comenzaron a desarrollarse sistemas automatizados para la producción de preparados oncológicos.
"En general, los lugares en el mundo que cuentan con esta tecnología son centros especializados en oncología. Entre los países que más la usan se encuentran Italia, Alemania, España e Inglaterra, Japón, Corea del Sur y Estados Unidos. En Latinoamérica, FALP es la única institución que cuenta con un sistema automatizado para preparación de quimioterapia, llamado Apoteca Chemo".
Apoteca Chemo es un robot que, gracias a un avanzado software, realiza todo ese proceso de preparación de quimioterapia de acuerdo a la indicación ordenada por el médico y validada por el químico farmacéutico. Tras pedir al operador los materiales necesarios, se asegura de que los productos sean los correctos y prepara las dosis requeridas con niveles de exactitud difíciles de conseguir con la elaboración manual.
El sistema es absolutamente trazable, ya que deja un registro de cada punto crítico del proceso de producción, garantizando la correcta elaboración del preparado citotóxico.
"Con este sistema, nuestra capacidad productiva puede crecer de un 30% a 40% de forma sana, sin exponer más a los trabajadores. Y a nuestros pacientes les aseguramos que van a recibir un producto con el estándar de calidad más alto con que se puede realizar ese preparado", finaliza.