Me preguntan
Me preguntan, en el contexto de esta Navidad, ¿Qué le regalaría a Antofagasta, a la región, después de este duro año? ¿Qué nos hace falta como comunidad?
Mientras contemplo un cáliz que tal vez ocupe en la misa de nochebuena (copón, artesanía en cobre que tiene diseños de nuestros pueblos originarios y que dice Chile).
Celebraremos una Navidad "especial" no sólo por el sentido que ella misma tiene para la vida del cristiano: "recordar el nacimiento del Hijo de Dios y Salvador de la Humanidad", sino que será especial también por todo lo que ha significado este año 2020, un número fácil de decir y memorizar, pero que ha sido difícil de vivir y de sobrevivir por la pandemia a nivel mundial y sus efectos en la frágil economía, que como el gigante del libro del profeta Daniel, tiene los pies de barro y que se ha caído a pedazos como tantas otras cosas a nivel mundial, país y también a nivel regional.
Por ello, creo que un buen regalo para nuestra población sería unos bueno lentes para fijarnos en los rincones que la vida, la verdadera vida brota en los rincones…
Para los cristianos, en navidad, recordamos el nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios, que nació en un rincón del imperio romano y dentro de ese rincón, Belén, otro rincón más insignificante aún, tanto o más, como Nazareth, que para burlas y descalificaciones era lugar preferido ¿puede salir algo bueno de Nazareth? (preguntó un incrédulo Natanael, cuando le hablaron que Jesús era el Mesías). Es decir, si queremos agudizar nuestra mirada espiritual, social, económica e incluso mirada global… partamos desde los rincones, porque ahí tendremos una clave.
Esos lentes nos servirían para tratar de ver el lado del vaso lleno en este año 2020 que ha sido tan "especial" - por decir una palabra guardando la ironía y no usando un improperio.
Como nunca antes, a nuestra generación nos tocó percibir la fragilidad de la vida. A muchos, nos tocó "llorar para dentro" que no se notara, porque incluso virtualmente debía estar bien para enfrentar nuestra vida laboral… Nos tocó dejar lágrimas a mitad de garganta o a media mejilla, por el ser querido que partió y no pudimos decirle a Dios y a los suyos darles el abrazo presencial de "compañía en el dolor".
Durante este 2020, tuve la oportunidad de ver muchos "belenes" en cada olla popular y en los rincones de nuestra ciudad… pude ver al niño Jesús jugando entre las papas y las verduras, mientras las madres y mujeres de muchos multiplicaban el pan como el Jesús adulto una y otra vez y con cariño orgulloso puedo decir que me gustó ser el portador de esas ayudas para tantos y tantas…
Las mascarillas durante este 2020, no pudieron ocultar las verdaderas sonrisas de nuestros pobladores que a pesar de todo y con todo… cultivaron la empatía como don que surgió con la naturalidad de quien se sabe frágil y fuerte a la vez. Esto lo vi desde los rincones por donde caminé con otros y con otras.
Nuestra gente sencilla, demostró, en este 2020, a los grandes de la economía, que sí sabemos de "Oiko - nomo" y que la unión hace la fuerza… lo logrado frente al tema del 10% también se convirtió en solidaridad entre los más pobres de nuestra ciudad, doy fe como en la elaboración de las canastas solidarias muchos donaron "haciendo historia" "esto lo comparto con mi 10%".
Para nuestra generación, nos parecerá que esta navidad es "tan rara y/o fome" pero si pudiesen hablarnos las generaciones de los que vivieron las navidades durante la Primera, o la Segunda Guerra Mundial, o aquellos que, en nuestro norte, vivieron la navidad de 1907 con un fuerte olor a la sangre que se había derramado en Iquique, paradójicamente en un colegio cuyo nombre aduce a la Madre del Salvador. También ellos y ellas vivieron navidades especiales y terribles. ¡Nosotros no les llegamos ni a los talones!
Creo que, desde nuestros rincones, incluso los rincones de nuestras casas y departamentos que durante este año conocimos muy bien cuando estuvimos encerrados, podremos ver mejor la vida y agudizar la mirada que nos interpela por y para ser mejores seres humanos… seres humanizados que nos sabemos frágiles y fuertes a la vez. Fuertes en el amor y la solidaridad que podemos dar, incluso en distancia social pero no con distancia cordial.
A nuestra ciudad, a nuestra región y país, le regalaría ciudadanía; de la verdadera, claro está, de la que no surge por arreglines de partidos o conveniencias ideológicas o sistemas binominales o partidistas de los cuales ya estamos cansados…
Con esa ciudadanía, que nace desde los rincones fecundos de nuestra sociedad, podremos abrirnos a un 2021 con mirada amplia y honesto caminar.
Quiero una navidad sanadora para nuestro pueblo, tenemos muchas heridas que curar, vendar y reconciliar.
Quiero una Navidad austera, porque si no hemos aprendido la sencillez de vida con todo esto… nuestro ser se quedará vacío de sentido…
Una Navidad que nos permita sanar heridas sociales marcadas por injusticias y por falta de oportunidades, una navidad de verdadero perdón que reconociendo el "mea culpa" nos haga madurar y nos haga sentarnos a todos por igual a soñar con nuevas navidades en nuestra patria, navidades con toda la riqueza cultural de todos y todas los y las que están haciendo de nuestro norte su casa.
Chile, comenzó un parto el 18 de octubre 2019, y eso también puede ser una nueva Navidad en la medida en que todos y todas queramos lo mejor sin beneficios propios, sino que buscando el pesebre común para el nuevo Chile.
En fraternidad y sororidad: Feliz Navidad 2020.
Pepe Abarza Morales, cmf