Vandalismo sin sentido
La pérdida constante de bienes que nos sirven a todos, como semáforos, sirenas de tsunami y letreros viales, es algo que nos debe preocupar profundamente. Cuesta entender que personas seguramente avecindadas en la región, se empeñen en inutilizar este tipo de bienes, cuyo valor económico es apenas una fracción del valor que tienen para la comunidad.
Hace unos días se conoció un nuevo robo de equipos de la red de alerta temprana de tsunami instalada en la región. En esta ocasión desconocidos se llevaron equipos desde una de las estaciones de Antofagasta, afectando temporalmente las capacidades de este sistema.
No se trata de la primera vez que esto sucede, de hecho en los últimos tres años se han registrado al menos once robos similares en estaciones de Mejillones, Tocopilla, Taltal y Antofagasta.
Paneles solares y baterías son los principales blancos de los delincuentes, que parecen conocer muy bien las vulnerabilidades de las instalaciones.
Pero no es el único ejemplo del accionar de ladrones o vándalos contra infraestructura importante en la región. Los caminos y carreteras de la zona la sufren constante destrucción y el robo de distintos elementos, como letreros y demarcaciones, en magnitudes que poco se conocen.
El Ministerio de Obras Públicas (Mop) a través de la Dirección Regional de Vialidad, anualmente destina una inversión aproximada de $1.000 millones en reparar o reemplazar señalizaciones verticales y barreras en las rutas interurbanas no concesionadas de la región.
Estos recursos están distribuidos en diez contratos globales que tienen por objetivo mantener el estándar vial de las carreteras, precisamente frente a contingencias como robos, vandalismo y, por supuesto, también accidentes.
Cabe hacer presente que la destrucción, robo o vandalismo que sufren constantemente elementos como la red de alerta de tsunami, las demarcaciones viales o los semáforos -que como sabemos han sido afectados a extremos nunca vistos en las protestas- son un atentado doloso a la seguridad de todos.
Cuesta entender que personas seguramente avecindadas en la región, se empeñen en inutilizar este tipo de bienes, cuyo valor económico es apenas una fracción del valor que tienen para la comunidad.
La irracionalidad y la irresponsabilidad de estos actos debe ser condenada con firmeza, por los costos que involucra, pero fundamentalmente por la inseguridad que acarrea para todos nosotros.