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"Todos podemos ser el señor Germain"

ANTOFAGASTINIDAD. Bernardo Cienfuegos, profesor y escritor.
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Bernardo Cienfuegos es profesor de profesión, actual tesista del máster en escritura creativa de la Universidad de Salamanca, miembro fundador del Club de Lectura Rebelde, director de la Corporación Cultural La Toma y uno de los conductores del programa radial "La República de las letras", emitido por la Radio Sol, actualmente en su sexta temporada.

¿Dónde creciste y qué recuerdos guardas de tu infancia?

- Nací en un verano caluroso de 1987, en una Antofagasta que era otra, de la cual recuerdo principalmente su lentitud, como si todo estuviese detenido, como la geografía de sus cerros. De aquellos años siempre vuelve mis tiempos creciendo en la población Bonilla, jugar en los terrenos baldíos en las calles de tierra, a la pelota, a las escondidas, elevar volantines de papel. También estudiar muy cerca, en la escuela Humberto González Echegoyen. Eran momentos de comer corbatitas al salir de clases o, cuando había elecciones, sacar un tarro con agua y limpiar los autos que se amontonaban mientras pensaba ojalá tener dieciocho pronto y poder votar y ser profesor y esas cosas.

¿Qué crees que caracteriza/identifica a la literatura nortina?

-Eso depende de la etapa que se mire. La literatura, como todo arte, es hija de su tiempo, se apega o rechaza, profundiza o irrumpe, moviéndolo todo. Por ejemplo, aseveraba muy bien don Osvaldo Maya que el norte es un territorio de aventuras, donde la épica, la cuestión social, el sobrevivir, han sido la norma. Allí surgen con fuerza los cuatro grandes (Sabella, Bahamonde, Ferraro, Serge) y tantas otras como Sady Zañartu o Ana Neves: hombres y mujeres dedicadas a las letras que reflejaron la vastedad y lo sobrecogedor de su territorio. Ahora, más cerca a estos tiempos, donde la vida avanza de otra manera, los ojos de los creadores han ido explorando otros lugares, otros espacios, se abandona el polvo, los fantasmas entre los muros de adobe y los espinos en el desierto. Creo que el trabajo de estos autores es una valiosa forma de ir resignificando el arte de escribir, siempre conectado al lugar que habitas, pero ya mucho más allá de él, siempre.

¿Qué te apasiona de tu profesión como docente?

- Creo que el hecho mismo de ser profesor es apasionante, el de ser capaz de entregarte a esa tarea y sentir que todo vale la pena. Es una gran responsabilidad saber que tú le puedes cambiar la vida a un estudiante, sobre todo cuando hablamos de una escuela o liceo con número. Es sabido que el sistema educativo chileno es tan duro, recargado de contenidos y visiblemente segregador, y por ello no es gratuito pensar en cómo uno puede tender una mano, dar una oportunidad, un apoyo que va más allá de los simples conocimientos, el cual tiene como retribución el mayor pago de todos: una sonrisa. Todos podemos ser el señor Germain, el profesor de Albert Camus, ganador del Nobel de Literatura.

¿Cuál es el espacio de la región que más te gusta?

- El océano es un espacio vital en mi existencia, por tanto, aunque adoro el altiplano y muchos otros lugares, estoy prendado para siempre a las olas. Dicho esto, confieso que soy aficionado a la pesca deportiva y con mi padre salimos a recorrer diferentes lugares en busca de buenas capturas y, tal vez, conseguir un buen almuerzo para el día. Eso nos llevó a recorrer las costas de la región y cada espacio tiene sus sorpresas y sus maravillas. Sin embargo, recuerdo una vez llegar de madrugada a un sector al norte de Juan López. El mar estaba tranquilo y poco a poco las estrellas se perdían ante el inminente amanecer. Cuando el sol comenzó a salir entre los cerros, la ciudad de Antofagasta se había transformado en un largo y brumoso cordón de destellos brumoso azul-dorado, entre nubes y rayos de luz. Recuerdo haber perdido el aliento. Ese lugar, es mi preferido.

¿Qué proyectos estás desarrollando actualmente?

- En estos momentos estamos terminando las ediciones finales de mi último libro que habla, sin entrar en muchos detalles, de la soledad, el amor, las obligaciones de la adultez y los cuestionamientos a la realidad misma. Espero estar lanzando a mediados de este año si todo sale bien y la pandemia no dice otra cosa. Y, en paralelo, estoy escribiendo una novela sobre un crimen importante ocurrido en la ciudad, luego de varios años de investigación, el cual me tiene muy entusiasmado. Por otra parte, sigo adelante participando con un grupo maravilloso de personas en nuestro Club de Lectura Rebelde, quienes no solo leen, sino que hacen obras sociales apoyando a las ollas comunes y campamentos, tan abandonados a su suerte, y continuamos con nuestro programa radial de fomento lector La República de las letras, ya en su sexta temporada, el cual siempre es un bálsamo en estos tiempos aciagos.

¿Cuál es la principal enseñanza que te dejaron tus padres?

- Podría decir que su principal enseñanza sería la resiliencia, o tal vez que, con cosas simples, se puede tener un momento de felicidad. Sin embargo, creo que sería burdo reducirlo a solo eso, ya que aún recuerdo a mi madre diciéndole a ese niño que fui, que solo uno podía limitarse, que yo podía ser quien decidiera mientras fuese feliz, o recuerdo a mi padre enseñándome el nombre de cada animal marino, de cada espacio de la costa, repitiendo una y otra vez que se ama y respetar a "la maruja", ella, siempre bondadosa y también ruda. Ellos son imprescindibles.