Corazón de Señor
"Este salmo desnuda el corazón de Dios, un corazón que salva en tiempo de hambre".
Esta mañana, me pareció que el ruido de la ciudad, ensordecía menos que de costumbre, tal vez, es el ruido de pasos apresurados de una ciudad descalza, que corre sin rumbo. Observo miradas, latidos, que parecen esconderse de algo que mece el aire; esta mañana, en mi oración comentaba a Dios, las medidas que cada nación y sus instituciones, ejecutivas, legislativas y judiciales han tomado para enfrentar la actual pandemia sanitaria.
No recuerdo, haber escuchado, sin distingo alguno, algún líder hacer un llamado a confiar en Dios, de encomendarnos como pueblo, como nación a nuestro Señor Jesús. Hace un tiempo, leí un libro: "El Pasillo Estrecho" escrito por unos prestigiosos economistas de Harvard y el MIT, rescato y recuerdo unas líneas que quedaron grabadas en una pista de mi alma lectora.
La importancia de la justicia y equidad social y de la moral de sus instituciones, como eje principal y fundamental de una sociedad. La falta de solidez, orden, respeto e integridad de las instituciones, termina destruyendo, llenando la tierra de injusticia, de corrupción, de inequidad, desintegración, abuso y miseria. ¿Cómo puede prosperar una nación, si el gran ausente es Dios? Las instituciones la conformamos las personas, las consecuencias de vivir sin Dios, termina desmoronando cualquier modelo de sociedad, y la sociedad es la vida en su conjunto.
El salmo 33 expresa con gran júbilo, cuán grande se hace un país, una nación, un pueblo, una familia, una mujer, un hombre, que pone su corazón, sus ojos, sus rodillas, su alma entera en reconocer a Dios, a Jesús como Señor de su vida: "Bienaventurada es la nación cuyo Dios es el Señor" señala en uno de sus versos este maravilloso salmo, mostrando el camino, la ruta de vida a seguir, basado en su misericordia y dirección.
Este salmo desnuda el corazón de Dios, un corazón que salva en tiempo de hambre, un corazón que protege al desvalido que le busca, un corazón de Señor infinito en misericordia y perdón, un corazón de Señor que protege las naciones que le buscan, desbaratando intrigas y conspiraciones, un corazón de Señor que no necesita caballos ni ejércitos para proteger a sus pueblos fieles. En la carta del Apóstol San Pablo a Timoteo (1 Tim.2), el Apóstol aconseja, la necesidad de orar por las autoridades, quienes dirigen las instituciones. En estos tiempos globalizados e inciertos, desarmados, inermes que viven las naciones, son tiempos que nunca antes, el planeta había vivido.
En estos tiempos, y en todo tiempo, pidamos a nuestro Señor que provea a nuestros países de autoridades conforme a su corazón de Señor de Señores. Pidamos su dirección, sabiduría y conocimiento, al elegir a quienes buscan representarnos, sin dejar de clamar a su corazón, a "Jesucristo" al único "Señor de Señores".
Sergio Lagos Luciano,
Pastor Evangélico