Los riesgos de postergar
"Es Santiago quien define las cosas y ellos manejan el tablero donde los nuestros, con suerte, alcanzan el nivel de alfiles". César Trabucco, Sociólogo
Los números, qué duda cabe, respaldaron la postergación del proceso eleccionario. Resultó una medida tardía, pero atinada, en el contexto pandémico en que nos encontramos. Tratando de no naufragar pese a los desaciertos del capitán del barco que se empeña en imponer su experiencia en las aguas de la bolsa trasladándolas a mar gruesa.
La postergación, imperfecta al fijar fecha y no condiciones a satisfacer, trae obvias repercusiones que afectan desigualmente a los candidatos pues las espaldas para soportar un alargamiento de la campaña son disímiles en varios aspectos, pero quizá el más crítico sea el económico, introduciendo distorsiones en el proceso que ya tiene bastantes a su haber.
Existen otras y una particularmente me lleva a mayor preocupación, la cercanía perniciosa, para los regionalistas, de las elecciones presidenciales y parlamentarias de las que estamos próximos a realizar, por que progresivamente esas elecciones, presidente y parlamentarias, empiezan a operar obviamente como una gran fuerza centrípeta que le quita centralidad a aquellas que para nosotros son fundamentales, constituyentes, gobernador, alcalde y concejales.
Efectivamente mientras más se aproximan ambas elecciones la tentación y la acción de empezar a alinearse en torno a candidatos presidenciales y parlamentarios, que quitan centralidad a nuestros debates regionales y comunales, es mayor y a ratos irresistible.
El riesgo que la energía del 80 % del apruebo termine siendo devorado por el 2% de la política tradicional partidista es grande y de consecuencias complejas puesto que implica anular el concepto central de la elección constituyente, que es la expresión de las mayorías abrumadoras del apruebo por definir nuevas reglas del juego que terminaran en manos de los jugadores de siempre.
Cuando parlamentari@s y candidat@s presidenciales empiezan a copar la cancha y alinear a los candidatos de la región, a distintos cargos, la política de siempre vuelve por sus fueros y deslegitima lo que tiene de potente la política hecha en el territorio por los que lo habitan.
Obviamente se me acusará de ser inocente puesto que siempre ocurre lo mismo. Es Santiago quien define las cosas y ellos manejan el tablero donde los nuestros, con suerte, alcanzan el nivel de alfiles. Pero esta vez la elección podría ser distinta y ser coherente con el 18 de octubre liberándonos de ataduras que nos han quitado la energía y nos han dejado como espectadores con derecho a voto.
Ojalá se pueda resistir la tentación y no permitir que los de siempre se apropien de las grandes decisiones que el país y la región demandan y que no surgieron precisamente de la presidencia o el parlamento. Ojalá los constituyentes vayan a constituir y no a ser constituidos.