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ENTREVISTA. Mónica Espinoza, psicóloga infantil:

"A diferencia del año anterior, los niños están con menos ansiedad pero más agotados"

La profesional de la Universidad Católica asegura que la demanda de atención de los menores hacia los adultos ha aumentado.
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Mónica Espinoza es psicóloga clínica infanto-juvenil por la Pontificia Universidad Católica de Chile, tiene además un Diplomado Psicodiagnóstico Clínico Infantil en la misma universidad y otro en Terapia de Juego por Grupo Metáfora. También es madre de tres niñas y actualmente trabaja en la Clínica de la Universidad de los Andes y presta asistencia en un colegio en Chicureo en Santiago.

¿Cómo ha impactado la pandemia en el comportamiento de los niños y niñas?

-A diferencia del año anterior, en se ha percibido un poco menos de ansiedad. Principalmente porque ya están más acostumbrados a lo que es estar sentados frente a un computador, los colegios también están mucho más ordenados, ya no está esa sensación de descontrol o de no saber en dónde estamos parados, este año eso está mucho más regulado. Pero por otro lado, los niños están mucho más agotados pero por lo mismo, porque ahora que están más organizados, son más horas de estudio, las clases parten más temprano, duran algunas hasta más de las 4 de la tarde.

Ahora están más cansados que angustiados, pero de todas formas hay niños que no están estables o están más reactivos, así como sintomatologías, con una menor percepción de felicidad. Algunos chicos más pequeños de cero a seis años, están con conductas más repetitivas, que se vuelven a chupar el dedo, otros que habían dejado el chupete y vuelven hacerlo.

También se ha visto harto como ha aumentado la demanda de los niños a los adultos, están más demandantes de atención y contención en el día a día. Y lo más lamentable es que a pesar de que muchos de los papás están en la casa y disponibles físicamente, pero posiblemente no lo están emocionalmente como los niños necesitan, ya que no podemos contenerlos o ayudarlos en todo momento. Entonces eso les genera más frustración todavía. Eso ha sido súper difícil para los papás y los hijos, por toda la carga laboral, el tema económico, la pandemia, los papás estamos siendo menos capaces de regular a nuestros propios hijos en la medida en que nosotros igual estamos. Por lo mismo, esto se transforma en un círculo vicioso y por eso es difícil de romper. Por eso es importante tener una estructura lo más ordenada posible, tener una rutina, esto ayuda a los niños a poder controlar más situaciones que enfrentan sobretodo en el este contexto de incertidumbre.

¿Cuáles serían las señales de alerta?

-También como papás debemos estar más atentos a las señales, que no tengan trastornos de sueños, que pierdan el apetito o que coman mucho o que anden más reactivos. Porqué al no socializar con los compañeros, estamos perdiendo una parte importante del desarrollo de habilidades sociales y personales. Y eso les afecta.

¿Cuándo es necesario pedir ayuda?

-No creo que haya que esperar a que hayan tantas señales, como papas estar más atentos a los comportamientos que sus hijos puedan tener, para contener y a poder ayudarlos a enfrentar estas emociones que se entienden que las están sintiendo, y que se entiende que obviamente no están preparados para enfrentar, tales como la frustración o la ansiedad. Por eso como adultos tenemos que ayudarlos a regularse para que después aprendan a auto-regularse solos, somos los adultos los que tenemos que propiciar esto y enseñar. Pero tenemos que estar nosotros regulados para poder regularlos a ellos.

Entonces a las mínimas señales, hay que acoger y dar cavidad a estas emociones, ponerlas sobre la mesa y poder conversar sobre ellas. Y bueno cuando son señales más claras como problemas con el sueño o la alimentación, mucha actividad o reactividad, como cuando frente al más mínimo estimulo los niños reaccionan como si fuera la peor tragedia del mundo o la poca tolerancia a la frustración. Al final todo está conectado, primero hay que ver como familia si se pueden tomar más medidas y de lo contrario pedir ayuda, sin duda.

Y en relación a los grupos etarios, ¿cuáles consideras que han sido los más afectados?

-Trasciende todas las etapas educativas, sobre todo en los inicios de la socialización, hay niños que han tenido trastornos lingüísticos, ya que cuando los niños interaccionan con otros desarrollan el lenguaje. También en los adolescentes relacionarse con otros se vuelve muy importante y no contar con ello, sin duda afecta por que en el fondo esos espacios permitían que se fueran regulando unos con otros, y al no tenerlo hace que las emociones estén mucho más a flor de piel, no tienen con quien canalizar, solo con la familia. Por lo general, los niños y jóvenes en los colegios canalizan eso, pero ahora todo está centrado en la casa. También pasa que los adolescentes y universitarios, en esa etapa se les abría el mundo y ahora eso no está pasando y es súper complejo también. Por lo tanto, ha afectado en todas las etapas y se están retrasando estos procesos propios de la edad.

¿Consideras que esta falta de socialización en su desarrollo afecte en el futuro en su forma de desenvolverse?

-Claramente hay un merma en su desarrollo, ya que no tienen el espacio para poder ensayarlo, pero probablemente los colegios, las familias -cuando esto termine- van a tener que poner mucho más énfasis en el desarrollo de estas habilidades. Lo más probable es que se van a recuperar, pero tal vez tengamos que ser mediadores, como adultos vamos a tener que estar muchos más atentos para ayudar a que vuelvan a reencontrarse.

Pero también pasa que hay niños que están súper felices en la casa, que están fascinados con esta modalidad, para lo niños que el tema social es un estrés o que les cuesta, para ellos estar en la casa es súper protector, entonces todo lo que era estresante como socializar o disertar y ahora no lo hacen, provocan que estén más tranquilos. Pero cuando volvamos a lo presencial vamos a tener que estar más atentos con ellos.

Vamos a tener más énfasis en el desarrollo emocional que en el académico, más que recuperar clases perdidas vamos a tener que hay que poner énfasis en re-conocerlos, re-conectarlos, re-vincularlos. Por que eso es lo que ha sido más afectado y una vez que mejoremos ahí, vamos a poder aprender lo que queramos. Por que si a nivel emocional no estamos bien, el cerebro no cumple, por que un cerebro en estado de alerta rinde mucho menos que en un sentido de tranquilidad, así que como proyectar que se sienta lo más seguro posible, lo más tranquilo posible y los conocimientos se irán dando.

¿Algún consejo para hacer más llevadero el encierro?

-Aprovechar la franja deportiva, pero no toda la gente puede tampoco, en la medida de lo posible. Aprovechar estos espacios de encuentro, favorecer estos espacios más lúdicos, emocional antes que lo económico y de la norma.

Lo más importante es que los papás estemos bien, nuestros hijos van a estar bien en la medida que nosotros estemos bien, por eso son importante los espacios de autocuidado y la autoconexión con nuestras familias y nuestros amigos. En la medida que los adultos estemos bien podremos regular mucho mejor a nuestro entorno, por eso importante como adultos el autocuidado, para poder estar en paz para los niños. Nosotros buscar contención en nuestros pares no en nuestros hijo. Y en Antofagasta que vayan a la playa.

Esto ha afectado a todas las generaciones, cuando esto termine vamos a tener que tratar de sanar y reparar todo esto, todo lo que se pudo haber dañado o atrasado. Ojalá que los colegios se puedan abrir lo antes posible, porqué sobre todo en los sectores más vulnerables se transforman en un lugar seguro y permiten que los niños puedan desarrollarse, muchos papás salen y dejan a los niños solos o a veces no tienen que comer, entonces estudiar se vuelve su última prioridad.

"Como papás debemos estar más atentos a las señales, que no tengan trastornos de sueños, que pierdan el apetito o que coman mucho o que anden más reactivos".