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Migrantes venezolanos de paso por Calama: en busca del "sueño chileno"

SITUACIÓN. Tres de cada cuatro personas que provienen del país caribeño tienen como destino final la Región Metropolitana, por lo que su estadía en el norte, en su mayoría, es sólo momentánea.
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Karen Elena Cereceda Ramos

Según las cifras de la encuesta Casen 2020, el 76% de todos los inmigrantes de origen venezolano están en la Región Metropolitana, seguida muy atrás por la de Valparaíso, con 4,8%.

Un dato que ejemplifica que, la mayoría de ellos sólo estén de paso en las ciudades del norte, tratando de llegar a su destino final que es Santiago, donde además suelen estar esperándolos amigos y familiares que llegaron con anterioridad.

En Calama ya es habitual ver a venezolanos en los terminales de buses a la espera del transporte que los llevará al final de una larga travesía que se inició en Venezuela y que estuvo llena de miedos, emociones, tristezas, añoranzas, pero por sobre todo, esperanza de un futuro mejor.

Muchos de ellos viajan en grupos junto a familiares , amigos o con compatriotas que conocieron durante el trayecto, "armamos un grupo para protegernos y apoyarnos entre todos y también para que el dinero nos rinda", comenta uno de los migrantes, mientras espera a la sombra de un árbol, el bus de las 13 horas.

Joven viajero

Giober Tejeda Olivos, emigró desde Valencia - Venezuela el 12 de noviembre de 2018, cuando tenía 15 años. Su destino en esa oportunidad fue Ecuador, en la localidad turística de Manta. Cuenta que allí trabajó, siendo aún menor de edad, en distintos empleos en una empresa atunera y en una empresa chatarrera.

Tres años después y ya con 18 años, decidió junto a su madre, emprender rumbo a Chile; su destino final es Viña del Mar donde están sus hermanas y su padre esperándolos con un trabajo.

Respecto al viaje desde Ecuador a Chile, dice que la mayor dificultad fue la altura, especialmente en la frontera de Bolivia, en el sector denominado Desaguadero. "Nos ha pegado la altura, hemos tenido fatiga, no hemos podido respirar bien muchos se han quedado, no han podido caminar lo mismo en la altura hay personas que hasta que sangraron", detalla el joven Giober.

Respecto a sus expectativas, comenta que no viene a la aventura sino que con el objetivo de trabajar y poder surgir en Chile. "Si mi país se llega arreglar algún día me devolvería, pero estos pocos días que he estado aquí en Chile, quedé enamorado y averiguado mucho de este país, me gusta mucho la verdad".

Días difíciles

"Creo que aquí estando en Chile ya pasó el peligro", comenta Anderson Barrera Contreras (34 años), quien hace 12 días emigró desde Táchira-Venezuela y quien explica que su viaje no fue tan fácil cómo él lo esperaba y se lo habían contado.

"Me decían que era fácil, que eran siete días, que eran ocho días de viaje, me decían que tenía que pasar algunas trochas (pasos no habilitados en las fronteras), pero que era fácil, pero todo fue un engaño debido a que se nos presentaron muchos obstáculos", detalla Barrera, quien viaja junto a su hermano.

Entre esos obstáculos está desde el cobro abusivo de los "coyotes" para pasar las fronteras (hasta 100 dólares), el robo de dinero, robo de sus teléfonos en la frontera entre Ecuador y Perú, hasta amenazas con armas de fuego y cuchillos.

En tanto, en la frontera con Bolivia se tuvieron que enfrentar al mal de altura o puna. "Yo estuve muy mal, gracias a ellos (grupo de amigos) que me colaboraron, yo estuve mal de salud por la altura me mareé, vomité, me sentí ahogado, me sentía sin respiración me afectó muchísimo", dijo Anderson.

Ya, a su llegada a Chile por el poblado de Colchane, dice que se vieron enfrentados a la falta de alimentos, pues a pesar de que tenían dinero para comprar, no existían lugares en ese pueblo para poder abastecerse.

Su destino, al igual que la gran mayoría de los venezolanos es Santiago donde dice que tiene familiares y además ya tiene trabajo en la construcción. Su misión es juntar dinero y traer desde Venezuela a su esposa -que está embarazada-y a su hijo de ocho años.

Antes de partir, este migrante dijo que "lo peor que pueden hacer los chilenos es pensar que todos los venezolanos somos delincuentes. Sí hay venezolanos mala conducta que no vienen a trabajar honradamente si no que vienen a hacer lo malo. El peor error que pueden hacer las personas es mezclarnos a todos como si uno fuese como ellos, no pueden cometer ese error porque no todos somos iguales", puntualizó.

Andro Hernández Fernández (29 años), llevaba dos años esperando la tramitación de su pasaporte y su visa para llegar hasta Santiago, en la capital de Chile lo esperan hermanos y primos quienes le han dicho que en este país el dinero rinde más y está en mejor situación económica, "y eso es lo que queremos, un mejor bienestar de vida", dijo.

Para él una de las cosas que más valora y que dijo que ha comprobado en estos días en Chile es su gente. "Los chilenos son personas muy amables, muy de apoyar al que necesita son personas muy educadas, nos gusta mucho eso, que sean así culturalmente que en su cultura sean educadas amables tratables y todo eso".

Dijo también que le gustó la comida chilena, especialmente el pollo asado con papás fritas, los sandwiches e incluso, el pan amaso con manjar que les regaló un calameño mientras esperaban al bus que los llevará a su destino final, tras varios días recorriendo Sudamérica en busca de un mejor lugar para vivir.

"Estos pocos días que estado aquí en Chile, quedé enamorado y averiguando de este país, me gusta mucho de verdad".

Giober Tejeda Olivos, 18 años

"Lo peor que pueden pensar los chilenos es pensar que todos los venezolanos somos delincuentes".

Anderson Barrera Contreras, 34 años

"Armamos un grupo para poder protegernos y apoyarnos entre todos y para que el dinero nos rinda".

Andro Hernández Fernández, 29 años