Elecciones
"Respecto a nuestra nación, hay un sinnúmero de problemas sociales que deben ser enfrentados".
Nos acercamos a un tiempo electoral importante para nuestro país, donde definiremos las autoridades que nos gobernaran por un periodo de 4 años. La acción de elegir parece un acto fácil, pero es muy difícil de realizar, sobre todo si deseamos hacerlo correctamente. Muchas veces votamos por ideologías, partidismo o dogmas, sin hacer mucho uso de la razón y las evidencias empíricas, las cuales son buenas guías para saber elegir. Se preguntó a un pastor ¿Cómo saber la voluntad de Dios? Y respondió: muy fácil, solo debe atender 3 aspectos: La Biblia, la Oración y los elementos externos. Esto es: orar, leer la Biblia y pedir o escuchar consejos.
En el caso de las elecciones políticas que se acercan, quizás deberíamos hacer lo mismo o algo semejante, para no desperdiciar nuestro voto o entregarlo equivocadamente. Evaluemos a los candidatos: conociendo sus programas, conociendo el equipo que los acompaña, averigüemos su postura ante una diversidad de temas y, por sobre todo, por favor, no use su corazón porque "mentiroso es el corazón más que todas las cosas" (Jeremías 17:9) La Biblia nos cuenta que el pueblo de Dios quiso ser igual a otros pueblos y pidieron rey al profeta Samuel (1 Samuel capítulo 8) Aunque esta no era la voluntad de Dios, al final se hizo la elección y se eligió "al más alto" del grupo. Mala elección (1 Samuel 9:2) La historia del rey Saúl está contada en la Palabra de Dios y su triste final solo confirma las consecuencias de elegir mal, sin buscar la sabiduría de Dios. Por eso es necesario dirigir nuestro corazón, y no dejarse guiar por él.
Respecto a nuestra nación, hay un sinnúmero de problemas sociales que deben ser enfrentados y definidos, y que exige de los candidatos posturas que muchas veces no serán precisamente populares. Se oye decir que la agenda valórica definirá algunas candidaturas, esto es erróneo, ya que los valores cristianos son holísticos a la vida del ser humano. Todo es valórico, desde aquello que afecta directamente a la práctica de la fe cristiana, hasta aquello que parece no tiene que ver. Por eso revisar la ley de Moisés hará mucho bien a los candidatos y a los electores, ya que la promesa de Dios es bendecir todo lo que somos y hacemos: Dios bendecirá nuestras ciudades y campos, bendecirá las madres y sus vientres, las cosechas, los animales, nuestra economía familiar y nuestro trabajo, nuestros proyectos. Nos dará paz, mejorará la economía de nuestro país, nos hará ejemplo para otras naciones y seremos bendición a los demás. Seremos cabeza y no cola, "una copia feliz del Edén". Pero si insistimos en no considerar a Dios en nuestras elecciones, luego deberemos lamentar y cosechar las consecuencias de nuestros actos (Deuteronomio 28)
Dios guie nuestros corazones para poder elegir sabiamente.
Jesús Aranda Valverde,
Pastor Evengélico