Democracia
Joaquín García-Huidobro
Los chilenos seguimos expectantes tu trabajo, porque de él depende, en gran medida, el régimen político que nos va a regir. Sabemos que las formas democráticas han sido una excepción en la historia humana y queremos seguir siendo parte de ese momento único. No ignoramos que la democracia reviste formas muy variadas, que no es igual la alemana que la francesa o la norteamericana, pero también reconocemos que no todos los países que llevan ese nombre son verdaderas democracias. Por eso, nos preguntamos, inquietos: "¿a qué clase de democracia quieres llevarnos?"
Hay una pista muy reveladora que nos permite atisbar la respuesta: ¿cómo funciona la democracia al interior de la Convención? Porque no parece muy probable que salga un resultado realmente democrático si el ejercicio de elaborar la Constitución y los modelos en que se orienta no responden a parámetros democráticos.
Para responder esta pregunta resulta necesario recordar algo que aprendimos en la educación media: la democracia es ciertamente el gobierno de la mayoría, pero con respeto de las minorías. Sin esta última condición tendríamos una cosa distinta. Y aquí viene la cuestión delicada: ¿cómo han respetado, tú y los tuyos, a las minorías durante estos siete meses? Atendamos, por ejemplo, al caso de la Comisión de Derechos Fundamentales, que debería ser el mejor ejemplo de un exquisito respeto de las minorías. Veamos lo que nos dicen los números. Según informa Bárbara Rebolledo, una de sus integrantes, de las 248 normas presentadas en la Comisión, solo una propuesta de la derecha ha sido aceptada: el 0,40322% del total.
¿No te parece raro? ¿Piensas que hay algún lugar del mundo democrático donde la opinión de la minoría sólo es atendida el 0,40322% de las veces?.
Muchos tuvimos grandes esperanzas en el proceso constitucional. Aunque pensábamos que la Constitución que iba a salir de allí no sería especialmente buena, nos parecía que el solo hecho de llevar a cabo un ejercicio político de deliberación, donde las personas aprendieran a escuchar y sopesar las razones de quienes piensan distinto, podía ser una actividad terapéutica. Era una oportunidad para que comenzáramos a respirar un aire distinto. Qué decepción.
Algunos han pretendido negar la legitimidad del proceso constituyente. No me cuento entre ellos: tú ocupas tu cargo legítimamente. Pero, ¿has estado a la altura de la tarea que el país te encomendó? Podrías leer el documento "Amarillos por Chile", que ha aparecido estos días.
Yo habría esperado de ti cierta sensibilidad para captar que, a la vista de los últimos resultados electorales, no parece que los ánimos del país correspondan a ciertas prácticas maximalistas y refundacionales que observamos en la Convención. Tú actúas como si la ciudadanía no hubiese hablado en las últimas elecciones parlamentarias; como si carecieras de toda conciencia de que Boric debió moderar profundamente su discurso para ganar en segunda vuelta y, aún así, el candidato de derecha obtuvo nada menos que un 44% de los votos. A esos millones de compatriotas tuyos le das un espacio de 0,40322%.
¿Me dirás acaso que ninguna idea razonable puede salir de una mente de derecha? Un argumento semejante hablaría muy mal de ti.
¿Qué te pasa? Dime, por favor, ¿qué te pasa? ¿Por qué estás envuelto en una suerte de ebriedad constitucional, donde pareces insensible a la tradición política y jurídica chilena, o a la enseñanza que pueden darnos los países que progresan, donde la gente no piensa en las posibilidades de emigrar? ¿Por qué te empeñas en imitar los peores modelos de la región? ¿Escuchas los reparos que han hecho personas muy competentes, que han dedicado su vida a estudiar temas constitucionales? ¿Por qué actúas como si la economía no importara, o como si la independencia del poder judicial fuese un invento para favorecer a unos pocos privilegiados? ¿Vas a sumarte al coro de los que, ante cualquier crítica, dicen que se está saboteando el proceso constituyente?
Quizá es así, pero es probable que uno de los saboteadores seas tú.