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Aumenta violencia en robos de cobre

Los últimos atracos dejan en evidencia la presencia de bandas organizadas que están detrás de millonarios botines. Lo cierto es que el temor se ha instalado en lo medios de transporte del mineral debido al nivel de agresividad y el uso de armas de fuego en la comisión del delito
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Tras aplicar algunas medidas de seguridad en los traslados de cargamentos de cobre, especialmente por ferrocarril, los robos sufrieron una disminución y se creyó que el delito estaba controlado. Pero con el correr de los meses se comprobó que las organizaciones criminales -es conocida su existencia- estaban diseñando nuevos planes para los atracos los que empezaron a aplicar durante este año.

Ahora los convoy son acompañados por una escolta en camioneta que está atenta a que nadie aborde los carros con intenciones de robar y esa custodia es la que debían salvar quienes se dedican a este ilícito.

Por ello los planes delictuales optaron por ser más osados y violentos. Bandas fuertemente armadas se encargan de neutralizar a la escolta mientras otros abordan el tren, intimidan a los maquinistas y cargan los vehículos con cátodos de cobre.

Las armas -cortas y largas- son utilizadas como se comprobó en uno de los últimos casos en que con disparos lograron desestabilizar la escolta y perpetrar el robo en la más absoluta impunidad.

Según los informes de la empresa ferroviaria el avalúo de los asaltos se eleva por sobre los 420 millones de pesos. Aunque en los últimos ataques los asaltantes se llevaron gran parte de ese botín.

Lo cierto es que el temor se ha instalado en lo medios de transporte del mineral debido al nivel de agresividad y la forma que ha evolucionado este delito obliga a que sea tomado de un modo distinto. Está comprobado que son bandas violentas y que tienen toda una orgánica para actuar con el máximo poder de intimidación y agresión.

No hay que olvidar las denuncias de robos en las mismas instalaciones mineras a las que llegan las camionetas las cargan y huyen con el material. Y no trepidan en atacar si existe resistencia de parte de los trabajadores.

En consecuencia es urgente que el tratamiento de este delito cambie. Que sea investigado como crimen organizado y que se definan estrategias para desbaratar a los integrantes de estas bandas, especialmente a sus cabecillas.

Seguimiento y trabajo de inteligencia es lo que se necesita, porque si bien hoy son las empresas mineras y el ferrocarril los directos afectados, si sigue escalando toda la Región se verá presa de quienes lideran estas organizaciones que aplicarán sus leyes para seguir cometiendo este y otros delitos.

La paradoja de la minería

"No deja de ser una paradoja que la solución del problema del calentamiento global dependa del desarrollo de la minería".
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Ya es una evidencia el calentamiento global del planeta y los problemas que ello significa para la humanidad. Intentando resolver esta problemática, se han desarrollado múltiples posibles soluciones, como la electromovilidad y otros sistemas de transporte eléctricos para reemplazar los basados en combustibles fósiles. Junto a lo anterior, se avanza en el uso de energías no convencionales, las llamadas ERNC, como la solar y la eólica.

De esta manera, se estima que a corto plazo aumentará en forma importante la producción de automóviles eléctricos y se espera la instalación de más plantas eólicas y fotovoltaicas antes del 2050. Chile, por ejemplo, en su Plan Energético 2050, puso como meta que a ese año el 70% de la energía provenga de recursos renovables. También se prevé que la construcción de viviendas full eléctricas, que son más benignas con el medioambiente, aumentará en 10,5% en los próximos años.

Lograr todas estas metas requerirá disponer de más minerales. En el caso del automóvil eléctrico, se requiere para su construcción cuatro veces más cobre que un automóvil convencional, porcentaje que aumenta cuando se trata de camiones. Sólo por este concepto, la SONAMI señala que la demanda por cobre crecerá en un millón de toneladas anuales para 2027, cifra que llegará a 12 millones de toneladas en 2035.

Un automóvil eléctrico requiere baterías que están construidas en base a litio, cobalto y otros minerales. Pero eso no es todo, las plantas solares y las eólicas también requieren más minerales que una planta convencional. Así, una planta fotovoltaica requiere de 5 kg de cobre por cada KW que se quiere generar, es decir, la planta FV Bolero existente en Sierra Gorda, de 147 MW, requirió de 735 toneladas de cobre para su construcción e instalación.

A la fecha, año 2022, la capacidad instalada total del sistema fotovoltaico chileno es de 4.637 MW, por lo tanto, para su instalación se requirieron de algo más de 23.000 toneladas de cobre. De igual, forma un generador eólico, también requiere minerales para su construcción. Un generador convencional de 3 MW y alrededor de 150 metros de altura, necesita 335 toneladas de acero, 4.7 toneladas de cobre, y 3 toneladas de aluminio, además de Tierras Raras y otros minerales.

En conclusión, no deja de ser una paradoja que la solución del problema del calentamiento global dependa del desarrollo de la minería; industria que, por lo general, se suele observar como una de las responsables de los problemas ambientales, más que como parte de la solución.

A Chile, por ser el productor de cobre más importante del mundo, el segundo productor mundial de litio y tener además interesantes reservas de cobalto, además de otros minerales, se le abre una muy atractiva oportunidad de ocupar una parte importante de esta nueva demanda.

Para ello hay que pensar en aumentar la producción minera, en particular la de cobre, litio, y a lo mejor volver a producir cobalto. En estas áreas, Chile es competitivo a nivel mundial. Pero hay que hacerlo ahora, pues los proyectos mineros suelen tener largos periodos de puesta en marcha. De lo contrario, otros países aprovecharán esta gran oportunidad.

Paremos la violencia, esto no resiste más

"La escuela es el último bastión de una civilización, si se destruye arrastrará con ruina a todo lo demás".
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¿Por qué la violencia escolar se ha venido instalando y es activa protagonista de la vida nacional? Impactan las últimas medidas de seguridad de algunos colegios. La reciente innovación, un pórtico que detecta metales, para tomar resguardos y defenderse de sus propios alumnos. Las comunidades educativas están alteradas. Un padre entra a un colegio para atacar a un alumno que golpeó a su hija. Estudiantes queman buses.

Nuestra sociedad está enferma de violencia. Padece este mal desde hace tiempo. ¿Qué esperamos para las escuelas? ¿Nos extraña? Los niños son fácil presa del contagio de la violencia y terminan replicándola. Llevan a sus escuelas lo que ven. En la casa, el vecindario, los trayectos, la locomoción colectiva, las instituciones, los medios. Los rayados urbanos. Los portonazos. Los insultos y agresiones. La destrucción de plazas y parques, vandalizadas, el último término del léxico de la violencia. Los comportamientos enajenados de conductores, que se toman las calles, empujan al que va adelante, torean al del lado. Pantallas y redes sociales atestadas de malos ejemplos, de funa. Noticias cargadas de irreverencias. Lo que más vende. El morbo rentable de recurrentes programas policiales, llenos de truculencia, explotados hasta la saciedad, para ganar milésima de rating. De paso dar tribuna a la delincuencia. Personajes públicos que ningunean a quienes piensan distinto. El debate ha caído en lo más bajo.

Miramos con pavor las guerras. Las vemos lejos, ajenas. Pedimos por la paz. Pero las tenemos dentro de nuestras vidas. Un cáncer que arrasa con todo lo que tiene por delante. También con las escuelas. No existen campañas, programas, intervenciones escolares, acciones del ministerio de educación, que no pasen por un trabajo profundo a nivel país. Desde las autoridades, las instituciones, los ciudadanos de a pie. Los medios. Necesitamos una tregua. Paremos con esto y trabajemos juntos por la paz. El largo confinamiento, la ausencia de presencialidad escolar, han exacerbado los comportamientos disruptivos. Pero a estas alturas puede ser un lugar común, al que irreflexivamente se acude como excusa, y que ya no resiste más. La pandemia participó, no cabe duda. Sin embargo, este fenómeno es más profundo.

Estamos tapizados de protocolos y procedimientos. Procesos en curso, investigaciones y recursos, declaraciones y testigos. Sentencias y apelaciones, multas. ¿Qué sacamos? Eso no cambiará la violencia. No hay más tiempo. Se necesitan gestos pequeños y grandes, magnánimos. De todos. Dar las gracias, pedir por favor, pedir perdón, ceder el paso, pedir permiso, servir a los demás, saber escuchar. Sanar a los enfermos de la violencia, dejar curarse. Hablar y acordar compromisos profundos para cuidarnos unos a otros. Si esto no lo paramos de verdad, nos devorará a todos. La escuela es el último bastión de una civilización, si se destruye arrastrará con ruina a todo lo demás. Sin educación, no hay civilización. Aún estamos a tiempo.

Manuel Dannemann Correa

Magister en Psicología Positiva