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El arte de buscar palabras con pinzas

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1-¿Cómo fue tu acercamiento a la traducción literaria? -Para mí la traducción precedió a la universidad, tuvo que ver más con ser un lector obsesivo desde los 14 años y tener acceso a espléndidas bibliotecas de amigos míos y de mis padres. En la universidad, eso sí, tuve la suerte de conocer al profesor Rodolfo Rojo, quien me hizo sentir gran confianza en lo que podía hacer. A veces la traducción conecta con mi escritura como si se necesitaran una a la otra. Por ejemplo, el verano pasado traduje un libro sobre inteligencia artificial y otro sobre gallinas kollonka y ketro, algo que despertó resonancias que pasaron a mi escritura.

2-¿Cómo llegaste a Kate Briggs y qué reflexiones te produjo su ensayo sobre la traducción? -Leí "Este pequeño arte" cuando recién salió y de inmediato quise traducirlo para mostrarlo a lectores sudamericanos. Pensé mucho en la evolución de lo qué se considera una buena traducción, en cómo la academia habla de traducción sin jamás haber hecho una; en la relación entre autores y traductores cuando ambos están vivos (relación que sólo he vivido con diez de los más de 50 libros que he traducido). Kate Briggs cree o quiere creer que traducir es una forma de arte y yo coincido con su afirmación y su titubeo.

3-¿Cómo fue el proceso de traducción? -Traducir este libro fue distinto. Primero porque, imitando la libertad que Barthes le dio a su traductor Richard Howard (cuando esté escribió pidiéndole ayuda) Kate Briggs me escribió insistiendo en ideas como coautoría y los necesarios cambios y adiciones que harían distintos su libro y el nuestro. También, porque el proceso involucró convertir problemas de la traducción al inglés en problemas de la traducción al español. También localizar traducciones al español de las obras que ella cita en inglés lo que me permitió visibilizar el trabajo de traductores latinoamericanos.


En resumen

Rodrigo Olavarría es poeta, escritor y traductor. Acaba de traducir el ensayo "Este pequeño arte" (Editorial Roneo) de la novelista y traductora estadounidense Kate Briggs, quien llevó del francés al inglés las conferencias que Roland Barthes dio en 1977.

Rodrigo olavarría ha traducido 50 libros y También es autor de "Cuaderno esclavo".

3 preguntas

Rodrigo Olavarría tradujo a Kate Briggs

cedida

El exitoso debut de Manuela Martelli como directora

Se estrenó esta semana -en el Festival de Cine de Valdivia- "1976" la ópera prima de la actriz de "Machuca", esta vez, como directora. Un deleite sensorial que luce todo el talento de Aline Kuppenheim.
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"1976", el primer largometraje de la actriz Manuela Martelli como directora, tuvo un exitoso debut internacional en Cannes y se estrenó esta semana en el Festival Internacional de Cine de Valdivia, certamen que finaliza hoy. Elegido como representante de Chile en los Premios Goya, llegará a salas comerciales el 20 de octubre.

El cine que remite a lo político pende de una cuerda floja peligrosa. La tendencia a la sobreinformación y el discurso obligado puede conducir todo al hondo pozo de los lugares comunes. Afortunadamente, "1976" está en las antípodas de esos vicios comunes porque la cineasta enfrenta la compleja tarea de sugerir más que mostrar.

La violencia social y política de aquellos años -el Chile de 1976- funciona como un gran fuera de campo. El eje aquí es Carmen (Aline Kuppenheim), una mujer de la alta burguesía chilena cuya vida parece desarrollarse con toda normalidad a pesar de los tiempos. En la primera escena, mientras escoge pinturas para remodelar su casa de veraneo, contempla un hecho de violencia en la calle que no altera su vida. Algo pasa, sin embargo, en su interior. Y es ahí donde Martelli, gracias a una impecable actuación protagónica, parece centrar la narración sin caer en psicologismos ni declaraciones obvias. Todo es procesado por la mirada de un personaje inspirado en la abuela de la cineasta. Sabemos que es una mujer caritativa, que quiso convertirse en médica pero no pudo lograrlo porque la sociedad tenía otro destino para ella: ser dueña de casa. También que tiene un marido, hijos y nietos con quienes mantiene una relación armónica dentro del statu quo. Ellos la visitan intermitentemente cuando decide instalarse en la casa que pretende remodelar.

Es entonces cuando la película instala un dilema, un punto de quiebre. Un cura cercano, el padre Sánchez (Hugo Medina), le pide a Carmen que cuide a Elías (Nicolás Sepúlveda), un joven herido del que no sabemos nada pero, como iremos descubriendo, está involucrado en la lucha armada. ¿Qué pasa a continuación? Nada de lo que podemos esperar. Martelli -y la escritora Alejandra Moffat como coguionista- esquivan obviedades para ahondar en la inquietud de su protagonista, una mujer tan elegante y misteriosa como las decisiones narrativas y formales que el largometraje aborda con determinación.

"1976" es una película de atmósferas, insinuaciones, detalles (los zapatos tienen una importancia insospechada), sutilezas, omisiones. Es también un ejercicio cinematográfico que posee tanto del suspenso de Alfred Hitchcock como de la belleza de lo cotidiano que encontramos en la obra de Chantal Akerman. Un filme silencioso sobre el mutismo de aquellos años. Una experiencia sensorial que destaca por una paleta de colores cuidada y evocativa.

A estas alturas no es raro encontrarse con cintas sutiles de directoras chilenas (Dominga Sotomayor es una de las productoras). Lo que no es tan común es descubrir óperas primas que contengan tanto bagaje cinematográfico y contenciones. "1976" avanza con calma sigilosa, esquiva efectismos, lucimientos altisonantes y discursos forzados. Nos invita a explorarla con el cuidado que demandan los zapatos hechos a mano.

la actriz chilena aline kuppenheim es la protagonista de "1976", una cinta llena de evocaciones sobre la historia de chile.


En resumen

Es el primer largometraje de ficción de Manuela Martelli luego de los cortos "Apnea" y "Marea de tierra".

Por Andrés Nazarala R.

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