La dimensión geopolítica del litio
"Chile también se juega su capacidad de levantar la mirada y entender que el litio no es sólo un asunto de más o menos Estado". Jorge Sahd K., Director Centro de Estudios Internacionales UC
Con la nueva política nacional del litio ¿estará consciente Chile del impacto geopolítico de poseer grandes reservas de un recurso estratégico? Las grandes potencias saben la importancia de que un mayor acceso a minerales críticos significa mayor poder global.
Así lo entiende Estados Unidos al declararlo como uno de sus 35 minerales críticos para su seguridad nacional; China con su agresiva política para asegurar reservas globales para su alta demanda interna; o la Unión Europea con sus ambiciosas metas de electromovilidad al 2035. Las potencias saben que, para liderar la transición energética, se requiere acceso al litio. Mientras, en América Latina, el llamado Triángulo del Litio de Argentina - Bolivia y Chile ha dado pie a "creativas" ideas como formar una suerte de OPEP a la latinoamericana.
El debate político que antecedió el anuncio en Chile estuvo entrampado en fórmulas estatistas versus modelos comprobadamente exitosos de colaboración público-privada, pero poco se habló de una batalla global por acceder a minerales estratégicos que puede terminar golpeando la puerta chilena.
Primero, las grandes potencias que compiten por un recurso como el litio están enfrentadas estratégicamente. La confrontación Estados Unidos - China debería ser central en la política exterior chilena: entre ambos concentran la mitad del comercio chileno. Poco hemos hecho para definir escenarios y posiciones frente a la competencia sino-americana, donde se cruzan principios e intereses para nuestro país. Los avisos han sido variados, como la licitación del 5G, la adquisición de compra de CGE por State Grid o el confuso proceso de la licitación de pasaportes y cédulas identidad. Si China sigue aumentando su participación en Chile en la industria del litio, las alertas americanas volverán a encenderse.
Segundo, los negocios globales hoy están crecientemente sujetos a una evaluación de impacto en la seguridad nacional. La pandemia del Covid-19 y la guerra en Ucrania demostraron que la dependencia ya no es sólo sinónimo de beneficio mutuo, sino de vulnerabilidad. Así, países vienen incorporando el llamado screening de seguridad nacional para inversión extranjera en sectores estratégicos y el litio, como tal, no estará ajeno a ese debate. Chile no tiene mecanismos de este tipo y el tema prácticamente no se ha discutido.
Tercero, la dimensión regional. Las mayores reservas de litio son compartidas con nuestros vecinos Argentina y Bolivia, llegando a cerca de un 60% mundial. La relación con estos países ha sido históricamente de una compleja cooperación-confrontación. Desde un posible uso político del tema, hasta la capacidad de aprender de los aciertos y errores de los países vecinos en la explotación del mineral, la perspectiva regional debe incluirse en el análisis.
Chile no sólo se juega su imagen país respecto de la implementación de la nueva política del litio, como país que históricamente ha ofrecido certeza jurídica a la inversión, promovido la colaboración público-privada y que ha sido cuna de verdaderas empresas chilenas globales. Chile también se juega su capacidad de levantar la mirada y entender que el litio no es sólo un asunto de más o menos Estado, sino de una batalla global que mal gestionada puede terminar condicionando el desarrollo futuro.