Ocupación formal de adultos mayores, aumentó un 2,2% en el último trimestre
REGIÓN. Estudio realizado por el Observatorio Laboral de Antofagasta, establece que la participación del adulto mayor (sobre 60 años), dentro de la fuerza de trabajo formal, ha experimentado un aumento sostenido durante los últimos cuatro años.
La reciente muerte de un adulto mayor de 80 años mientras realizaba labores de mantención en la avenida Salvador Allende, los diversos cuestionamientos respecto a las razones de por qué seguía trabajando, no se hicieron esperar.
De acuerdo con un estudio de 2021, realizado por el Observatorio Laboral de Antofagasta, en la región hay poco más de 27.237 adultos mayores (sobre 60 años), registrados como parte de la fuerza laboral formal. Esa cifra, de acuerdo con un reporte reciente de la misma fuente, ha experimentado un aumento sostenido durante los últimos años, alcanzando un 2,2% a nivel regional durante el último trimestre del 2023 (mayo, junio y julio), o sea un 0,2% más que a nivel país.
Dentro de las razones principales del porqué seguir trabajando después de jubilar (de acuerdo a los motivos explicados por los mismos entrevistados), aparece en primer lugar el bajo monto de las pensiones, las cuales no alcanzan sobrevivir, siendo casi obligatorio en la mayoría de los casos -si no se cuenta con una red de apoyo familiar-, tener que complementar esos ingresos con alguna plaza laboral.
Testimonios
Para el peluquero antofagastino, Juan Canivilo, de 69 años (De Canvas Unisex, en la Plaza Sotomayor), no hay más opción que seguir trabajando aun después de jubilar, entendiendo que su pensión de $140 mil, poco alcanza para mantener la calidad de vida, sin grandes lujos, a la que siempre ha aspirado.
"Lamentablemente mi jubilación es de 140 mil pesos, lo que no alcanzaba ni para los gastos básicos, razón por la cual seguí trabajando, no he podido darme ese descanso que tienen algunos jubilados, de no seguir trabajando, llevo así más de 42 años a la fecha, manteniéndome trabajando. Después me dieron la PGU, que fueron como 50 mil pesos más, o sea tampoco es mucha la diferencia, por eso tengo que seguir, no es que dependa de mí", dijo.
Consultado por las cosas que haría de tener una mejor pensión, y así no tuviera que trabajar, Canivilo explicó que "me dedicaría a viajar, intentaría salir y conocer más, conocer mi país, el sur (…) me gusta lo que hago, para ya son 42 años en lo mismo y ya estoy cansado", dijo.
Una experiencia similar manifestó el guardia se seguridad de Preunic (ubicado en el Paseo Matta), Héctor Marín, de 71 años, quien tras la muerte de su esposa, hace poco más de dos meses y medio, no hace más que trabajar.
"En Chile, la parte económica después de jubilar es mala. Trabajé toda mi vida y hoy recibo una pensión de apenas $200 mil que no me alcanza para mucho. No me alcanzaba cuando mi esposa, por más de 49 años estaba viva y no me alcanza ahora que estoy viviendo solo. Si bien esa es la razón principal de tener que seguir trabajando, para poder mantenerme, también trabajo para no recordar tanto a mi esposa. Fueron casi 50 años juntos, todo me recuerda a ella y con el trabajo por lo menos me mantengo ocupado y no la echo tanto de menos; sé que si dejo de trabajar me voy a enfermar de la pena", dijo.
Agregó que pese a sus deseos de seguir trabajando "es difícil para la gente adulta como nosotros, conseguir un trabajo que sea bien remunerado y en ese sentido, puedo decir que Antofagasta, el país, no cuida bien a sus adultos mayores, los pagos no son muy buenos y no hay muchas garantías en el trabajo para nosotros. Sé que así como están las cosas, aun teniendo hijos grandes ya, tendré que trabajar hasta que pueda".
Informal
Erika Olivares, de 63 años, es una trabajadora informal que durante los últimos años, se ha dedicado a vender manteles de cocina en el casco central de la ciudad para mantenerse. Está consciente que pese a sus múltiples enfermedades no tiene más remedio que trabajar hasta que ya no pueda. Como siempre fue independiente, no logró imponer por lo que actualmente no tiene ningún tipo de pensión, por lo menos hasta que cumpla los 65 años, cuando pueda solicitar la PGU.
"Nunca pensé que iba a terminar así, con tantas enfermedades, vendiendo en la calle sin poder juntar el dinero para mantenerme. No recibo pensión, pero vivo con una de mis hijas y por lo menos he podido ahorrar en el tema del arriendo, pero todo lo demás, víveres y gastos médicos, tengo que cubrirlos yo y a veces el negocio no da, menos cuando me sacan algún parte por vender en la calle, pero es lo que tengo, lo que logré en todos estos años", se cuestiona.
Agregó que "el gobierno debería ayudar mucho al adulto mayor, darle prioridad, porque el adulto mayor necesita mucha ayuda; imagínense yo que no recibo ni uno y tengo que pagar mi pasaje cada días, son $1.200 diarios, todos los días. Ni siquiera me alcanza para cubrir el gasto de la mercadería que vendo, la pido fiado y la voy pagando en el mes; si me dejan de fiar no tengo cómo comprar mercadería; tengo que vender 5 docenas de paños para ganar 15 mil pesos y recién entonces, puedo ganar $5.000. Muchos pensarán que eso es mucha plata, pero a veces hay días en que solo vendo un par de docenas y no logro llegar a la meta".
Una experiencia similar, relató Virginia Ponce Lacunza, enfermera colombiana de 63 años, quien hoy, tras diversas vicisitudes, se dedica a barrer las calles junto a su marido.
"Comencé a trabajar nuevamente, tras enfermarme, por tema de recursos, porque la economía en estos momentos está muy difícil. Hace algunos años, dejé de trabajar como enfermera, porque me enfermé, tengo una cardiopatía y mi lugar de trabajo podía ser un riesgo para mí, por tema de las tensiones y todo (…) llevo varios años en Chile (casi una década), pero la situación financiera de mi esposo cambió y hoy los dos nos dedicamos al aseo de las calles; no es como imaginé que iba a terminar trabajando en mi vejez, pero por lo menos hoy, este trabajo nos permite tener más ingresos y si bien mi esposo no quiere que trabaje, es necesario que lo haga, porque no alcanza; al menos en este trabajo solo estoy caminando y moviendo las manos para barrer, no es tan malo", dijo
"Si pudiera, me dedicaría a viajar, a conocer Chile, pero tengo que seguir trabajando ya que la pensión no alcanza para mantenerse".
Juan Canivilo, Peluquero
"En Chile, la parte económica después de trabajar es mala. Trabajé toda mi vida y hoy recibo una pensión de casi $200 mil, lo que no alcanza".
Héctor Marín, Guardia de seguridad
"Comencé a trabajar nuevamente, tras enfermarme, por tema de recursos, porque la economía en estos momentos está muy difícil".
Erika Ponce, Trabajadora de aseo