Banalización de la violencia
Es necesario promover un diálogo abierto y constructivo que aborde los desafíos reales que enfrenta el país en seguridad. Lo del perro "Matapacos" es trivial, pero complejo.
El reciente debate en torno al "Perro Matapacos" -cómo no- ha sacudido las esferas políticas y sociales de Chile, generando una discusión sobre la simbología en el contexto de la llamada lucha social y la seguridad pública. La controversia se ha avivado tras los cuestionamientos sobre la utilización de este icono, asociado al estallido social, en medio del triple homicidio contra carabineros en Cañete.
Es fundamental reconocer que, más allá de las posturas individuales, esta discusión debiera invitarnos a reflexionar sobre el significado que atribuimos a los símbolos y la responsabilidad que conlleva su utilización en el espacio público. La figura del "Perro Matapacos", se convirtió en una suerte de emblema de resistencia durante el estallido social. Si bien es legítimo cuestionar la glorificación de la violencia, también es necesario contextualizar el origen y la evolución de este símbolo dentro del contexto social y político chileno. Pero también es cierto que el famoso can solo fue una figura; tampoco puede caerse en un exceso interpretativo.
Sin embargo, la reciente condena por parte del Presidente Gabriel Boric y otros líderes políticos ha abierto un importante debate sobre los límites de la simbología en el contexto de la seguridad pública.
Es esencial que este debate no se reduzca a una polarización entre apoyo y condena al "Perro Matapacos", sino que nos impulse a pensar en serio sobre la necesidad de abordar los problemas estructurales que subyacen en la seguridad pública y a no seguir banalizando la violencia. Y esto equivale, tanto para la ola delictiva que acompañó al estallido social (que nada tenía que ver con las legítimas demandas ciudadanas), como con los inaceptables atropellos a las personas e instituciones ocurridas durante la dictadura. No más violencia.