Hallazgos de hace 50 años en Punta Blanca ampliaron la discusión sobre la navegación e impulsaron la arqueología regional
PATRIMONIO. Pese a que el desarrollo de la carrera de Arqueología se cruzó con el golpe militar, las primeras generaciones han entregado un gran aporte a esta ciencia.
"Un esqueleto que corresponde a un joven muy bueno para la pesca, pues se le encontró un completo equipo para las faenas extractivas del mar. Según cálculos, su deceso se produjo a los 17 años". Así es como El Mercurio de Calama mostraba, en septiembre de 1974, un hallazgo en Punta Blanca, a 10 kilómetros al sur de Tocopilla, que ampliaría la discusión sobre la navegación mar adentro, mediante el hallazgo de 15 sepulturas que descubrieron Luis Urbina, Hugo Aguilera, Carlos Pérez y Carlos Cortés cuando excavaron un hoyo para instalar un poste para dar luz al balneario.
La publicación señala que -de las investigaciones- se deduce que el sector Punta Blanca fue habitado por el hombre prehistórico desde algunos milenios hasta la Era Cristiana. Los arqueólogos han dado gran importancia al hecho que en ese sector costero existen "enterratorios" con cerámica negra pulida, característica de la zona de San Pedro de Atacama y que se remonta a 350 años antes de Cristo, los cuales fueron estudiados por los científicos de esa época que recibieron el apoyo de Luis Urbina en el casino-balneario Punta Blanca.
"El hallazgo se produce en una década de suma relevancia para la historia de la disciplina arqueológica. En 1970 se promulga la nueva ley de Monumentos Nacionales. Esto trae consigo una nueva categorización para los sitios y hallazgos arqueológicos como monumentos arqueológicos del Estado de Chile, sin que fuese necesario ser sometidos a una declaración", comentó el arqueólogo Néstor Rojas.
Estudios
De acuerdo al profesional en estos años la mayoría de los estudios los realizaban investigadores de Santiago, por lo que en 1967 Gustavo Le Paige encomendó a Guacolda Boisset y Bernardo Toloza crear la carrera de arqueología que se materializó en 1972 en la Universidad del Norte con el ingreso de la primera generación en antropología con mención en arqueología, guiada por profesores llegados de la Universidad de Concepción. Mismo año que se funda la revista Chungará del departamento de antropología de la Universidad del Norte, sede Arica. "Sin duda, esto impulsaría la arqueología en la región, resultando en incontables investigaciones, junto con la generación de un cuerpo de investigadores que hasta hoy se desempeñan a lo largo del norte de país", manifestó Néstor Rojas.
El golpe militar, al año siguiente, cerró la mención en antropología cultural y mantuvo por algunos años la especialidad en arqueología, llegando a titularse solo dos generaciones, las de 1972 y 1973 que exploraron Caleta Abtao, Caleta Huelén, Autoclub, Cobija, La Chimba, Morro Moreno y siguen vigentes en la región. Mientras que las tierras altas estos trabajos se centraban en El Loa y el Salar de Atacama.
"En Punta Blanca se registraron restos de congrios con fechas que llegan a los 230 a.C. Es un pez que no se obtiene desde la orilla, sino de mar adentro, algo parecido acontece en el sitio AutoClub en Antofagasta. Este hecho es fundamental, ya que estaría indicando tempranas incursiones mar adentro. Para lo cual, debieron usar algún tipo de embarcación. Esto fortalece a los estudios realizados una década antes, cuando se registra una balsa de totora en miniatura en forma de medialuna depositada como ofrenda en un túmulo en la desembocadura del río Loa, con una antigüedad muy cercana, 200 años d.C.", explicó Rojas.
Presente
En la actualidad, los datos con que los que cuentan los investigadores, ubican temporalmente a las balsas cuero de lobo entre el 1.000 y el 1.500 d.C. Por ello sitios como Punta Blanca permitieron ampliar la discusión sobre la navegación. "Entre los hallazgos se encuentran anzuelos de concha, arpones con cabezal de madera, pesas líticas, raspadores sobre concha, tabletas con diseños antropomorfos, textiles con diseños loínos, cerámicas con forma de jarros, algunos de tipo negro pulido de San Pedro de Atacama, pucos, vasijas, vasos y un colgante elaborado a partir de uno de sus fragmentos", complementó el arqueólogo Néstor Rojas Sobre la información recopilada en 1974 que permitió establecer vínculos con los oasis de Quillagua, San Pedro de atacama y Arica para continuar estudiando el pasado de los grupos humanos de la región.