Sistema transparente
A propósito de los justificados cuestionamientos que se han formulado con relación al nombramiento de ministros de la Corte Suprema y la investigación por presunto tráfico de influencias, quizá ha llegado la hora de excluir de esta decisión al Presidente de la República, cuya intervención es un resabio monárquico incongruente con las instituciones republicanas. Lo mismo con el Senado, cuya función esencial es legislativa y no la de intervenir en el nombramiento de los jueces. Esto, debido a la manifiesta politización que origina la intervención de uno y de otro, muy discutible además atendido el principio de separación de poderes.
Se hace necesario establecer, en cambio, un sistema objetivo y transparente que considere la antigüedad de los jueces que postulen, el porcentaje de sus sentencias que hayan sido confirmadas por los tribunales superiores, sus calificaciones anuales, su aporte al estudio del Derecho y la evaluación que resulte de rendir, por los postulantes interesados, un examen preparado por una Facultad de Derecho que tenga acreditación por al menos cuatro años, elegida por un sorteo y que no pueda repetirse en el año siguiente.
Todos estos factores, y otros que puedan considerarse, determinarían un puntaje para cada magistrado que postule. En caso de existir dos o más jueces con igual porcentaje, la cuestión podría dirimirse por un sorteo o haciendo prevalecer el factor de la antigüedad.
Con un procedimiento de nombramiento como el descrito, se terminaría la dilación en los nombramientos, la manipulación política y las influencias personales.
Juan Andrés Orrego
Igualdad
Llevamos muchos años, siglos quizás, en que la igualdad es enarbolada ya sea por ideologías o deseos de algunos sectores con intereses perversamente políticos. La cuestión es simple, debemos preguntarnos si es posible tal igualdad en los términos que habitualmente solemos leer o escuchar. Parece ser que la respuesta es clara y la historia del mundo se ha encargado de darla: no es más que una utopía que sirve para el manejo de las masas.
Desde el momento en que hemos aceptado que cada individuo humano es único, ya no es posible pensar en la igualdad. La igualdad que debe interesarnos es aquella que nos permita vivir nuestras vidas sin privilegios de base ni de clases.
Nuestra Constitución establece que hombres y mujeres nacen con los mismos derechos y oportunidades en todo ámbito del quehacer ciudadano, pero no establece privilegios por ser hombre o por ser mujer. Esos derechos, entonces, implican que ante cualquier situación, del ámbito que sea, el sexo es irrelevante si las capacidades personales permiten la participación de cualquier individuo. Pero las capacidades deben poder desarrollarse libremente y al alcance de todos.
Nuestra sociedad sí merece igualdad de oportunidades, educación y salud, entre otras, pero con racionalidad, respeto y empatía.
John Arentsen Rodríguez
Minuto de aplausos
Considero que una buena medida a tomar en los eventos deportivos cuando se quiere rendir un homenaje a una persona fallecida, es con un minuto de aplausos en lugar de uno de silencio.
De esa manera se evitaría que los desubicados de siempre transformen el momento de recogimiento y respeto en una oportunidad para desahogar su resentimiento social, su falta de educación y poca cultura.
Jorge Valenzuela Araya
Deterioro del mercado laboral
Es relevante que el nuevo Índice de Condiciones del Mercado Laboral (ICML) considere la "Calidad del Empleo y Eficiencia del Mercado Laboral", en el entendido que, por un lado, la calidad se asocia a condiciones de trabajo que cumplan con todas las normativas vigentes -dentro de lo que se conoce como empleo formal asalariado- y, por otro, un mercado laboral eficiente, que implica la adecuada asignación del factor productivo-trabajo entre los distintos sectores económicos del país, utilizando al máximo las habilidades y talentos de las personas (capital humano).
Claramente, en Chile, desde mucho antes de la pandemia, no se observa en el mercado laboral una mejora en estas deseables dimensiones; aún más, se han visto deterioradas pospandemia. Prueba de ello es el crecimiento sostenido de la informalidad, que alcanza niveles en torno al 30% promedio país.
A esto se suma una ineficiencia en el uso de los factores productivos. Pese a que en la última década ha aumentado la calidad del capital humano, paradójicamente, para el mismo período hay una caída de la productividad del país a una tasa promedio anual del 3%, según datos de la Comisión Nacional de Evaluación y Productividad (CNEP), escenario preocupante del que hay que ocuparse con urgencia para que el mercado laboral salga de su deterioro.
Guillermo Riquelme