Cuidar a la tercera edad
Aquellos que suman más años son una fuente de sabiduría y experiencias que la sociedad actual, marcada por la juventud, parece incluso despreciar. Hasta el viernes 10 de julio la Región de Antofagasta registraba 216 decesos, 157 de los cuales corresponden a adultos mayores de 60 años, por lejos el segmento más golpeado con la pandemia mundial.
El Papá Francisco, y otros líderes mundiales han puesto el acento en los cuidados que debe tener la sociedad con sus adultos mayores, por lejos el segmento más golpeado por la pandemia de coronavirus.
Un ejemplo es nuestra región de Antofagasta, donde siete de cada diez decesos son de ancianos, lo que a veces se mira con ligereza y desprecio, como si fueran vidas de segundo orden, olvidando que se trata de personas que ya vivieron y dieron todo lo que tenían. Muchos de nuestros países ven así a la tercera edad: como una molestia.
Hasta el viernes 10 de julio, la Región de Antofagasta registraba 216 decesos, 157 de los cuales corresponden a adultos mayores de 60 años, por lejos el segmento más golpeado con la pandemia mundial.
Siete de cada diez muertes afecta los más viejos, en especial a los varones (solo hay registro de 64 mujeres), una cifra levemente superior al 63% del nivel nacional (Informe epidemiológico del 7 de julio).
A nivel regional, el 28% de las muertes afecta a las personas de entre 60 y 69 años; el 23,6% a los de entre 70 y 79 años y el 20% a quienes están entre los 80 y 89.
Hace algunas semanas el Pontífice citó: "La pandemia de COVID 19 ha puesto de manifiesto que nuestras sociedades no se han organizado lo suficiente para hacer espacio a los ancianos, con justo respeto a su dignidad y fragilidad. Donde no se cuida a los ancianos, no hay futuro para los jóvenes". Y recordó que los ancianos "son nuestras raíces, nuestra historia. Ellos nos han dado la fe, la tradición, el sentido de pertenencia a una patria".
La tercera edad es la más expuesta al virus y también al deterioro físico, las bajas pensiones y la soledad, que muchas veces son peores.
Si hay algo que podríamos esperar de la pos pandemia es ese sentido de mayor humanidad y empatía por el otro, algo que las personas reclaman con fuerza, porque han comenzado a entender que los requerimientos de la vida son mucho más complejos y grandes que la mera acumulación o el éxito personal.
Nuestro trato a los ancianos es revelador de lo que somos y las ausencias que allí tengamos son parte de lo que debemos conseguir para ser mejores.