"Vine en bus a mi primera práctica en Chuqui"
IDENTIDAD. Felipe Lerzundi Rivas, consultor ambiental.
Hace pocos días, la semana pasada, el ingeniero Felipe Lerzundi Rivas vio la muerte desde muy cerca, tras sufrir un accidente automovilístico.
¿Cuánto pueden cambiar las perspectivas tras un hecho de ese tipo? Sin duda que mucho. Recuperándose de las heridas, el profesional se dio tiempo para recordar pasajes que lo han marcado y la estrecha relación que ha creado con la región.
Exseremi de Medio Ambiente y actual consultor ambiental con asiento entre el altiplano y la capital regional, estas son algunas de sus impresiones.
Eres oriundo de Tomé… ¿Qué definió la identidad tomecina y tu infancia?
- Rodeado de calor familiar, naturaleza, pero sobre todo pisar hojas secas en una plaza. Los cimientos de la persona que soy van de la mano con el pasado textil, la educación obrera de mi abuelo y la pedagogía de mis padres. El barrio entregó siempre solidaridad y de forma desinteresada.
¿Cuál es la principal enseñanza de tus padres?
- Ama a tu prójimo como a ti mismo. Eso tiene varias implicancias en cómo se da ese amor: honestidad, lealtad, empatía. Pero si hay algo que está arraigado en sus enseñanzas, es el valor de la educación. La educación como ruta al desarrollo, pero especialmente a la búsqueda de la verdad
¿Cómo llegaste a la ingeniería?
- Me gustaban las matemáticas y la física. Fui a una charla dictada por el profesor Claudio Zaror con un emblema que decía: Atrévete a cambiar el Mundo con nosotros". Eso ya implicaba un profundo compromiso que interpretaba buscando las herramientas del cambio que necesitamos como sociedad.
¿Y a la política?
-Desde segundo básico fui representante o responsable de algo en el curso. Tengo una familia muy política en el sur, con autoridades conocidas. Partí como simpatizante, pero ya en la Universidad con mayores responsabilidades; buscar el bien común a través del humanismo cristiano, aun entendiendo que el humanismo no es cristiano, ni el cristianismo es humanista.
¿Cómo fue tu primer contacto con el desierto?
- El 30 de diciembre del 2007. Me vine en bus a mi primera práctica en Chuquicamata. Venía saliendo el sol desde la cordillera... una de las bellas postales de nuestro norte.
¿Por qué decidiste quedarte?
- Toda mi vida profesional la he desarrollado en el norte. El clima es fantástico. Mientras esta tierra es muy fecunda que debiera alcanzar para todos, dando trabajo de una verdadera revolución cultural, que ponga al respeto, la libertad, la diversidad y a la persona en el centro, como ente unitario de la sociedad.
¿Qué te gusta del altiplano?
- El silencio nocturno, los rostros quemados de los amigos, la organización de los grupos humanos que sincretizan lo cristiano de andino..., los ecosistemas sensibles, por esos que estamos trabajando y buscando proteger.
¿Qué te gustaría que los demás supieran de ti?
- Que si te invito a cocinar pastas o pizzas, quiero que me acompañen a prepararla con un buen tinto y harta conversa.
Hace poco tuviste un accidente grave. ¿Cuánto cambia la percepción de las cosas después de eso?
- Del Cielo a la Tierra. Fue duro, puesto que aún siento los golpes. A quedarse con lo bueno que nos ha traído esto: las llamadas inesperados, mensajes inesperados y muchos que aún no puedo contestar.
¿Qué debiéramos aprender las personas, que no enseñan en ninguna parte?
- Que desde la Roca Tarpeya se ve el Capitolio. Los romanos hacían efectivas las penas de muertes en la Roca Tarpeya. Sus victorias las celebraban en el Capitolio... desde ahí notaron que al mismo momento ejecutaban a presos que cayeron en desgracia.
¿Qué cosa has aprendido en estas semanas y meses tan inciertos?
- La paciencia y resiliencia en tiempos de pandemia. Para lo que viene, adaptación al cambio y mucha empatía.