Desconexión necesaria
"¿Será esto un problema de los hijos o, más bien, se trata de un problema de los adultos?". Dr. Miriam Pardo Fariña, Académica Escuela Psicología Unab
Considerando que los aparatos tecnológicos ya forman parte del mundo del niño y del adolescente, los padres utilizan estos recursos como herramientas de presión para lograr que les obedezcan. Los mismos hijos suelen decir al psicólogo, que ya saben que los padres les quitarán los celulares o la consola para castigarlos y eso es lo que más les duele.
No está demás agregar que el uso de estos medios tecnológicos suele hacerse extensivo incluso hasta altas horas de la noche. Los mismos padres hacen sus narrativas comentando cómo sus hijos se hacen los dormidos; al volver a sus dormitorios, se trasluce la luz del celular bajo las sábanas, porque siguen chateando o jugando y esto se puede extender hasta la madrugada.
La tecnología como anfitriona central, a través de la oportunidad de acceder a las redes sociales, trabajar, conversar, jugar o entretenerse, encuentra su potenciación con la llegada del coronavirus y la exigencia de cuarentena. Si antes era un punto de consistente conflicto, ahora genera la paradoja de aplaudir al anfitrión por medio del teletrabajo para los adultos, la escolarización con metodología virtual y la resolución de problemas, tales como comprar, ingresar al Banco, pagar cuentas, enviar correos, informarse, etc... Horas de pantalla en sus distintas versiones, desde la televisión hasta los celulares, y los hijos sin poder salir aprovechan como nunca estas tecnologías planteadas para la vida cotidiana.
Entonces ¿Cómo restar el tiempo de pantalla a los hijos si pareciera necesitarse más que nunca? En medio de esta paradoja, las familias parecieran necesitar más equipos para evitar conflictos y, de esta manera, estar todos conectados. Inclusive, si antes de la situación planteada por la pandemia del coronavirus, muchos padres preferían que sus hijos tuvieran tiempos prolongados de pantalla para ellos hacer otras actividades, la situación de encierro actual no cambia mucho las cosas, en tanto la llamada "adicción" a las pantallas venía sucediendo desde hace mucho tiempo atrás. ¿De qué se trata, entonces, la regulación de los tiempos virtuales?
Tiempos de estudio, tiempos de entretención, pero también tiempos para compartir con la familia, tiempos para descansar. ¿Cómo lo podrían entender los hijos sin que para ellos sea una amenaza o un castigo departir en familia y sin pantallas? Al parecer, los padres deberían dar ejemplo de ello, no solo dosificando sus propios tiempos de trabajo y entretención virtuales, sino también brindando un sentido favorable a los tiempos de "humanización" junto a la mesa, ya sea por medio de un juego con el que todos compartan o por la elección de momentos en que se procure una buena conversación.
¿Será esto un problema de los hijos o, más bien, se trata de un problema de los adultos, quienes aun no han encontrado las maneras de vincularse entre ellos y con sus hijos, prescindiendo de objetos para poder relacionarse?