Descentralizar el país es urgente
"Los convenios de programación son una buena herramienta para que las regiones consigan sortear las trabas administrativas". Ricardo Díaz Cortés, Consejero regional
Vivimos en un país centralizado, es algo que repetimos hasta el cansancio, pero que muchas veces no logramos entender los alcances de esta realidad que nos golpea. Si bien el año 2005 la ley 2050 establece una nueva reforma constitucional para reformar el Artículo 3 de la Constitución y señalar que "El Estado de Chile es unitario. La administración del Estado será funcional y territorialmente descentralizada, o desconcentrada en su caso, de conformidad a la ley", ello en la práctica aún no se materializó.
Cuando se habla de descentralización se suele diferenciar diversos ámbitos de acción: la dimensión política, que refiere a la capacidad de elegir sus propios representantes; la administrativa, que apunta a la capacidad de desconcentrar atribuciones de diversos servicios y tomas decisiones propias; y la Económica, que implica administrar y recibir sus propios recursos (ARREDONDO, 2011). Suponer que, al elegir autoridades desde los mismos territorios, ello va a implicar que la toma de decisiones de dichas autoridades impacte en el desarrollo de sus territorios, es actualmente difuso.
Hoy en día las regiones cuentan con autoridades electas, los Consejeros Regionales (CORE), que deciden sobre los proyectos que se priorizan y cuántos recursos recibirán esos proyectos, pronto se tendrá al gobernador regional que liderará este espacio de decisión. Sin embargo, cuando hablamos de hacer efectivos esos recursos en los territorios ahí las trabas se multiplican. Es la Dirección de Presupuesto a nivel nacional, la que tiene por misión "velar por la asignación y uso eficiente de los recursos públicos", quien finalmente va a decidir si se asignan o no esos recursos.
A partir de ello, una real descentralización, de tipo funcional- territorial que permita una semi autonomía de la región para que primero tenga su propia identidad jurídica y patrimonio, que le facilite la ejecución de acciones que permitan su desarrollo y crecimiento, es -al parecer- una utopía muy lejana por conseguir. Debemos luchar por una descentralización real. Pero mientras tanto cómo avanzamos en las iniciativas de desarrollo que necesitamos desde regiones. La solución es política y por política me refiero a la capacidad de asumir un diálogo con el nivel central.
Los convenios de programación por tanto son una buena herramienta para que las regiones consigan sortear las trabas administrativas y definir las acciones relacionadas con los proyectos de inversión que se ejecutarán dentro de un plazo determinado. Al definirse los proyectos a ejecutar, las responsabilidades y obligaciones de las partes, las metas por cumplir, los procedimientos de evaluación y las normas de revocabilidad, se dan garantías a la región de su ejecución.
Debemos avanzar a una mayor descentralización, mientras tanto debemos usar las herramientas que existen para generar una situación de equidad en el trato que permita ir atrayendo nuevos recursos a regiones.