"Necesitamos construir esperanza para ponernos de acuerdo en lo que vendrá"
ANTOFAGASTINIDAD. Pablo Camus Galleguillos, decano de la Facultad de Educación de la UA.
Avecindando desde el 2002, cuando su padre fue nombrado rector de la Universidad Católica del Norte, Pablo Camus Galleguillos (47), doctor en Sociología de la Educación, ha desarrollado gran parte de su vida profesional en la Universidad de Antofagasta.
"Todo este tiempo ha estado marcado por una trayectoria personal y profesional muy intensa. En 2004, tome la decisión de iniciar mis estudios doctorales en la Universidad de Valencia, España. Esto significó un ir y venir intenso, marcado por procesos de investigación, familia y la transformación paulatina de formas de pensamiento que me fueron vinculando con nuestro territorio, su pasado, presente y también futuro", señala.
¿Dónde creció y cuáles son los mejores recuerdos de infancia?
-Nací en la ciudad de La Serena, donde realicé mis estudios básicos y medios en el colegio Seminario Conciliar. Posteriormente, me fui a Santiago a estudiar Ciencias Políticas y Gestión Pública, donde pude completar mis prácticas profesionales en la Agencia de Cooperación Internacional. Una experiencia muy rica, de maduración y proyección de lo que vendría.
¿Qué circunstancias le llevaron a vivir en esta ciudad?
-Mis padres, Margarita y Misael, durante el año 2002, se trasladaron a la ciudad de Antofagasta, motivados por nuevos desafíos académicos de mi padre que fue rector de la Universidad Católica del Norte entre 2001-2013. Lo anterior, significó para la familia acompañarnos y pensarnos entre todos desde nuevos horizontes. Casi 20 años desde que tomamos esa decisión como familia y que ha marcado profundamente nuestra historia como grupo y mi biografía personal.
¿Por qué decidió especializarse en sociología?
-El seguir estudios de doctorado en Sociología, me permitió desarrollar marcos críticos y analíticos para interpretar y relacionarme con mi entorno. Reconocer el valor de las relaciones sociales, la construcción de espacios que van a determinar, por ejemplo, cómo nos educamos, cómo pensamos el desarrollo, fue fundamental para decidir qué estudiar, qué investigar y así fijar un compromiso para siempre con la región que me acogió y entregó la posibilidad de complejizar mi existencia.
¿Siempre pensó desarrollar su carrera profesional en a la educación pública?
-Una vez finalizado los estudios de doctorado, tuve la oportunidad de ser parte de la Universidad de Antofagasta. Universidad que por su tradición y origen como universidad estatal comprometida con el territorio me permitió desplegar con intensidad y vocación mi labor como académico. Siempre fue mi anhelo ser parte de la tradición del Estado en materia de educación superior. Hoy como decano de mi facultad siento un profundo orgullo de poder liderar un aspecto estructural y clave para el desarrollo del país como lo es la formación de profesores.
En lo personal, ¿Cuál es su mayor aprendizaje durante todo este periodo de pandemia?
-El anhelo y la realización ha sido impactado por el contexto de pandemia y crisis social que nuestro país vive. Ha tocado reforzar los lazos entre compañeros de trabajo, la familia, las ideas, la paciencia como expresión de humildad y desafío cotidiano. Repensar nuestro oficio, la arquitectura de nuestras relaciones sociales ha sido desgastante, motivador y por sobre todo un proceso generador de conciencia.
Luego de todo este periodo, ¿cuáles creen que son los cambios más urgentes que requiere la ciudad para mejorar en integración y calidad de vida?
-Se requiere que caminemos y generemos diálogo para el desarrollo, definir modelos que nos conecten con lo humano, la justicia y la libertad. Definir que para alcanzar estos desafíos se requiere reconocernos en la diferencia, en la justa distribución de la riqueza, en el replantearnos nuestra relación con la naturaleza y las características del territorio que nos toca habitar.
En definitiva, necesitamos construir esperanza para ponernos de acuerdo en lo que vendrá, en las definiciones que serán cruciales para convivir en esa diferencia necesaria, libre y con oportunidades concretas para que exista un verdadero proyecto país que permita alcanzar el desarrollo y la justicia social.