Análisis y solución inmediata a conflicto
Las relaciones interpersonales quedaron en pausa por la pandemia y retomarlas en su armonía es un proceso que requiere compromisos. Son las autoridades al igual que los padres y apoderados quienes deben liderar la forma de reconducir las relaciones entre los estudiantes y retomar la paz y tranquilidad en los colegios.
El retorno a la presencialidad en los colegios trajo consigo un problema que algunos especialistas se atrevían a anticipar y que es el deterioro de las relaciones interpersonales, humanas en un grupo en desarrollo que es el de los estudiantes. Si antes nos preocupaban hoy debemos estar aún más conscientes que este grupo etario requiere de la máxima atención para que vuelvan a relacionarse de manera armónica con sus compañeros y profesores.
Lo que ocurre en los colegios no es más que el reflejo de nuestra sociedad que desestima la autoridad y legitima la violencia como un medio válido de relacionarse.
Claramente los casi dos años de restricciones sanitarias con extensos confinamientos minaron la salud mental de los chilenos. Somos menos tolerantes, buscamos imponer nuestras ideas e impulsamos medidas de fuerza en desmedro de las vías pacíficas.
Por ello, cuando conocemos por redes sociales de amenazas de balaceras y ataques entre alumnos de nuestras escuelas entendemos el nivel de agresividad existente. Y si eso se materializa como ocurrió en el sector norte de Antofagasta, nos damos cuenta que es necesario poner atajos.
Cuando normalizamos la violencia los más jóvenes, aquellos personas que se están formando, lo asumen como una opción válida. Sienten que pueden amedrentar, amenazar y atacar como parte de un proceso existente para resolver problemas o como demostración de fuerza.
Cuando llegamos a ese nivel es momento de poner un freno. Analizar la realidad y procurar soluciones inmediatas que sirvan para evitar incidentes lamentables.
Son las autoridades al igual que los padres y apoderados quienes deben liderar la forma de reconducir las relaciones entre los estudiantes. Buscar las asesoría e idear un plan de convivencia escolar que apunte a retomar la paz y tranquilidad en los colegios.
Lo ocurrido en Antofagasta con anterioridad ocurrió en otras comunas pero el manejo acertado de la crisis sirvió para tomar una senda de educación y participación estudiantil en la resolución del conflicto.
Obviamente, tenemos que poner atención a la salud mental de los menores y cómo están canalizando sus deseos, inquietudes y frustraciones. Desde ese análisis partir con el plan que atienda esas dificultades, empodere a los profesores y autoridades, quienes deben señalar el camino a seguir sin olvidar la imprescindible misión que tienen los padres en esa guía.