Cuentos infantiles y vida en comunidad
Al aproximarse Navidad y por una asociación natural es el cuento infantil el que ronda en mi mente. Siendo niño, los leí con fruición. Adulto, fue Rainer Maria Rilke quien, al respecto, me dijo: "Créeme, la vida siempre, siempre tiene razón" y, luego, categórico especificó que "Todo lo que usted pueda meditar acerca de la infancia, es bueno."
En mi niñez el cuento infantil lo asociaba con Perrault, los Grimm y Andersen, una trilogía que resultaban cuatro. Perrault reinó en el siglo XVII hasta 1703. Jacob y Wilhelm, los Grimm, lo hicieron en el tránsito del XVIII al XIX. Andersen brilló en el siglo XIX, hasta 1875.
Allí había un universo maravilloso que fascinaba a las mentalidades infantiles. Para mí, eran más de treinta títulos: La bella durmiente, El gato con botas, Caperucita roja, Cenicienta, Los músicos de Bremen, Hansel y Gretel, El patito feo, El soldadito de plomo y otros con títulos sorprendentes: El traje nuevo del emperador, Los duendes zapateros, Seis amigos alrededor del mundo, Piel de asno, etc.
Cuentos infantiles episodios ejemplares para el entendimiento de la vida en comunidad. Con un esquema didáctico de dualidades contrastantes: Bien y Mal, Belleza y Fealdad, Generosidad y Egoísmo, etc. Cada porción de ese universo y los conflictos que en él se exponían, se grababan en las mentes con valoraciones que al paso del tiempo contribuían al carácter y a las acciones del diario vivir. El cuento ilusionaba a las mentes infantiles y, con el tiempo, favorecía el espíritu aventurero de sus intrépidos corazones. Los pequeños lectores se sentían tan protagonistas o príncipes que, mirando a sus alrededores, veían a sus amigas o hermanas como princesas, que sí lo eran, a las que debían proteger y respetar.
Una vez superada esta etapa, el beneficio resultaba sorprendente. Los niños se mostraban bien provistos de valores esenciales que debían asumir en las escuelas donde, a partir de la sociabilidad, se formaban los futuros ciudadanos que eran garantía para la vida culta y comunitaria.
La lectura de cuentos infantiles sigue llevando, a quienes los entienden, hacia el único reino donde, finalmente, el Bien es patrimonio de todos.
Osvaldo Maya Cortés.