Pese a caída, cifra de denuncias por bullying del 2023 fue la tercera más alta en una década
EDUCACIÓN. El año pasado se registraron 92 casos, un 43,21% menos en comparación al 2022, aunque para los expertos el escenario al interior de las aulas sigue siendo complejo.
La trágica muerte de la profesora Katherine Yoma y la falta de matrículas a nivel nacional, han puesto a la educación como el tema central de marzo, llevando a las autoridades y opinión pública a buscar soluciones a estas aristas.
Otro tópico de la educación son los casos de bullying, que en 2022 y en 2023 marcaron la pauta luego del regreso a clases presenciales tras la pandemia del covid-19.
De acuerdo con datos de la Superintendencia de Educación, el año pasado registraron 92 denuncias de maltrato entre estudiantes, una baja del 43,21% respecto al 2022, cuando Antofagasta alcanzó un peak de 162. Sin embargo, la cifra del 2023 corresponde a la tercera más alta en una década (ver gráfico).
La tendencia también se observó a nivel nacional. Si en 2022 hubo 5.115 denuncias por bullying en la Superintendencia, para el año pasado bajaron a 4.502, pero siendo el segundo año con más casos desde 2014.
Análisis
"Es lamentable que en la región se replique la tendencia nacional", recalca Patricia Castillo, decana de la Facultad de Educación de la U. Católica del Norte, para quien las bases de la situación "obedecen a una crisis valórica, que como sociedad no hemos asumido y no hemos querido ver: la desigualdad y segregación que produce y reproduce el sistema educativo, un sistema competitivo, castigador, poco amigable".
"Seguidamente, producto de lo anterior, se ha naturalizado la violencia. Patrones de violencia a nivel social familiar y de ocio se han ido repitiendo, los cuales han ido reproduciendo las nuevas generaciones, quien en lo asumen como una forma relacional normal", argumenta Castillo. Y añade que, "en consecuencia, el respeto hacia el otro, hacia el medio, hacia los espacios comunes de uso público, se han ido diluyendo progresivamente".
La académica también vincula la situación al efecto del encierro por la pandemia, el que acrecentó "en mayor medida este sentir, que se evidencia en toda su magnitud en las escuelas y establecimientos educacionales del país".
En cuanto a la baja de denuncias, Castillo subraya que es "preocupante", esto debido a que una lectura podría ser que "aumenta el temor a denunciar por represalias y que el bullying persiste".
Para afrontar la situación, Víctor Rocha, académico de la Facultad de Educación de la Universidad Diego Portales (UDP), plantea que, "si bien está la ley de Violencia Escolar, que es del 2011", y que existen mecanismos institucionales como los consejos escolares o de buenas convivencias, "la importancia de esos espacios es que generen acciones concretas y que se haga un trabajo más preventivo que reactivo frente a las situaciones".
Rocha sostiene que faltan en las escuelas "generar instancias de reconocimiento, instancias de la importancia de conocer al otro, instancias donde, por ejemplo, el trabajo colaborativo dentro del aula sean elementos centrales para poder aprender a convivir, donde también haya una formación de aspectos ciudadanos y no solamente en el curso de Ciudadanía para los estudiantes de media".
Mientras, Patricia Castillo complementa que se requiere un trabajo asociativo del "Ministerio de Educación, establecimientos educacionales, familia, comunidad en general", con el objetivo de "hacer de la escuela un espacio seguro, un lugar de encuentro, donde se aprende en libertad con otro u otra, que garantice el derecho a aprender, sin miedo. En segundo lugar, formar a los equipos docentes en prácticas de contención, autocuidado y educación digital, entre otros".