"Hay que aprender a querer más a Calama"
IDENTIDAD. El relator Andrés Esquivel Vargas habla de sus 33 años viviendo en la tierra de sol y cobre.
L a historia de Andrés Felipe Esquivel Vargas está ligada al esfuerzo y la superación permanente. Por eso, este comunicador de 58 -casado, seis hijos-, nacido en Uyuni cuenta con orgullo que en su vida fue panificador, chofer de taxis y colectivos y por allí logró la puerta de entrada a su gran pasión: las comunicaciones.
"Nosotros somos diez hermanos y de ellos somos cuatro los que nos dedicamos a las comunicaciones de una u otra manera", cuenta el relator deportivo que en enero de 1987 se vino a radicar definitivamente a Calma desde Bolivia.
-¿Fue una decisión familiar o se viene solo?
Nos vinimos en familia, si finalmente, somos todos calameños. Mis papás se casaron en San Pedro de Atacama y después se van a Uyuni y allá nazco yo casi por una eventualidad. Pero toda mi familia es de acá. Mis hijos son todos de acá, también.
-Vivir acá hace 33 años es para añorar algo de antes, ¿no?
La tranquilidad y esa solidaridad que había en Calama. Puede que hayan sido calles de tierra pero uno salía del cine antes, caminaba rumbo a la casa y todo el mundo te conocía, te saludaba. Esa era gente mucho más calameña que la de hoy. Quería su tierra, la defendía, se sentía parte y era feliz acá. Siento que de eso hay menos ahora...
-Pero es normal. Esta es una ciudad en desarrollo...
Sí. Y como todas las cosas del desarrollo y los tiempos modernos, la forma de vida se está volviendo más impersonal, más individual. La gente de antes como que era de juntarse más, uno tenía más amigos en la Calama de antes, aunque no tuviera mall.
-Ud nació en Bolivia y en Calama hay todo un tema con la llegada de los extranjeros que se vienen a vivir a la zona. ¿Cómo ve ese fenómeno?
Por su naturaleza, Calama siempre ha sido una ciudad que le ha dado trabajo al que necesita y se esfuerza. El que quiera superarse, tiene en esta tierra una oportunidad todo el tiempo y por eso llega mucha gente desde otras regiones y también desde otros países. Creo que en los últimos años, el tema de los extranjeros quizás se había dejado un poco desatendido porque entraban muchos pero me parece que las autoridades están reaccionando. Sobrepoblar la zona es un tema que se debe tomar muy en serio.
¿Cuándo parte en el relato deportivo?
Yo empecé en Bolivia en el año 85 pero después dejé la actividad y la retomé en el año 99 en Calama. Tuve la suerte de pertenecer a la red Norte Deportivo que muchas veces transmitía partidos de otros equipos que venían a Calama y se colgaban de la transmisión nuestra. Entonces, mi voz salía para otras ciudades y mucha gente me ha dicho que me escuchó en otros lados. Ese privilegio de poder contar lo que pasa al otro lado del país es una pasión que uno no quiere cambiar más.
-¿Y del fútbol amateur?
Yo jugué fútbol amateur en la Liga O'Higgins, como arquero. Así como fui seleccionado de Calama en 1981, cuando venía para las vacaciones y me metieron a un club. Pelee en tres categorías distintas y vi desde el ring esas jornadas en que el Estadio Techado estaba lleno. Entonces, siempre he sabido que no todo es Cobreloa en Calama. Y cuando estaba en la radio aparecieron de selecciones amateurs que jugaban nacionales en otras regiones y querían que se escucharan sus partidos acá. Ahí nace la idea. Y después la continuamos con las ligas locales.
-Qué le gustaría ver en el futuro en cuanto a desarrollo deportivo de esta ciudad...
Sin duda, que exista una infraestructura deportiva acorde con las condiciones que tenemos y que se sabe, acá no se aprovecha. Calama tiene condiciones naturales únicas para desarrollar deportistas de élite y todo el que está ligado al deporte entiende que es una necesidad no resuelta porque no hay infraestructura para ello. Además, que Cobreloa vuelva a la primera división le da otra cara a la ciudad, vienen los equipos importantes a la ciudad y eso siempre va a ser bueno. Y por qué no, que haya más recursos y atención para que deportes que fueron tan populares en años anteriores como el boxeo vuelvan a tener oportunidades de encontrar y proyectar talentos.
-¿Siente que en este proceso de tantos cambios como sociedad, Calama va a cambiar de acá al corto plazo?
No creo que mucho, siento que el Calama de hoy seguirá siendo muy parecido al Calama de unos 10 años más. Una ciudad que va creciendo, que le entrega muchas oportunidades laborales a la gente que llega, que tendrá que ir absorbiendo ese rasgo multicultural que entregan quienes vienen desde fuera a vivir acá. Pero ojalá que las nuevas generaciones cambien y adopten esa mirada que tenían los de antes. De apego a la ciudad, a las oportunidades. Hay que aprender a querer más a Calama y a luchar por su desarrollo.
¿Qué nos falta?
Desarrollarnos, darles más posibilidades a la los jóvenes para que se queden acá. Por ejemplo, mis seis hijos son profesionales, tres de ellos ingenieros y tres de ellos técnicos. Yo, trabajando en diferentes cosas pude ayudarlos pero hay muchas familias cuyos hijos tienen talento y se termina yendo porque acá no hay diversidad para formar profesionales. Eso nos falta.
-Y calidad de vida, ¿quizás?
Hace muchos años que se viene diciendo que van a hacer una costanera bonita del río y nada. Pero Calama no es sólo el río Loa. Hay comunidades, tradiciones y reliquias en la zona del Alto Loa que debemos explotar a todo nivel, para que la gente las venga a conocer y se quite esa etiqueta de que Calama es feo o que acá sólo se viene a trabajar. Hay mucho que ofrecer y quienes vivimos acá debemos exigir que exista un desarrollo hacia lo local.
-Con hijos ya profesionales, no pensó alguna vez en volver a Bolivia...
No, yo soy calameño y ya me quedé acá. Esta tierra me dio todo lo que tengo en la vida...