El misterio que rodea a un objeto celeste avistado en 2017
Un libro escrito por el reputado astrofísico Avi Loeb asegura que Oumuamua, extraño cuerpo detectado por un observatorio en Hawai, es un indicio de que existen otras civilizaciones en el Universo.
En octubre de 2017, los avanzados telescopios ubicados en Hawai captaron el paso de un cuerpo extraño por el sistema solar. Las primeras hipótesis apuntaron a que se tratada de un cometa, pero por sus características se descartó que fuera eso; luego se creyó que había sido un asteroide. Sin embargo, tras analizarlo tampoco fue posible que se pudiera inscribir en esa categoría. ¿Qué quedaba entonces? Científicos de todo el planeta llevan tres años y medio buscándole una explicación y la que propone Avi Loeb, uno de los astrofísicos más reputados del mundo, genera discusiones y polémicas entre sus colegas científicos: se trata, dice, de la primera evidencia de vida inteligente y tecnología extraterrestre.
Loeb es decano de Astrofísica de la Universidad de Harvard en Estados Unidos y en el libro "Extraterrestre" que escribió acerca de este caso (editado en Chile por Planeta), el de Oumuamua, como fue llamado el cuerpo que recorrió nuestro sistema planetario, reconoce que su hipótesis no es muy popular en el mundo científico porque escapa de la regla que dice que "los científicos deberíamos transmitir información al público cuando nuestra labor colectiva haya desembocado en una conclusión casi unánime", como sostiene en el libro.
El autor no piensa así: cree que hay que atreverse a buscar explicaciones arriesgadas cuando todas las hipótesis demostrables no funcionan.
El Mensajero Loeb cuenta que el primer nombre que le puso la Unión Astronómica Internacional a Oumuamua (Mensajero en idioma hawaiano) luego de que los astrónomos del complejo Pan-STARRS de Hawai descubrieran sus imágenes fue C/2017 U1 "con c de cometa", explica. Luego pasó a llamarlo A/2017 U1 "con a de asteroide". Y finalmente se le bautizó como 1I/2017 "con i de interestelar".
Con eso se reconoció que se trataba de algo que venía desde fuera del barrio compuesto por nuestro Sol y sus planetas, algo inédito porque "cuando se descubrió Oumuamua nunca habíamos avistado un objeto que proviniese de fuera de nuestro Sistema Solar y que lo cruzara".
Definitivamente era algo nuevo, diferente, nunca antes visto en los alrededores de la Tierra ni de sus planetas vecinos. Y al convencerse de eso, para Loeb quedó claro que debía volver sobre la pregunta que para él es trascendental en su trabajo: "¿Existen o han existido jamás civilizaciones inteligentes que, como la nuestra, hayan explorado estrellas y hayan dejado un rastro en sus empeños?". Él mismo se contesta: "Creo que en 2017 cruzó por nuestro Sistema Solar un indicio de que la respuesta a esta pregunta es sí".
¿extraterrestre?
Claro que no fue llegar y decir: no es asteroide ni cometa, entonces es tecnología extraterrestre. El astrofísico de Harvard hace una larga exposición por más de 200 páginas para explicar cómo llega a esa conclusión y que parten con la afirmación de que "este visitante, comparado con todos los demás objetos que han estudiado alguna vez los astrónomos, era muy extraño. Y las hipótesis que se han esgrimido para explicar todas las peculiaridades observadas del objeto son igual de extravagantes".
Y viene su teoría: "Yo defiendo que la explicación más simple para estas peculiaridades es que el objeto fue creado por una civilización inteligente que no reside en la Tierra".
Su primer argumento parte de casa: "Nuestra civilización ha enviado cinco objetos fabricados por el ser humano al espacio interestelar: los Voyager 1 y 2, los Pioneer 1 y 2 y el New Horizons. Este mero hecho denota nuestro potencial ilimitado para aventurarnos a lo desconocido. (…) Y si hubieran aparecido otras civilizaciones entre las estrellas, ¿no habrían sentido el mismo impulso por explorar, por cruzar horizontes conocidos en busca de otros nuevos?".
Anomalías
La demostración de la hipótesis extraterrestre pasa por detallar una serie de anomalías que caracterizan a Oumuamua y que impiden que sea considerado un objeto normal como los antes conocidos en el Universo.
"Para los astrofísicos las alteraciones en el brillo de un objeto aportan claves de incalculable valor para conocer su forma. En el caso de Oumuamua el brillo variaba por un factor diez cada ocho horas, según se deduce de la cantidad de tiempo que tardaba en completar una rotación entera. Esta drástica variación en el brillo nos hizo pensar que tenía una silueta alargada, de una longitud al menos cinco o diez veces superior a su anchura", explica. Las dimensiones estimadas fueron de 100 metros de largo (lo que mide una cancha de fútbol) por unos nueve metros de ancho.
A eso se suma que "podemos afirmar con certeza que el objeto era relativamente pequeño. Y el hecho de que pasara cerca del Sol quiere decir que Oumuamua debía tener una superficie muy caliente, algo que la cámara de infrarrojos del Telescopio Espacial Spitzer, lanzado por la NASA en 2003, habría podido ver. Sin embargo, la cámara del Spitzer no pudo detectar que Oumuamua desprendiera ningún calor".
"Y hay más", anuncia el propio Loeb: "Además de ser pequeño y tener forma singular, Oumuamua despedía una luminosidad estraña. A pesar de su minúsculo tamaño, al pasar cerca del Sol y reflejar su luz, el objeto resultó ser relativamente brillante: como mínimo diez veces más que los asteroides o cometas típicos del Sistema Solar. (…) Su reflectancia se acercaría a valores sin precedentes; unos niveles de brillo similares a los de un metal reluciente".
Y la última característica extraña es para Loeb "la anomalía más llamativa de Oumuamua: Cuando se aceleró en su camino alrededor del Sol, su trayectoria se desvió de la que cabría esperar por la mera gravedad de nuestra estrella. No había ninguna explicación obvia del motivo".
"Este fue, para mí, el dato más desconcertante de los que se acumularon durante las cerca de dos semanas que pudimos observar a Oumuamua. Esta anomalía, sumada a las otras informaciones que los científicos habían amasado, me llevó a formular la hipótesis que me enfrentó a la mayor parte del estamento científico", dice el astrofísico, para quien evidentemente se trataba de un objeto de tecnología extraterrestre.
Y para responder a quienes dudan de esta conclusión, Loeb parafrasea a Galileo con una respuesta de cinco palabras: "Y sin embargo, se desvió".
la nasa proyectó más o menos la forma de oumuamua de acuerdo con los datos que se obtuvieron desde el observatorio de hawai.
"Cuando se descubrió Oumuamua nunca habíamos avistado un objeto que proviniese de fuera de nuestro Sistema Solar y que lo cruzara", dice el autor del libro.