25N: género que salva vidas
Una vez participé en un acto en el que se abría un buzón anónimo en el que cientos de universitarias contaban sus experiencias de violencia. Cada joven respetuosamente tomaba un papel de alguna compañera y lo leía. Al menos 30 relatos eran de violaciones por parte de quienes eran sus parejas en ese momento. Me quedé choqueada y me pregunté cuántas estudiantes más habrán vivido lo mismo.
Estas estadísticas nunca lograremos verlas en su totalidad porque muchas mujeres violadas por sus parejas han asumido que estar con alguien implica someterse a sus reglas, incluso si se utiliza la violencia, entonces callan.
En algunos países como España se ha avanzado en leyes modélicas para proteger a las mujeres y en otras naciones, como por ejemplo Bulgaria, estamos aún en la edad de piedra, donde la violencia contra las mujeres es un "problema privado" de la pareja, en el que la policía toma en serio la denuncia solo cuando la violencia se produce reiteradamente tres veces. En este mismo país donde se vende ropa masculina sexy bajo la marca "agresor" se ha declarado el género como "inconstitucional", porque pone en peligro sus valores nacionales.
Pese a las evidencias científicas, en muchos países seguimos luchando para "alfabetizar" respecto a que el género no es una ideología y que la violencia de género existe y debe ser erradicada. A veces desanima, porque en vez de avanzar para hablar de educación y prevención, que es realmente urgente, seguimos caminando en mundos paralelos, en el que aún hay políticos y personas, quizás movidos por profundos sentimientos religiosos, que denuncian manipulaciones externas por parte de una supuesta ideología que amenaza su "modelo de familia".
El género es una construcción social, y como tal, puede mutar, evolucionar; los estereotipos de género son una bomba de tiempo, porque nos hacen creer que debemos cumplir roles inamovibles: la mujer debe acompañar, seguir a su hombre donde sea, ser paciente, ella es la emocional, la que escucha, la que abraza, la que llora; el hombre tiene que ser un macho sexy, agresivo, que defiende lo suyo, que rinde en la cama, proveedor, que controla, decide, protege.
Desde la psicología sabemos que no es así, que si bien hay muchos elementos biológicos que nos diferencian, cada vez es más evidente que lo que se pensaba inmutable no lo es tanto, y que mucho de lo que se creía innato más bien es cultural.
En una investigación, una de mis estudiantes habló con adolescentes sobre roles de género, nuevas masculinidades, violencia machista. Me esperanzó ver la apertura de tantas personas jóvenes para hablar de género sin miedos ni desconfianzas, y de su disposición para sentarse a reflexionar sobre estereotipos que les hacían daño y de cómo debería ayudar la educación escolar y la familia a gestionar los celos, la posesión, la ira, la rabia, entre otras emociones que en el propio grupo fueron señaladas como causantes de la violencia.
Más allá de que de la profunda tristeza que causan las personas que insisten en mover el debate al terreno de la ideología o la religión y se alejan de las evidencias, se observa esperanza de que las nuevas generaciones nos ayuden a erradicar el negacionismo que aún existe sobre la violencia de género. El 25N trata de esto, de iluminar vidas y proteger personas. Es una fecha que busca salvar vidas.
*Pilar Escotorin es doctora en sicología de la comunicación y profesora asociada en la U. Autónoma de Barcelona. Codirige el laboratorio de investigación prosocial aplicada Lipa Net.