Nació en el desaparecido campamento minero de Chuquicamata, siempre admiró a las personas que trabajan en salud y la pandemia le cambió la vida. Laura Varas es una destacada Técnico en Enfermería del Área Médico Quirúrgico del Hospital de Calama Dr. Carlos Cisternas y hoy conoceremos su historia de vida en la capital de la provincia de El Loa.

¿Cómo recuerda el Chuquicamata de antaño?

-Era totalmente diferente a lo que es ahora en la actualidad, vivíamos tranquilos, no teníamos miedo a la delincuencia, jugábamos libremente en la calle con todos nuestros amigos, no había temor que nos pasara algo. Con harto sacrificio igual, porque nos faltaban varias cosas, pero poco a poco fuimos creciendo como familia. Mi papá llegó de Santiago y conoció a mi mamá, y decidieron unirse en pareja y formar un hogar, se sacrificaron mucho hasta que mi papá entró a trabajar a Chuquicamata y las cosas mejoraron.

¿Cómo nació la vocación de servicio en el área de la salud?

-Yo tengo una tía que trabajaba en el área de la salud, desempeña el mismo rol que tengo actualmente y también recuerdo que mi papá me llevaba al Hospital Roy H. Glover, y siempre miraba a la gente que trabajaba. Me gustaba hacer curaciones o por ejemplo se caían mis compañeros o amigos y yo les curaba sus heridas porque siempre me gustó la salud. Estudié tens, aunque me hubieses gustado estudiar enfermería, pero fui madre joven por lo que tuve que estudiar algo corto y estoy muy orgullosa de mi profesión, orgullosa de ser tens y amo mí vocación de servicio.

¿Cómo es la vida para quienes trabajan en esta área?

-Es bastante sacrificada, para nosotros no hay fechas importantes, siempre trabajamos en Año Nuevo o Navidad porque estamos de turno y dejamos a nuestros seres queridos en casa, le tenemos tanto amor a nuestra vocación y con mucho cariño le brindamos atención a nuestros pacientes, ya que para ellos también es difícil estar aquí durante cualquier festividad.

¿Cómo le ha afectado la pandemia en el trabajo y su vida habitual?

-Me afectó bastante, me marcó porque trabajé en el segundo piso que era el área para pacientes con Covid, siendo una de las primeras personas en implementar ese servicio, porque nos llegó la pandemia de pronto. Junto a otras compañeras nos tocó recibir a los primeros pacientes, lo que fue muy difícil porque era una enfermedad desconocida. Yo aquí en el hospital conocí el amor y la pandemia también le tocó a él, se enfermó, luego se agravó, estuvo dos meses y medio luchando, y no lo logró, por eso digo que esta pandemia nos marcó, a mí, a su familia y a sus compañeros. Carlos era una persona muy querida en el hospital, tenía muchos conocidos y amigos, se vivió un fuerte dolor acá en el hospital y todavía lo extrañamos. La pandemia se llevó lo que yo más amaba.

¿Cómo le gustaría ver a la región del futuro?

-En cuanto a la delincuencia, que la gente pueda vivir su vida tranquila, sin temor, porque hay que salir totalmente resguardados, uno sale del trabajo y no sabe lo que le puede pasar. Que haya menos drogadicción, que los jóvenes encuentren su camino y sean bien guiados para que Calama en un futuro cuente con buenos profesionales, porque la juventud es nuestro futuro y ojalá tengan las oportunidades para salir adelante, y de poder estudiar.

¿Qué le falta a nuestra comuna para ser más acogedora?

Yo creo que a Calama le faltan más áreas verdes, donde los niños puedan salir a jugar y hacer deporte. A mí me gusta salir a andar en bicicleta, pero faltan lugares para hacer actividades al aire libre y no correr peligro, los automovilistas no respetan las ciclovías. El Parque El Loa es un lugar que por años han tratado de arreglar y sigue igual, por eso me gustaría que Calama contara con más espacios para recrearse sanamente. Además nos falta ser más sociables, a veces caemos en la desconfianza con la gente, hay que ser más amables y empáticos con nosotros mismos, y con quienes nos visitan de otros lugares.