Domingo de Adviento
"No dejemos que nuestros pecados nos alejen de Dios, hay un medio de salvación que es Cristo Jesús". "Es indispensable que la nueva Constitución distinga el rol público de sus Universidades"
Vamos caminando hacia la Navidad y debemos preparar nuestros corazones para llegar adecuadamente a adorar al Rey de Reyes y Señor de Señores, que nacerá para nuestro bien. Y este domingo recordamos la figura de Juan el Bautista, iniciando su ministerio de preparación para la presentación oficial del Cristo que viene detrás (San Lucas 3:1-6)
El autor del Evangelio tiene cuidado de situar históricamente este tiempo, ya que Cristo vino a un mundo real y vivió realmente entre nosotros, aunque nunca pecó (Hebreos 4:15). Y parece que las condiciones sociales de aquella época no eran las mejores. El dominio romano fue muy cruel y opresivo, y los gobernantes judíos civiles: Herodes y posteriormente sus hijos; y los religiosos: Anás y Caifás; tampoco eran los mejores. Ante esta situación social, normalmente surge el deseo popular de mejores tiempos, de sembrar esperanza en los corazones, creyendo que todo se puede mejorar (enderezar dice el profeta) Pero Juan no busca el cambio en los demás o en las circunstancias externas, sino dentro de uno mismo. Su planteamiento es: si yo cambio, todo cambiara. Por eso predica del arrepentimiento, y se acerca a bautizar. Arrepentimiento que no es solo dolor del corazón y emociones, sino deseo genuino de cambiar y nunca más abrazar el pecado que me aleja de Dios. Volver, en un giro de 180 grados, a buscar el camino de Dios y disponerse a andar por él. No solo llorar. Y el bautizo, que era común a los gentiles, ya que se exigía para poder ser ingresados al pueblo judío; pero para los propios judíos, era una señal fuerte de miseria pecadora y hacerse como el más vil de los gentiles. Así que, ambas cosas exigidas, eran necesarias (según Juan) para poder llegar a recibir adecuadamente al Señor que venía.
¿Cómo nos preparamos hoy? Parece que las luces y guirnaldas, regalos y fiestas, nos impiden reconocer nuestro pecado y reconocer que delante de Dios somos: miserables, desventurados, desnudos y ciegos (Apocalipsis 3:17) Necesitamos oír otra vez la predicación de Juan el Bautista y acercarnos a las aguas que simbolizan nuestro lavamiento, volver a Dios nuestros corazones para poder ser bendecidos y reconocer que, sin mi cambio interior, nada exterior podrá cambiar. No busquemos más culpables fuera de nosotros, al contrario, el Evangelio nos desafía a examinarnos interiormente y ver todo aquello que es necesario cambiar. Si obedecemos la voz del profeta, podremos acercarnos con confianza a la presencia del niño de Belén y esperar de Él toda bendición.
No dejemos a Juan, seguir predicando en un desierto. No dejemos que nuestros pecados nos alejen de Dios, hay un medio de salvación que es Cristo Jesús. Dejemos todo lo que nos ata a este mundo pecador y vivamos la vida nueva que Cristo nos ofrece. Dios les bendiga.
Convención Constitucional y Educación Superior
El estallido social ocurrido en octubre de 2019 fue la manifestación más explícita del descontento popular que se venía gestando por décadas, a causa de múltiples factores que pueden resumirse en la instalación de un modelo de sociedad neoliberal, que privilegió el crecimiento económico y debilitó el tejido social, instalando una sociedad de consumo donde la desigualdad hizo crisis.
A dos años de este hito en la historia de Chile, podemos decir que la consecuencia más relevante ha sido el Plebiscito que mandató la redacción de una nueva Constitución Política, donde la opción Apruebo obtuvo más de un 80% de las preferencias, con una de las convocatorias más masivas desde que se estableció el voto voluntario.
Histórica también resultó la composición de la Convención Constitucional, donde la presencia de los representantes de los pueblos originarios y la paridad de género, dieron como resultado una plataforma diversa, que pareciera mucho más representativa y transversal a la realidad del Chile de hoy.
Hay mucha esperanza en el resultado del trabajo de la Convención, pues su carácter democrático y participativo, debiera dar sustento a la definición de los principales ejes en los que se sostenga el texto constitucional.
Como rector de la Universidad de Antofagasta, valoro el trabajo que han desarrollado hasta el momento en la Convención, en especial en la Comisión de Conocimiento, Cultura, Ciencias, Tecnología, Artes y Patrimonio, pues por primera vez, estas áreas tan relevantes para el desarrollo del país serán consideradas como ejes fundamentales en la nueva Carta Magna.
Es por lo anterior que me permito poner el acento en el rol que se les dará a las universidades estatales en este nuevo ordenamiento, pues el Estado desde la dictadura cívico militar, desarticuló el sistema universitario público, disminuyendo al mínimo los recursos basales y promoviendo una desigual competencia con las universidades privadas.
Los planteles estatales, especialmente los de regiones, hemos sufrido el abandono del Estado por décadas. Por ello es indispensable que la nueva Constitución distinga el rol público de sus Universidades, y defina claramente como un derecho garantizado la educación superior pública, haciéndose cargo de su financiamiento basal y promoviendo la articulación entre la educación secundaria y terciaria técnico profesional.
No cabe duda de que estamos transitando por un ciclo histórico y trascendental que definirá el modelo de sociedad que queremos de aquí a las próximas décadas, y en este escenario, el fortalecimiento del sistema público de educación superior es fundamental para alcanzar las competencias que nos permitirán dar el salto cualitativo que esperamos.
Jesús Aranda Valverde,
Pastor Evangélico
Luis Alberto Loyola,
Rector U. de Antofagasta