Carta pastoral
Amados hermanos y pastores: paz y bien de nuestro Señor.Hay cosas que están sucediendo y aún no terminan. La guerra, la pandemia, las discordias, las envidias y los egoísmos siguen su curso aún hoy. No obstante, septiembre es olor a primavera, olor a alegría, a esperanza de cambios. También es un mes de celebraciones como:
La celebración en Chile de nuestro Aniversario Patrio.
Las comunidades de fe latinoamericanas, celebramos el mes de la Biblia.
El segundo viernes de septiembre, se celebra el Día de la Oración por la Mujer Latinoamericana.
También, como Iglesia Evangélica Presbiteriana celebramos el 11 de septiembre -desde 1923- como el Día de la mujer Presbiteriana.
Siendo septiembre un mes tan especial, deseamos invitar como iglesia a que en la vida de cada uno de nosotros, florezca el reencuentro con su hermana(o); que pueda brindar a esta sociedad paz a las familias, para que en respuesta a esa paz podamos tener orden, tranquilidad, esperanza.
El Señor nos llama y envía a ser pacificadores que entreguen esta paz en todos los espacios donde nos movemos. Tenemos un llamado a llevar la buena noticia: esta buena noticia es encuentro, esperanza, alegría donde hay tristeza. Aprendamos a tener diálogos fecundos. Tengamos una escucha activa, entonces podremos descubrir que hay mucho que se puede visibilizar, como las personas sufrientes, los huérfanos, los migrantes, las minorías, las voces que no se escuchan.
Que podamos mirar al prójimo con los ojos de un hermano, sin prejuicios. En la Biblia encontramos muchos pacificadores y nuestro Señor Jesús lo es por excelencia. Porque Jesús no permitió que se lastimaran unos con otros. Porque dejó la paz con nosotros para un mundo distinto y solidario. Porque siempre llamó al encuentro para todos sin restricción. Porque siempre propició los encuentros y no los desencuentros. Porque a través de ese encuentro Jesús mira, toca, levanta, restaura y devuelve al ser humano la integridad y dignidad.
Amadas y amados: Les invitamos a promover esta paz; a no perjudicarla. Que esta paz llegue a usted, a su entorno, casa, barrio y población, para que puedan brotar como en septiembre todas las primaveras. El profeta nos recuerda que sólo en Dios hallamos esta paz, a través de la fe sin condiciones, que nos devuelve el sentido de la vida. Paz personal que anhelamos para cada habitante de nuestro país, de los países vecinos y del mundo entero, porque del Señor es toda la tierra y quienes habitan en ella.
Que el Señor sea nuestro refugio. Que podamos experimentar esta paz, que podamos aferrarnos a la fe, a la confianza. Que el Espíritu Santo nos acompañe decidiendo, armonizando y accionando. Que podamos enfocarnos en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, en su majestad, en su amor por nosotros. Bendiciones.
Jackeline Troncoso
Pastora Evangélica